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La llegada de Lázaro y el adiós a Batis

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Andrés Manuel López Obrador hizo una magnífica adquisición colocando a Lázaro Cárdenas Batel como su coordinador de asesores. El exgobernador de Michoacán, hijo de Cuauhtémoc y nieto de Lázaro, es un político con inteligencia, sensibilidad y criterio, quien, además, luego de que dejó el gobierno estatal, trabajó y estudió en Washington en distintos organismos internacionales acrecentando su preparación y experiencia.

Qué bueno que estará junto al presidente López Obrador porque puede apoyarlo, y bien en muchos temas, pero me llamó profundamente la atención que, como se hablaba en ciertos espacios, Lázaro no haya quedado como director de Pemex. Siempre me pareció que ese sería un nombramiento que tendría incluso un sentido histórico, con un hombre capacitado para encabezarla. Octavio Romero Oropeza, más allá de la estrechísima relación personal con López Obrador, no tiene ninguna credencial que justifique su designación y los mercados ya han comenzado a castigar a Pemex desconfiando precisamente de ese nombramiento.

Lo cierto es que Lázaro Cárdenas será el coordinador de asesores en un equipo donde están los pocos personajes que son realmente cercanos al próximo presidente. Lo que hace a Lázaro diferente es que tiene experiencia real de gobierno y que le tocó gobernar Michoacán en el momento en que estalló el crimen organizado. A diferencia de otros mandatarios, Lázaro se involucró y trabajó intensamente con las autoridades federales, entonces encabezadas por Felipe Calderón, para combatir al crimen. Tuvo claroscuros en su gestión, pero cuando concluyó la misma no fue objeto de persecución o denuncia alguna.

La relación de los Cárdenas con López Obrador no ha sido sencilla. El ingeniero Cárdenas catapultó a los primeros planos del PRD a Andrés Manuel, él fue quien lo hizo presidente del partido y quien le dio, aunque no cumplía con los requisitos de elegibilidad (su domicilio estaba en Tabasco y acababa de competir en la elección estatal), la candidatura capitalina. Ahí comenzaron a romper, a distanciarse, sobre todo porque Cárdenas, padre e hijo, apoyaban a Rosario Robles, entonces presidenta nacional del PRD, y enfrentada con López Obrador de cara a la candidatura del 2006.

Cuando se dan los videoescándalos, al contrario de lo que muchos pensaban, la que termina fuera del PRD es Rosario y Cuauhtémoc y Lázaro son marginados. No estuvieron en la campaña del 2006, en la de 2012 ni en la de este año. El documento con el proyecto de nación que durante años trabajó Cuauhtémoc tampoco fue tomado en cuenta.

Pero unas horas después de la elección vimos reunirse y caminar juntos a López Obrador y Cuauhtémoc, ambos radiantes. El acuerdo se había recuperado y me imagino que buena parte de él pasaba por la incorporación de
Lázaro a las filas del nuevo gobierno. Lázaro, como coordinador de asesores será, si es escuchado, una ayuda notable para López Obrador, escudado también por Alfonso Romo, en la oficina de la Presidencia, y por Julio Scherer, en la oficina jurídica, los dos grandes operadores de Andrés en esta transición. César Yáñez estará en la coordinación de política y gobierno en una posición de mayor peso y cercanía.

El equipo personal ya está conformado con estos y otros nombramientos. Lo que desconcierta es la aclaración de que todos trabajarán en las oficinas de Palacio Nacional, las cuales, dijo López Obrador, no serán en absoluto remodeladas. En Los Pinos trabajan 700 personas. En el área presidencial de Palacio Nacional, que ocupa sólo el 15 por ciento del edificio, en el extremo que da a la calle de Moneda, sencillamente no caben, ni aunque fueran la mitad. Quién sabe cómo le harán.

Luces y sombras, aciertos y ocurrencias de un sexenio al que aún le faltan cien días para comenzar.

 

HUBERTO BATIS

Conocí a Huberto Batis cuando él era ya un personaje notable de la vida cultural y periodística de México. Era 1985 y, en la ruptura interna que hizo surgir del unomásuno a La Jornada, Huberto había decidido quedarse en unomásuno, a pesar de la relación volcánica que sufría y disfrutaba con Manuel Becerra Acosta, dirigiendo el suplemento Sábado. Tuve la enorme suerte de que, siendo demasiado joven y en medio de muchas otras tareas, una de ellas fue estar muy cerca de Batis, mientras podía apreciar en forma directa ese magnífico y divertido desfile de personalidades que día con día llegaban a la pequeña y atestada oficina de Huberto. Ahí se discutía, reía, conspiraba, se unían y rompían parejas y sociedades y muchas de las mujeres terminaban posando en el sillón de Huberto para su enorme colección de fotografías. Ahí se aprendía todo, desde escribir de una forma diferente hasta saber cómo lidiar con las presiones y las pasiones políticas y periodísticas del momento, se descubría y disfrutaba de la mejor vida cultural de México y de la fascinación de Huberto con el erotismo, que nos inculcaba a todos los que por allí pasábamos.

Murió Huberto Batis y deja un espacio que nadie ha podido llenar desde que desapareció, mucho antes, el extraordinario Sábado del viejo unomásuno.

 

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