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Fraternidad

Juan Carlos Sánchez Magallán

Juan Carlos Sánchez Magallán

                Mis mejores deseos de salud para el

           cardenal Norberto Rivera Carrera.

 

Un encuentro religioso entre el papa Francisco y Ahmed el-Tayeb, gran imán de mezquita al-Azhar, se realizó hace un año en Abu Dabi, Emiratos Árabes.

Fiel a su estilo reformista, el papa Francisco se convirtió en el primer pontífice en visitar la Península Arábiga, cuna del islam, para reunirse con líderes musulmanes y mostrar su interés por encontrar una salida pacífica a los conflictos que se dan en los territorios árabes y musulmanes, según el medio informativo Atalaya.

Con la presencia de 700 representantes de diferentes confesiones religiosas, encabezadas por musulmanes y cristianos, ambos líderes religiosos firmaron una declaración conjunta sobre la “fraternidad humana”, en el marco de la conferencia del mismo nombre.

Así se selló un pacto de lucha contra el extremismo en todas sus manifestaciones y un llamado a terminar con el terrorismo. Se ofició la primera misa papal de la historia en los Emiratos Árabes Unidos, con la presencia de 135 mil católicos en la cuna del islam, el papa expresó “no hay violencia que encuentre justificación en la religión”. Al término, el Gran Imán le entregó un medallón que representa el encuentro en 1219 (en plena guerra de las cruzadas) entre san Francisco de Asís y el sultán Malek al-Kamel, en Egipto, para recordar que la historia nos muestra sucesos que se repiten en la actualidad.

Esta iniciativa varios países (Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Egipto, Arabia Saudita, Burkina Faso, Guinea Ecuatorial, Marruecos y Venezuela) la presentaron ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para celebrar el “Día Internacional de la Fraternidad Humana”, al promover la paz, el desarrollo sostenible y movilizar los esfuerzos de la comunidad internacional e impulsar sus principales objetivos: la tolerancia, la inclusión, la comprensión, la solidaridad en las personas y, desde luego, entre los Estados-Nación. Por su naturaleza y principios fue aprobada sin ser sometida a votación. Para nadie es novedad mencionar que a diario se incrementa la violencia en todas las latitudes del mundo; los discursos de odio, la xenofobia y el fanatismo que tanto dañan a personas, familias y comunidades.

La violencia es un tipo de interacción entre individuos o grupos y puede ser física —lo cual incluye todos los castigos corporales, formas de tortura, tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes—, sicológica o emocional, mediante la cual se degrada y humilla a las personas; la económica, que limita la capacidad de poseer dinero o propiedades; la laboral, que discrimina el desarrollo y ascenso en el trabajo; la sexual, que se refiere a cualquier tipo de acoso, explotación, abuso o intimidación.

La violencia entre países, consecuencia de las luchas religiosas, ideológicas y de predominio económico o territorial. Los discursos de odio que constituyen una amenaza para los valores democráticos, la estabilidad social y la paz; ahí está Donald Trump, y su toma del Capitolio, o los delitos atroces, como los genocidios de Ruanda, Bosnia y Camboya.

 

 

La xenofobia —que significa el rechazo y odio hacia los extranjeros y supone todo tipo de exclusión, restricción o preferencia, basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en lo social, político, económico o cultural de las personas— y el fanatismo —que es el apasionamiento y la tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones especialmente religiosas o políticas— han estado presentes en sucesos como el ataque a la Torres Gemelas en Nueva York o el exterminio masivo de Hitler.

Atrocidades múltiples sustentadas en el fanatismo, la xenofobia, la violencia y los discursos de odio.

Por ello, fomentar la fraternidad en esta época de pandemia es meganecesario ¿O no, estimado lector?

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