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El impulso a las energías renovables debe ser una prioridad

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

El pasado martes se aprobó en la Cámara de Diputados la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica (LIE) enviada por el Presidente al Congreso, lo cual representa un duro golpe para los compromisos adquiridos por México en materia de medio ambiente y alarga el camino hacia la meta de alcanzar un sector energético eficiente.

La premisa de dicha reforma, que obtuvo el respaldo de 289 diputados federales, es el fortalecimiento de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y terminar con la especulación, relegando a las compañías privadas que ofrecen el servicio y cuentan con subsidios públicos, argumentando que el gasto ahorrado derivado de esos subsidios permitiría reducir el costo del servicio ofrecido por la CFE.

Pero la realidad es que, si bien es importante fortalecer esta empresa del Estado mexicano, lo que nuestro país requiere realmente es alcanzar una verdadera eficiencia energética, lo cual no depende sólo de tener precios bajos para que los beneficiarios del servicio obtengan un ahorro en las facturas. La verdadera eficiencia energética depende de lograr el ahorro de costos desde el proceso de producción hasta el pago por el uso del servicio, pero también ahorrando en el uso de la propia energía y mejorando la competitividad del sector en general, no de una sola empresa o proveedor.

Y, más importante aún, considerando la crisis ambiental que enfrenta el mundo y que no hay remplazo para éste, es necesario considerar la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero como parte fundamental de la eficiencia energética.

Por supuesto que ello representa un gran reto, sobre todo para países en desarrollo como el nuestro, donde las necesidades son muchas y el esfuerzo que debe hacerse es mayúsculo, pero no por ello es imposible.

Cabe recordar que, de acuerdo con la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda de energía ha ido en aumento al paso de los años y se disparará, al menos, en un 30% hacia el año 2040, debido a las necesidades de urbanización y producción de los países, en especial de aquellos en desarrollo como México.

En ese sentido, nuestro país tiene el reto de seguir esforzándose por extender el servicio hasta que sea accesible para todos quienes vivimos en él, de seguir cubriendo las necesidades en materia de vivienda, alimentación, transporte, empleo, industria, escuelas, centros de salud, etcétera, y debemos tener claro que entre más viviendas, más escuelas, más industria, más de todo, habrá más demanda de energía y más necesidades de crecimiento del sector. Si limitamos el sector energético al uso de combustibles fósiles, tendremos también más generación de emisiones contaminantes y más daño al planeta.

Además, la CFE se encuentra aún muy lejos de contar con la infraestructura y la tecnología suficiente para cubrir lo que representarán esas demandas de crecimiento y desarrollo en este país.

 

Bajo ese panorama, no hay motivo para retroceder cerrando el paso a las energías renovables, cuya apuesta en otros países es cada vez mayor. México tiene que seguir avanzando hacia modelos sostenibles y rentables y, en ese sentido, el impulso a las renovables no debería verse sólo como una alternativa, debería establecerse como una prioridad. Queda la esperanza de que la reforma a la LIE, que pasará al Senado, sea correctamente analizada y no se permita que nuestro país dé un paso atrás en materia de transición energética y compromiso con el medio ambiente.

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