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La batalla por la Corte

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

El próximo dos de enero se tendrá que elegir un nuevo presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Un mes después, en febrero, la ministra Margarita Luna Ramos concluirá su responsabilidad y deberá ser reemplazada, como ocurrirá en los próximos días con el ministro José Ramón Cossío, quien concluyó su periodo el pasado 30 de noviembre.

La terna anunciada por el presidente López Obrador para reemplazar a Cossío es, para decir lo menos, decepcionante. Dos mujeres y un hombre, todos en alguna medida colaboradores suyos y salvo en el caso de Juan Luis González Alcántara, con niveles de preparación muy bajos como para ocupar una posición en el máximo tribunal del país. Las dos mujeres, muy respetables en su ámbito de actividad, son militantes de Morena, Loretta Ortiz y Celia Maya García. La primera ha sido parte del equipo de transición y es recordada por haber afirmado que el papa Francisco sería parte de los trabajos de reconciliación y amnistía en nuestro país, lo que obligó a un desmentido oficial de la Santa Sede. Loretta es una mujer con reconocimiento en tareas relacionadas con la lucha por los derechos humanos, pero no cuenta con la formación mínima como para ser ministra de la SCJN.

Celia Maya García fue candidata a senadora por Morena en los comicios de julio pasado y siempre se ha presentado como parte de ese partido. Tiene carrera judicial en su estado, Querétaro, pero también posiciones partidarias muy claras. Hace apenas quince días publicó un extenso y emotivo texto en honor del comandante Fidel Castro, al que dice extrañar y a quien describe como un firme defensor de los derechos humanos. Se reconoce como parte activa de la 4T.

Juan Luis González Alcántara es un jurista respetado, que fue presidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México durante la administración capitalina de Andrés Manuel. Su punto oscuro fue su participación en el litigio del expresidente de la Corte, David Genaro Góngora Pimentel, cuando le quitó la pensión alimentaria y decidió encarcelar a su expareja. De los tres, es el único que no puede ser presentado como militante de Morena y quien tiene una experiencia real como para formar parte del máximo tribunal. Dijo el presidente López Obrador que “no hay línea” en la elección del próximo ministro o ministra, pero en los hechos la línea está marcada por la propia integración de la terna. Será el senado el que hará, por mayoría simple, y ya la tiene Morena, la designación.

La Corte se ha convertido en un contrapeso natural a la actual administración. Son muchos los temas que están en litigio y muchos los que terminarán cayendo en el ámbito del Poder Judicial. Será la Corte la que decidirá, por ejemplo, qué sucederá con la ley de remuneraciones, impugnada por los propios trabajadores del Poder Judicial y otras instituciones autónomas, por trabajadores de la administración pública y contra la que 55 senadores de la oposición, de todos los partidos, se han amparado ante la propia Corte, que ha pedido a todos los tribunales abstenerse de brindar alguna resolución hasta que el caso sea visto en el pleno. Es una bomba de tiempo política y la primera de muchas otras decisiones que terminarán, tarde o temprano, en los tribunales.

El presidente López Obrador ha mostrado su desacuerdo con la Corte en muchas ocasiones: en estos días volvió a repetir que es un exceso (lo sería si fuera verdad) que haya funcionarios que ganen más de 600 mil pesos mensuales (un ministro de la Corte gana aproximadamente 290 mil pesos mensuales); el día de la toma de posesión, en el Palacio Legislativo de San Lázaro, los ministros estuvieron esperando más de media hora, encerrados en un cuarto, hasta que se les permitió pasar al lugar que tradicionalmente ocupan en este tipo de eventos y al comenzar su discurso el Presidente, luego de rendir protesta, no saludó, al iniciar su discurso, al presidente de la SCJN, Luis María Aguilar, quien estaba sentado casi junto a él, en el presídium.

No le conviene a nadie el enfrentamiento entre el Poder Ejecutivo y el Judicial, sobre todo, cuando existe un Poder Legislativo sobre el cual el Ejecutivo tiene un control político casi absoluto. Nunca la sociedad se beneficia de la concentración de la suma del poder público. Tiene que haber vías de entendimiento, pero también necesitamos que el Poder Judicial que funcione como contrapeso del Ejecutivo y el Legislativo, esa la idea sobre la que está fundada la división de poderes. La designación de los próximos ministros y, sobre todo, del próximo presidente de la Corte, debería preservar esos principios y esa búsqueda de respeto mutuo, entendimiento y autonomía.

 

MELGAR

Esta semana el exsenador chiapaneco y director de Proyecto 40, Luis Armando Melgar, fue designado presidente de Banca de Gobierno de Banco Azteca, una nueva división del Grupo Salinas para incursionar financieramente en la atención del sector público. Le deseo el mismo éxito que ha tenido en sus 25 años de experiencia laboral, en el sector público y privado, pero que también ese intangible al que denominamos suerte acompañe a mi amigo en esta nueva responsabilidad.

 

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