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Alcanzar la sustentabilidad es, principalmente, cosa de voluntad

Jesús Sesma Suárez

Jesús Sesma Suárez

Cada vez son más los países que persiguen el objetivo de generar el mayor porcentaje posible de su electricidad a través de fuentes renovables. Muchos han dado grandes pasos logrando más del 70% de su electricidad a partir de dichas fuentes y otros más siguen explorando y haciendo el intento.

Islandia es uno de aquellos que más llama la atención, pues durante siglos este pequeño país fue de los más pobres de Europa. Su modelo energético estaba basado en la dependencia de combustibles fósiles, como el petróleo y el carbón, pero en la década de 1980 dio un gran salto al lograr producir casi el cien por ciento de su energía a partir de fuentes renovables y así se mantiene hasta ahora. ¿Cómo lo hizo? Aprovechó la energía geotérmica de sus volcanes para dar electricidad a los hogares y la energía hidroeléctrica para abastecer otras fuentes. Otro ejemplo es Costa Rica, que, como bien sabemos, es un gran referente en materia de protección al medio ambiente y sustentabilidad. Comenzó a explorar en el campo de las energías limpias hace más de tres décadas y, actualmente, la mayor parte de su electricidad proviene de fuentes renovables.

Referentes hay muchos. Cada uno de ellos con características particulares y con base en los principales recursos que poseen, han encontrado la manera de alcanzar el desarrollo a través de modelos menos dañinos para el medio ambiente. Y hay algo muy particular en todos ellos: lo han hecho a partir de la voluntad.

En contraste, México, según el Atlas Global del Carbono de la red internacional de científicos Future Earth y la ONU, es el principal emisor de dióxido de carbono (CO2) en América Latina, contaminando la atmósfera incluso más que Brasil, pero estoy seguro de que, con la voluntad de hacerlo, podemos alcanzar un modelo energético sostenible.

Hace poco más de un mes, la Secretaría de Energía del gobierno federal (Sener) y el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) promovieron acuerdos que privilegiaban la generación de electricidad a partir de fuentes fósiles y, en consecuencia, ponían en peligro el desarrollo y la inversión en fuentes de energía renovables en todo el país.

Afortunadamente, hace apenas unos días, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) dio un paso muy atinado al emitir un fallo en contra de dichos acuerdos, frenándolos de manera temporal. Este acto de conciencia y voluntad por parte de la Suprema Corte es una esperanza para el medio ambiente y para la inversión en el sector energético a partir de fuentes renovables. Aun cuando México enfrenta grandes retos para alcanzar el bienestar y el desarrollo social y económico, no debe hacerlo a costa del daño y la devastación al medio ambiente. Los beneficios de transitar hacia un modelo energético sustentable pueden ser muchos, de tal manera que se pueda “invertir en la prosperidad futura, la salud y la protección del clima” al mismo tiempo.

Ya tenemos el ejemplo de Islandia y de Costa Rica y existe una lista enorme de países que, con la simple voluntad de invertir en ello, han aprovechado sus recursos renovables para ayudar al planeta. México también cuenta con muchos recursos de esta naturaleza que pueden ser aprovechados teniendo la voluntad de hacerlo y, así, reivindicar el camino de nuestro país en materia de cuidado al medio ambiente.

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