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Transición y perfiles de futuro

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

En este tiempo en el que algunas cosas de tan inéditas parecen rescatadas del pasado, el encuentro que tuvieron ayer el presidente Peña Nieto con el presidente electo, López Obrador, junto con sus respectivos equipos, es efectivamente inédito, pero también, y más importante aún, es un ejercicio político que resulta sano para todos, comenzando por la estabilidad del país en este larguísimo proceso de transición.

Hay varios puntos destacables de las intervenciones del mandatario saliente y el entrante. Primero, el interés manifiesto de ambos de que el proceso esté marcado por la tersura. Los agradecimientos de López Obrador a Peña Nieto, la forma en que destacó su actitud, incluso cuando en preguntas trataron de que se manifestara sobre casos de corrupción o en las obvias diferencias respecto a la Reforma Educativa, son muestra de ello.

El objetivo es mantener la estabilidad, sobre todo, económica del país y no enviar ninguna señal de ruptura que altere los mercados y lleve a cualquier atisbo de crisis.

Ya en algunos terrenos concretos me pareció importante que, por primera vez, López Obrador hablara de las designaciones de los secretarios de Defensa y Marina. Disipó temores al informar, primero, que consultaría con los titulares de ambas armadas sobre sus sucesores y, segundo, que los nuevos secretarios serían un general de división y un almirante, respectivamente, ambos en activo. Además, subrayó que los futuros secretarios serán dados a conocer bastante antes del cambio de poderes. Es coherente con todo lo que se ha estado haciendo desde el primero de julio, incluyendo la designación del futuro gabinete, pero habrá que prestar atención al tema, ser cuidadosos de tiempos y formas, porque tanto en el Ejército como en la Fuerza Aérea y la Marina existe una estructura de mando vertical, que no admite duplicidades.

También los presidentes, el constitucional y el electo, refrendaron que habrá fiscal general, fiscal Anticorrupción y nueva Secretaría de Seguridad Pública el primero de diciembre. Serán, junto con el Paquete Económico para 2019, que también insistieron se elaborará en colaboración, los principales temas del primer periodo ordinario de la próxima Legislatura. Obviamente, saldrán adelante las propuestas de López Obrador, quien cuenta con mayoría propia para aprobarlas sin mayores problemas, aunque la colaboración en esos temas dependerá también de encontrar apoyos, pocos, pero necesarios, para tener una mayoría calificada cuando se requieran cambios constitucionales, mismos que, además, hay que recordar, que se deben ratificar en por lo menos 17 congresos estatales.

El que tendrá mayores debates será el de la Reforma Educativa. López Obrador fue cuidadoso, pero muy explícito al decir que se derogará la actual reforma, que recordemos tiene nivel constitucional. Más tarde, dijo que lo principal era mejorar la legislación y el acento lo puso en que esa reforma no podía realizarse sin los maestros, aunque nunca quiso comprometerse sobre cuál será el papel de Elba Esther Gordillo, una pregunta tan recurrente en la conferencia de prensa como de una respuesta imposible de dar, más allá de la formalidad política, por ninguno de los dos.

El tema del aeropuerto también se volvió a tocar una y otra vez. Lo importante es que, primero, Peña Nieto fue terminante al decir que se mantendrán las obras porque así lo mandatan las leyes y los contratos firmados, no habrá suspensión. López Obrador habló, y mucho, de que el pueblo decidirá en éste y otros temas lo que se hará, pero también pareció mucho más abierto a continuar la obra que el viernes pasado. Sobre todo porque destacó que el gobierno saliente le dio toda la información sobre el NAICM, las licitaciones, los avances y reconoció que los mismos han sido respaldados por agencias independientes nacionales e internacionales. Pidió a los medios divulgar los beneficios y dificultades de las dos alternativas, dijo que su equipo no tomaría partido, y si es así, no hay forma de que se imponga la alternativa de Santa Lucía porque, simplemente, esa alternativa, técnicamente, no es viable.

Lo había dicho, pero lo volvió a ratificar la consultora internacional Mitre, la más importante del mundo y la que consulta la industria para tomar todo tipo de decisiones del sector. “El plan alternativo, dijo Mitre, no es viable desde una perspectiva aeronáutica bajo los estándares, la tecnología y las metodologías de diseño actuales... el plan alternativo resultaría en la creación de un sistema de espacio aéreo severamente congestionado y complicado que, muy posiblemente, aumentaría las ya importantes demoras del tráfico aéreo y los problemas operacionales que impedirían satisfacer la futura demanda de aviación en el área metropolitana de la Ciudad de México”. Más claro, imposible, y el aeropuerto de Texcoco, si se impone la lógica común, se tendrá que continuar.

¿Por qué se insiste entonces en la consulta? Porque el Presidente electo no quiere ser él mismo el que dé marcha atrás en un tema que fue eje de su campaña. Con todas las diferencias del caso, es como si Trump dijera ahora que en realidad no se puede construir el muro. Andrés Manuel, por lo menos, envolverá la rectificación en una consulta popular.

 

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