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Más, no menos democracia

Jorge Camargo

Jorge Camargo

México es una democracia amenazada. Para muchos esto no es novedoso si observamos el desmantelamiento de los contrapesos constitucionales. La progresividad de las acciones exhibe la intención: primero, se minó a la sociedad civil, luego se amenazó a las organismos autónomos para neutralizarlos y ahora se amedrenta la libertad de expresión. Dudo mucho que los personas votaran por algo que ha dado tal giro.

Se ha dejado sin fondos a los científicos, a los investigadores, a niños y niñas con cáncer y se usan los recursos del poder para atacar a los intelectuales que disienten. Es decir, se quiere un país de ignorantes, de personas que no cuestionen, de juventudes que no desafíen el pensamiento único, de mujeres que no levanten la voz porque son manipuladas.

Los mexicanos y mexicanas no quieren un hombre que les diga qué pensar o qué cosas son buenas y cuáles no; a quién leer y a quién no leer; qué proyectos científicos sí desarrollar o cuáles no; o a qué criminales darles abrazos o a quiénes no denunciarlos ante la justicia; tampoco quieren que haya soldados haciendo más funciones para las que están reservados, porque ellos también son pueblo y en México sólo hay uno, no dos: pueblo bueno o pueblo malo.

Tampoco quieren que haya un hombre que les diga cómo ser felices, porque cada uno tiene su Dios, sus mesías o gurús o lamas, quienes les muestran que es el amor el que une las cosas en el universo, y no el odio y la división.

Por eso, es necesario reconstruir el tejido maltrecho de la sociedad civil organizada, que está llamada, como en toda democracia, a convertirse en un contrapeso fundamental para el seguimiento de los entes del Estado.

Nuestra cultura democrática es pobre. Los ciudadanos nos involucramos poco en la democracia, porque creemos que el voto es la única responsabilidad, pero ni siquiera eso: tenemos niveles de votación muy bajos.

El imperativo es que los mexicanos quieren más, no menos democracia.

De acuerdo con la organización Civicus, que aglutina a un gran número de ONG en el mundo, en México la violencia en contra de la prensa ha producido una autocensura de los medios.

Y la sociedad debe ver en la prensa y los periodistas un medio de encontrar información profunda sobre los temas que le afectan su vida. Las redes sociales, aunque populares, no son siempre una opción de información confiable.

Sin ser una posición directa a México, en el estándar construido por Civicus, nuestro país estaría viviendo una regresión democrática, a través de dinámicas políticas que buscan la polarización social —es decir que usted y yo nos odiemos, que algunos se llamen fifís y otros chairos— y el avance del culto a un líder de mano dura.

Si bien las sociedades buscan mayor participación a través de diversos mecanismos, como una consulta ciudadana, la que recientemente impulsó el gobierno de Morena no cumple esos requisitos porque de inicio fue planteada bajo una estrategia de manipulación y falsedades, pese a que la llevó al formalismo jurídico nacional, aunque no pasaría la prueba en el contexto de la justicia universal.

Para cumplir con los mínimos deseables de una democracia, ésta debe alentar la participación ciudadana y abrir dicho proceso a todas las personas. Lo que no ocurre en nuestro país, porque desde el arribo al poder, Morena acusó a las ONG de conspirar contra su proyecto y le cerró las puertas al financiamiento. Satanizó la participación de los ciudadanos en mecanismos para ejercer sus derechos humanos y constitucionales.

Entonces, ejercer el derecho constitucional a un gobierno eficiente y transparente, por medio de la adhesión a un grupo de ciudadanos, como lo garantiza la Carta Magna, es conspirar contra el actual gobierno.

En resumen, todos los gobiernos de corte autocrático acallan las voces críticas, especialmente las que provienen de la sociedad civil.

Sin embargo es una condición indispensable el construir ciudadanía, más, mucha más. Porque en democracia, los partidos políticos también deben responder al interés ciudadano, sobre todo porque son financiados con nuestros impuestos.

También las organizaciones de la sociedad civil deben reconocer que no han sabido acercarse de manera eficaz a las personas; ha sido un error persistente por resolver.

Entonces, bienvenida esta alianza de organizaciones Sí por México. Su agenda de trabajo toca los puntos esenciales de los cuales el gobierno se ha retirado. Habrá de sumarse a otras que tienen un amplio trabajo serio.

Los mexicanos debemos entender que los malos gobiernos no son nuestro destino, sino consecuencia de nuestro desinterés.

 

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