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Las anécdotas de Edith

Juan Carlos Cuéllar

Juan Carlos Cuéllar

El jueves pasado, el medio del espectáculo nacional se estremeció con la muerte de Edith González. Desde que supo que tenía cáncer, nunca mostró una actitud derrotista, sino que se enfrentó a la enfermedad con optimismo, con energía y con los deseos de disfrutar y aprovechar hasta el último minuto de su vida. Y así lo hizo, hasta que falleció en un hospital del norte de la Ciudad de México. 

Pero esa actitud positiva, ese carácter fuerte, pero a la vez noble, lo mostró a lo largo de su carrera como actriz. Participó en 36 telenovelas y era conocida en más de cien países. Muchas de ellas fueron dobladas a otros idiomas y era una figura en Asia, Europa y, por supuesto, en América.

Comenzó a trabajar en el medio desde muy niña. Muchos la recuerdan por su participación en la telenovela Los ricos también lloran, pero pocos saben que ese personaje le costó trabajo, porque interpretaba a una jovencita de 18 años y en ese momento Edith sólo tenía 13. Era una niña y sentía que tenía que darle vida a una mujer muy grande.

En todo momento mostró su deseo de ayudar a quien lo necesitara. Un ejemplo claro de esto es lo que sucedió cuando protagonizó la telenovela Mujer de madera. Su compañero era Ernesto Laguardia, quien interpretaba a un joven ciego. En una de las muchas pláticas en los recesos de las grabaciones, se enteró que el sueldo de Laguardia era muy bajo y que lo que le ayudaba es lo que le pagaban por ser afiliado a la ANDA.

A Edith eso no le pareció, así que buscó al mismo Emilio Azcárraga Milmo, presidente de Televisa, para explicarle la situación y pedirle que ayudara a Ernesto. No se le hacía justo que no ganara lo correspondiente por el trabajo que hacía en la telenovela. Así que El Tigre, como se conocía al ejecutivo, llamó a Ernesto para hablar del tema, quien después de unas bromas de por medio, salió de su oficina con la buena noticia de que le habían aumentado considerablemente su salario.

Edith confesó que en algún momento se desubicó y perdió el piso, pero que en una ocasión coincidió en un evento con María Félix. La Doña, la mandó llamar y con su tono característico le dijo: “Niña, cuénteme qué va a pasar con Juan del Diablo”, haciendo referencia a la telenovela Corazón salvaje, que se transmitía en ese momento. Ahí se dio cuenta de la sencillez que podía tener una figura, a pesar de la imagen que mostraba.

Pero su carácter también afloraba, como sucedió primero en la telenovela Rosa salvaje. Ya había sido protagonista y la invitaron a ser la villana de la historia. En un principio no estaba muy convencida, pero aceptó. Sin embargo, no se sentía cómoda, lo que se acrecentó con algunos malos tratos que sufrió, lo que comentó en su momento. La cereza del pastel fue una escena en la que el personaje que hacía Verónica Castro le arrojaba espagueti a la cara. Decidió renunciar, por lo que el productor Valentín Pimstein decidió que su lugar lo ocupara Felicia Mercado. Grabó una transición para justificar el cambio. El personaje cerraba una puerta (Edith) y luego aparecía del otro lado, ya interpretado por Felicia.

Cuando trabajó en Mujer de madera se embarazó, por lo que también pidió salir de la historia. Su lugar lo ocupó Ana Patricia Rojo, luego de la escena de un incendio que justificó el cambio de rostro. Anécdotas hay muchas.

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