Logo de Excélsior                                                        

Hay que tomar en serio a Trump

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

Se suele tomar con poca seriedad las bravatas de Donald Trump, como se tomó con poca seriedad su candidatura hace cuatro años. Cuando apenas comenzaban las precampañas, antes de que iniciaran incluso las primarias, la opción Trump era considerada una “tormenta de verano”, algo episódico que se dispersaría en cuanto se comenzara a hacer política en serio. Pero en noviembre de 2015, Trump terminó ganando la presidencia y desde el enero siguiente, la “tormenta de verano” está instalada en la Casa Blanca.

No hay que tomar con superficialidad sus nuevas amenazas a México. Por supuesto, no podemos apostar a la confrontación directa con Estados Unidos, primero porque Trump no representa en su totalidad ni mucho menos, la compleja red de relaciones e intereses mutuos que existen entre la Unión Americana y México; segundo, porque sería un serio error de política exterior hacerlo cuando existe la posibilidad de implementar una política mucho más sofisticada; pero tampoco se debe banalizar una estrategia que gira en torno a su reelección.

En esta semana, Trump ha amenazado a México con aranceles por el flujo de migrantes y de drogas; ha amenazado a China en su guerra comercial y, ayer mismo, el gobierno chino se disponía a tomar represalias contra productos estadunidenses; ha amenazado a la Unión Europea porque ésta se dispone a empezar su programa de defensa continental sin intervención de Estados Unidos, diciendo que si eso sucede, no podrán utilizar armamento o tecnología estadunidense y que si se producía un ataque contra los países de la Unión Europea, Estados Unidos no intervendría, rompiendo todos los acuerdos creados desde la Segunda Guerra Mundial.

La noticia de los aranceles a México comenzó a tomar importancia en Estados Unidos el sábado y sobre todo el domingo, cuando Trump envío su tuit respecto a que “México está enviando una gran delegación para hablar de la frontera, el problema es que han estado hablando durante 25 años, queremos acción no hablar”. Voceros de la Casa Blanca insistieron en los programas dominicales de opinión, contra toda lógica, que los consumidores estadunidenses no pagarían por esos aranceles. Lo cierto es que el propio domingo, en los medios estadunidenses (salvo FOX News) se coincidía en que por supuesto que los aranceles los pagarían los consumidores de la Unión Americana y se destacaba que Estados Unidos importaba de México 346 mil millones de dólares anuales, con costos para la economía de los dos países.

Las medidas que puede tomar México están determinadas por esa realidad. Los tuits del presidente López Obrador de amor y paz sirven de poco, pero lo que ya ha hecho México en otras oportunidades ante amenazas similares sirve de mucho. Asumiendo que la medida, como la de la confrontación con China o con la Unión Europea, en plena visita a una Gran Bretaña sumida en la crisis del Brexit (a lo que Trump contribuye con su discurso antieuropeísta), se ubican en el contexto reeleccionista, México debe presionar sobre su electorado: sobre los productores y comercializadores que son parte de la base social de Trump en el medio oeste, cobrando aranceles desde el bourbon de Tennessee hasta la leche de Wisconsin. Presionar sobre la base electoral de Trump sirvió con la negociación del T-MEC y servirá ahora.

Pero también debemos prestar atención a nuestra política interna. Y ahí hay dos puntos centrales. Primero, es verdad que nuestra frontera sur es de risa: cualquiera puede pasar y entrar a México casi sin control alguno y eso debe cambiar. México, como cualquier otro país, debe tener seguridad fronteriza y en nuestra frontera sur eso simplemente no existe. Se deben tomar medidas para frenar los flujos migrantes masivos y sin control, no porque lo demande Estados Unidos sino porque es una exigencia de nuestra propia seguridad nacional. El costo de ese vacío político e institucional puede ser muy costoso para el país, más allá de Trump.

Segundo, se debe operar con mayor firmeza contra el narcotráfico real, el de grandes dimensiones internacionales. El discurso de la amnistía y de los “abrazos no balazos”, pudo estar muy bien para la campaña, pero no sirve para gobernar. Lo cierto es que por la razón que sea, la entrada de droga desde México hacia Estados Unidos se ha incrementado en el primer trimestre del año, de la misma forma que que parece haberse diluido la presión sobre los principales cárteles de la droga.

México le sirve a Trump como una plataforma electoral. Es verdad, pero además de operar en Estados Unidos para neutralizar esa amenaza se debe operar en México para lograr mayores objetivos y disminuir nuestros propios riesgos.

 

Comparte en Redes Sociales