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Día Internacional de la Libertad de Prensa

José Buendía Hegewisch

José Buendía Hegewisch

Número cero

 

El Día Internacional de la Libertad de Prensa no encuentra al país en un buen escenario para el periodismo, a pesar de la expectativa de que su situación mejorará con el nuevo gobierno. En cuanto a la obligación del Estado de garantizar ese derecho, el bono democrático y las promesas no ha alcanzado hasta ahora para remover obstáculos y ello pone nuevamente de manifiesto que ninguna democracia puede estar completa si no asegura su trabajo.

En su mensaje por la conmemoración, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, tiene razón al reclamar que la libertad de prensa es “pilar clave para crear instituciones justas e imparciales, hacer que los líderes rindan cuentas y decirle la verdad a las autoridades”. Su recordatorio es pertinente y oportuno, en general, para mantener la conciencia de su importancia ante el aumento de amenazas y de informaciones poco fidedignas o mentirosa de las fakenews y, en particular, para tener presente en México las graves consecuencias, por ejemplo, de la debilidad de la prensa y el silencio en el viejo régimen autoritario: desactivar la democracia.

En efecto, en el mudo crecen dramáticamente las “zonas de silencio” por la multiplicación de agresiones (más de 100 periodistas asesinados en 2018 y decenas encarcelados, según Unesco) y de nuevos fenómenos como la información mentirosa de líderes políticos (10,000 declaraciones falsas de Trump en 800 días). En México, la precariedad de la democracia también se ve en la persistencia de los crímenes contra periodistas y la animadversión social que generan amenazas o descalificaciones desde la máxima tribuna del poder público de la Presidencia. La consecuencia es la colonización del espacio público por la “censura ambiental” que describiera Granados Chapa sobre la relación de la prensa y el poder en la época del autoritarismo priista. Con Peña Nieto hubo nula capacidad para evitar el asesinato de 46 periodistas, pero con el nuevo gobierno la violencia no ha disminuido y suman cuatro más en 2019. La intención de la Segob de reforzar la prevención es cura momentánea en una agenda sobrecargada por la crisis de derechos humanos de desapariciones forzadas, migración y desplazados. La determinación de las autoridades choca con el ambiente de polarización por la retórica presidencial contra la prensa, que muchos periodistas perciben como un “permiso para agredir” a los medios en uno de los países más peligrosos para el periodismo.

En esa atmósfera aumentan las zonas de riesgos para la libertad de prensa, ya no sólo de parte del crimen y poderes de facto, sino ataques en redes sociales contra periodistas señalados o estigmatizados por sus posiciones críticas o cuestionamientos al poder. Por ello, resultan tan relevantes las palabras de Guterres para recordar que ninguna democracia pueda estar completa sin protección a la prensa y que cualquier transformación institucional, como la que impulsa la 4T, necesita de la libertad de expresión para poder ser justa, objetiva e incluyente.

Los tiempos para el periodismo son de desconcierto. De un lado, por las dificultades económicas y, de otro, por las contrariedades de los mensajes del gobierno. La promesa de respeto a la libertad de expresión y el rechazo a la censura no han impedido una reducción notable del espacio cívico y el debilitamiento de la democracia. Hoy, en la conmemoración del Día Internacional de la Libertad de Prensa es urgente destacar que sin garantías de que se cumpla el derecho a investigar, preguntar e informar los asuntos públicos, los  que crecen son los espacios para el engaño de la opinión pública y de los mensajes de violencia o de odio.

 

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