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Brilla como un sol

Juan Carlos Cuéllar

Juan Carlos Cuéllar

Mucho se ha hablado de Luis Miguel. Que si había subido de peso, que si ya no canta, que si se aparece tomado en los escenarios, que si deja plantadas a sus fans. Pero gran decepción se llevan todos sus detractores al presenciar lo que el señor hace sobre el escenario.  

Sin lugar a dudas es un gran artista y al verlo sobre el escenario queda demostrada su real magnitud y por qué ha vendido más de 100 millones de discos en su carrera. Es cierto que ha tenido sus altibajos, pero lo que está haciendo Luis Miguel, actualmente, es confirmar lo que se dice de los segundos aires y no se trata de un nubarrón, sino de un viento a su favor. 

Tuve oportunidad de asistir a uno de sus últimos conciertos de esta temporada en el Auditorio Nacional de la Ciudad de México, y me encontré con un artista que con sólo aparecer frente a su público ilumina el escenario. Acompañado de nueve músicos y dos coristas hace gala de su gran voz y su indiscutible calidad interpretativa, lo cual ha hecho que ¡México por siempre! sea un sinónimo de éxito. 

Es cierto que, también, demuestra su inseguridad, su ego, lo que transforma en perfeccionismo. ¿A qué me refiero? Curiosamente, utiliza la antena de sus monitores (audífonos con los que escucha la música y su propia voz) en la mano. En lugar de estorbarle es un objeto con el que da seguridad y así tiene en sus manos el control de lo que está sucediendo.

Por eso también se la pasa corrigiendo a sus ingenieros de sonido, bajo el argumento de tener un mejor sonido. Durante todo el show se la pasa dándoles indicaciones una y otra vez.

Otra prueba de esto es utilizar un micrófono con un largo cable que llega de un lado a otro del escenario, cuando en la actualidad, todos los artistas lo utilizan inalámbrico. El tener el cable en sus manos y pasarlo por sus hombros también le da el control sobre el sonido de su espectáculo.

Tener tres pantallas gigantes y monitores de video al lado del escenario demuestran su ego. Durante el show se la pasa viéndose, voltea a uno, luego al otro e, incluso, al que está detrás de él para vigilar su imagen, aunque de la espalda a sus fans, eso sí, siempre cantando y sin descuidar los temas que interpreta.

Pero estas manías, en lugar de perjudicarle, las aprovecha para ofrecer un espectáculo de calidad, donde demuestra su profesionalismo.

Es cierto que ha tenido algunos conciertos un tanto desafortunados, pero cuando disfruta su presencia en el escenario, se entrega por completo a su público, se porta simpático, se divierte y goza al sentir el aplauso y el cariño de su público.

En la parte de los temas vernáculos se hace acompañar por un mariachi de 14 elementos, con quienes interactúa haciendo las delicias de sus fans.

En total, ofrece un espectáculo de dos horas 50 minutos, en los que aparece con tres vestuarios diferentes, luciendo delgado, lo que provoca una gran cantidad de piropos y gritos de sus fans.

Se escucha “papito”, “Luismi rey”, “solecito”, “quiero” y hasta “¡Coño, Micky!”, ésta última frase que se popularizó después de la transmisión de Luis Miguel, la serie. Él sólo sonríe y se deja querer. Y para complacer a todos sus fans, realizó 35 shows totalmente abarrotados de su actual gira y así llegar a 257 funciones en el Auditorio Nacional, desde 1991, cifra que lo convierte en el artista con más presentaciones en este escenario.

Sólo nos queda esperar que Luis Miguel mantenga esa línea ascendente para que su público pueda disfrutar de su voz y presencia por mucho tiempo.

Recuerda que tenemos una cita el próximo lunes. Mientras dame tu opinión. 

                Twitter: @Jc_Cuellar  

 

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