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No abran, todavía, el tequila

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

El anuncio celebrado ayer entre México y Estados Unidos que estableció las bases de un acuerdo comercial con ese país es, sin lugar a dudas, algo que brindará certeza y capacidad de programar a futuro la economía, pero son todavía muchas las incógnitas que ese acuerdo suscita.

El primero es evidente: ¿estamos ante una renegociación del TLC o se trata de un acuerdo bilateral? La respuesta es obvia: se trata de un acuerdo entre México y Estados Unidos, y ya se verá si se incorpora o no, Canadá. El propio canciller Luis Videgaray decía ayer que lo deseable es que se logre incorporar Canadá, que mantiene varios desacuerdos comerciales con EU, pero que si eso no ocurre igual tendríamos un TLC... sólo con Estados Unidos.

En realidad, esa ha sido, desde el principio, la intención y el objetivo de Donald Trump: deshacer los acuerdos regionales o globales para transformarlos en acuerdos bilaterales. Ésa fue la razón por la que no firmó el Tratado Transpacífico o por lo cual propone abiertamente que los países europeos abandonen la Unión Europea. La misma razón por la que en muchas ocasiones dijo que prefería un acuerdo específico con México en lugar de renovar el TLC.

No ha querido el TPP, pero ofrece a los países firmantes acuerdos bilaterales, incluso a China. Lo mismo le propuso, públicamente, a Angela Merkel o a Emmanuel Macron, mandatarios, de Alemania y Francia, respectivamente. Con la premier ministra británica, Theresa May, fue más lejos, al proponer en plena visita de Estado a Gran Bretaña que se fuera por un Brexit duro, que dejara la Unión Europea y que firmara un acuerdo con Estados Unidos.

Ayer en la conferencia telefónica con el presidente Peña fue enfático en separar la posibilidad de un acuerdo con Canadá, del que acababa de alcanzar con nuestro país. Su única referencia al NAFTA (el TLC en inglés) fue para decir que había sido injusto y malo para su país, de la misma forma que alabó intensamente el acuerdo alcanzado, a la administración de Peña Nieto y a la próxima de López Obrador.

Faltan conocer los términos reales del acuerdo, pero hay puntos que deberán, necesariamente, analizarse si al final, como todo lo indica, terminamos en un convenio bilateral (o con dos acuerdos, uno con Estados Unidos y otros con Canadá). Uno de ellos es la solución de controversias. Hoy en el TLC existen instancias supranacionales para ello. En el acuerdo de ayer no queda claro qué sucederá, sólo se habló de buscar instancias para la solución de controversias.

Desearía, aunque lo veo cada día menos factible, que el TLC continuara, como hoy, siendo un espacio trilateral, donde México, Canadá y Estados Unidos puedan seguir fortaleciendo mutuamente sus economías, creando un bloque regional que en muchos sentidos es el más poderoso del mundo. Los beneficios mutuos para los tres países son evidentes y, además, fortalecen la idea de región por encima de los estrechos límites nacionales. Pero estamos ante una ola nacionalista (también en México) que subestima y en ocasiones hasta desprecia lo global y regional. Sucede en EU, en la Unión Europea, con el Brexit, las amenazas de ruptura de Italia, con gobiernos muy de derecha en Hungría y el crecimiento de las corrientes nacionalistas en Francia y Alemania.

La administración Trump apoya, abiertamente, esos movimientos y esas rupturas. Ése es, en los hechos, uno de los fuertes puntos de acuerdo que tiene con la Rusia de Putin, quien también apoya los movimientos nacionalistas.

En ese contexto es donde debe entenderse el acuerdo de ayer. No es lo mejor, pero dirán que es lo posible. Y la política es el arte de lo posible. Ojalá y se pueda incorporar Canadá para beneficio de todos y en este caso de nuestro país, pero creo que la tendencia es hacia el acuerdo bilateral, con los beneficios y condicionantes políticos, económicos y sociales que el mismo implica. ¿Es malo el acuerdo bilateral?

No es lo mejor, pero es mejor que no tener acuerdo alguno, y eso es lo que han pensado tanto los negociadores de Peña Nieto como los de López Obrador, un político, hay que recordarlo, más cercano a las tendencias nacionalistas que a las globalizadoras.

Hay que ser conscientes que, si finalmente nos quedamos sólo con el acuerdo bilateral, México será más permeable a las presiones directas de EU, sobre todo si, como dijo Trump en la plática con el presidente Peña, ésta es una puerta para hablar también de migración y seguridad. El acuerdo tiene ventajas, y muchas, pero también costos que no pueden subestimarse.

A Trump, por la cara que puso, me imagino que eso de festejar con tequila por el acuerdo no le entusiasma demasiado, pero nosotros tampoco tendríamos que apresurarnos a abrir la botella.

SOLIDARIDAD CON HIRIART

Las agresiones que en redes sociales ha recibido Pablo Hiriart, incluso con amenazas de muerte contra él y su familia, son inaceptables, se esté o no de acuerdo con sus opiniones, muy respetables por cierto. Fortalecen la idea de que uno de los mayores problemas que tendrá López Obrador estará en poner límites y distancia con personajes que no entienden, no saben y no quieren vivir en una democracia.

 

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