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Rebelión en la granja

Jorge Camargo

Jorge Camargo

 

Toda concentración de poder lleva a una gran corrupción, no sólo expresada en la apropiación ilegal de recursos públicos, sino en el descontrol y abuso de las fuerzas que componen ese poder y que violentan los derechos humanos, económicos, políticos y sociales de los ciudadanos de un país.

Ésa es la tesis del escritor George Orwell, en su libro Rebelión en la granja, multicitada por este gobierno. Nada más oportuno porque los legisladores de Morena, al igual que funcionarios y gobernadores, se asumen investidos de ese poder sin límites que les permite demoler las instituciones democráticas y alentar políticas contrarias al interés colectivo, que incluye a la mitad del país que no votó por ellos.

Pero otra tesis central parece estarse presentando. Todos temen al Presidente. No se exhiben con mascarilla cuando están con él —ejemplo nimio si se quiere; no lo ven a los ojos, no lo confrontan y navegan con un discurso que no dé la impresión de ser un desafío para, al final, terminar evadiéndolo. Ése es el ambiente nacional.

El planteamiento de Orwell nos muestra que cuando esas fuerzas ven en riesgo su supervivencia en el poder o que éste se diluye, fragmentan la unidad y sus desafíos se hacen frecuentes.

La decisión de un grupo de legisladores de Morena de no obedecer el llamado del Presidente a respetar el turno del PRI en la conducción de la Cámara baja es sintomático. Pueden obedecer, pero no aceptar lo que vaya en contra de su supervivencia política, como lo hicieron el PES y el PT.

La premisa es que el poder presidencial tiene fecha de caducidad y sus errores en lo económico y el manejo de la pandemia comienzan a no ser un activo electoral, sino por el contrario. Y los legisladores de Morena, PES y PT, en todos los congresos a renovarse, necesitan reelegirse.

Una parte del 2º informe presidencial causó preocupación en Morena y en sus aliados. El anuncio de seguir la ruta sin variación y sin importar las consecuencias electorales. Este movimiento sabe que no puede mantener la ruta a menos de que se quiebre al país.

El gobierno ya no tiene dinero. Y la pregunta es si Morena se lanzará al suicidio electoral para darle los recursos al Presidente, que no serán usados para crecimiento, sino para sostener políticas asistencialistas.

Incluso está dispuesto a afectar más a las empresas y a los pequeños comerciantes, eludiendo su propia responsabilidad, a través del etiquetado frontal y las prohibiciones inconstitucionales de venta de productos procesados de los congresos dominados por Morena.

Tan sólo en el Senado, existen cinco propuestas de reformas contra la venta y publicidad de los productos procesados, además de la carga impositiva de hasta 5 pesos por litro de refrescos.

El Presidente dice no estar de acuerdo con nuevos impuestos, pero Morena va por el dinero que él les demanda.

La agenda legislativa de Morena enlistó un impuesto a las herencias, una reforma fiscal progresiva y aumentar el IEPS a las bebidas alcohólicas de acuerdo con su graduación.

De acuerdo con el reporte de Isabel González, en este diario, el Presidente expuso que la estrategia de subir impuestos a los productos de bajo valor nutricional no es el camino para prevenir las enfermedades crónicas, como la hipertensión o la diabetes. Frenón al entusiasta Hugo López-Gatell.

Arturo Pueblita Fernández, presidente de la Academia Mexicana de Derecho Fiscal, explicó a este espacio que ni la progresividad fiscal ofrecida ni el impuesto a las herencias son novedosos. Uno es el propio ISR, figura casi centenaria, y el otro fue un fracaso en el pasado, porque terminó afectando a las clases media y de menores recursos.

“No fue lo más humano cobrarle a los muertos, porque se terminó afectando a los mismos de siempre, y no a los de mayores recursos, que utilizan figuras legales como los fideicomisos”, comentó.

El ISR es en sí un impuesto progresivo que si lo quieren revisar convendría hacerlo en favor de las personas de menores ingresos, porque los deciles que marcan pagar 34% o 35%, por ejemplo, son muy compactos.

Respecto del IEPS a refrescos, subraya que si se grava específicamente a las empresas refresqueras se incurriría en una inconstitucionalidad, pues sería discriminatorio de la garantía de la igualdad tributaria que establece el artículo 31, fracción IV de la Constitución.

Entonces, la propuesta de Morena no era novedosa. Ya existe; es un engaño al pueblo para ganar votos.

Lo que sí es real es la rebelión, el regreso de las tribus de Morena y sus aliados. Es legítimo porque el efecto tabasqueño ya no garantiza votos automáticos.

 

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