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Crisis en el mercado laboral

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

Los golpes que ha dado la pandemia de covid-19 a la economía mexicana comienzan a mostrar sus primeras cifras. En días recientes, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) dejó en evidencia la pérdida de una gran cantidad de empleos, los cuales, debemos estar conscientes, no tendrán una recuperación pronta ni sencilla.

Hace apenas unos días, el IMSS informó que, entre marzo y julio de este año, se habían perdido más de 791 mil empleos permanentes y casi 326 mil empleos eventuales, lo que representa más de un millón de empleos formales menos en tan sólo cinco meses.

Los sectores más afectados han sido el de la construcción, el de servicios para empresas, el extractivo, el de comercio y el de transporte y comunicaciones. De acuerdo con la información emitida por el IMSS, son 30 los estados del país que han reportado una baja anual en el número de trabajadores adscritos y la lista está encabezada por Quintana Roo, Baja California Sur y Guerrero, lo cual no debería sorprendernos si consideramos que son estados que dependen en gran medida del turismo, uno de lo sectores que han sido más golpeados por esta crisis y el cual ahora se encuentra prácticamente paralizado. En estos casos, sin turismo, simplemente, no hay trabajo.

Y hay que considerar que esas cifras hacen referencia únicamente al sector laboral formal, pero hay una gran cantidad de personas que se desempeñan en el sector informal y que también se han quedado sin empleo.

En ese sentido, está por demás decir que lo que le depara al país no es muy prometedor, y podemos anticipar que la recuperación no será sencilla, pero, como dicen por ahí, “uno debe hacer lo mejor con lo que tiene”.

Ya hemos oído a los especialistas decir cosas como que las afectaciones económicas que dejará esta pandemia podrían ser mayores a las causadas por “la gran depresión” o la crisis financiera mundial que ocurrió entre 2008 y 2009 y, si bien es cierto que nada está escrito en piedra, la experiencia de las crisis pasadas puede ser una referencia para saber lo que podemos esperar.

No hay tiempo que perder, es momento de estructurar y reestructurar, de establecer esquemas fiscales y financieros que permitan al país salir a flote, considerando que serán años los que tardará el sector laboral en restablecerse.

Sin lugar a dudas, las instituciones financieras y los bancos serán pieza fundamental para esa recuperación.

Las empresas necesitarán recurrir a préstamos y créditos y de mucha ayuda será que puedan contar con estímulos fiscales a un plazo mayor que no sea sólo mientras dura la emergencia sanitaria, de otro modo, será muy complicado que puedan seguir apoyando a la conservación y, en el mejor de los casos, a la generación de nuevos empleos.

Es verdad que el gobierno de nuestro país ha emprendido esfuerzos para mantener a flote a las micro y pequeñas empresas mediante programas de créditos, pero esto ha servido como un salvavidas en el marco de la pandemia, por lo que se requiere un esquema con miras a muy largo plazo y que las grandes empresas también sean consideradas.

En pocas palabras, el reto no es lograr “salir del paso”, sino encontrar la manera de ir dando bases y certeza a los generadores de empleo. Sólo así evitaremos que la crisis en el mercado laboral nos dé dolores de cabeza más tiempo del estimado.

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