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El problema sí es la estrategia

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez

Razones

 

La explicación que proporcionó ayer el general Luis Cresencio Sandoval sobre lo sucedido en Culiacán el jueves 17 de octubre pasado, se ajusta a los hechos y es, sin duda, una muestra de transparencia y sinceridad.

La magnitud del enfrentamiento planteado por el Cártel de Sinaloa se refleja en los números que dio a conocer el secretario de la Defensa: muertos y heridos, algunos de ellos de extrema gravedad, el ataque al multifamiliar donde viven las familias de los soldados y oficiales, los secuestros, los bloqueos, los vehículos atacados e incendiados, los hechos de El Fuerte, los helicópteros balaceados, la fuga de más de 50 reos en el penal local. Las comunicaciones bloqueadas e interceptadas. Ése es un escenario terrible para cualquier operación y es también un escenario de guerra.

Precisamente por eso desconcierta profundamente que se insista en que no hay guerra contra el narcotráfico, que no se va a optar por la violencia, que el único objetivo es la paz y la pacificación, como si un Estado sometido a un ataque de fuerzas criminales no tuviera la opción de defenderse de los agresores. Decía Churchill que “quien se arrodilla para conseguir la paz, se queda con la humillación y con la guerra”.

Algo de eso es lo que nos está ocurriendo. A pesar de la enfática defensa que hizo el secretario Alfonso Durazo de la estrategia de seguridad, lo cierto es que ella parece basarse en simplemente no tener estrategia.

La justicia social no es una estrategia de seguridad, es un objetivo a largo plazo que puede servir tanto para la seguridad como para la salud o la educación, pero para enfrentar a las bandas criminales se requiere mucho más que buenas intenciones y de responsabilizar al pasado por lo que ocurre en el presente. Más aún cuando esta administración lleva ya 11 meses en el gobierno y en los hechos otros cinco meses, todo el periodo de transición, estableciendo las políticas públicas en casi todos los ámbitos.

Ni los números de la inseguridad cotidiana ni el accionar de los grupos criminales le dan la razón a la política seguida por el gobierno federal.

Al contrario, esa estrategia está provocando que los grupos criminales se sientan más confiados y operen con mayor impunidad y violencia. La lectura que hacen no es de pacificación, sino de debilidad y eso es lo último que puede exhibir el Estado frente a ellos.

La debilidad se percibe incluso entre los jueces que, por temor o por complicidad, cada vez liberan con mayor rapidez a los delincuentes.

En la Ciudad de México, el juez Delgadillo Padierna sigue liberando a los delincuentes detenidos en La Fortaleza de Tepito (ya van 30 de 32) y en otras ciudades, como Torreón, una jueza decide liberar a tres personas detenidas con un arsenal que llevaba como destino Michoacán. Si se huele la debilidad, ella se trasmina a todos los espacios del poder y el acecho se intensifica.

Existe una confusión tan profunda en los ámbitos oficiales que ello provoca reacciones de todo tipo. Se quejaba ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador que se les habían “ido con todo” desde los medios hasta los políticos por lo sucedido. Y uno se pregunta qué otra cosa esperaba.

Si bien la liberación de Ovidio Guzmán pudiera estar justificada por la situación que se vivía, hay que asumir que lo vivido fue una derrota en toda la línea para las fuerzas del Estado: los Niños Héroes podrán haber defendido con heroísmo el Castillo de Chapultepec, pero eso no significa que las fuerzas nacionales no hayan sido derrotadas. Nuestros cadetes dieron la vida, pero la bandera estadunidense ondeó en Palacio Nacional.
Eso es lo que lastimó de los hechos de Culiacán.

Las reacciones negativas van más allá de los medios o los especialistas. El martes pasado, en un desayuno con centenares de militares de alto rango, en activo y en retiro, el general Carlos Demetrio Gaytán, exsubsecretario de la Defensa, un hombre reconocido y querido en el ambiente militar, expresó la preocupación profunda que existe en las Fuerzas Armadas sobre el rumbo que han tomado las cosas, sobre todo en el terreno de la seguridad e incluso más allá.

Ante los altos mandos del Ejército reunidos en la Sedena, el general en retiro sostuvo que “los frágiles contrapesos existentes han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo que propicia decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad”. Ello, agregó, “nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes fuimos formados con valores axiológicos sólidos que chocan con la forma con que hoy se conduce al país”. Lo dijo en un contexto de apoyo y defensa de sus mandos, pero su advertencia no puede caer en el vacío.

 

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