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Las sinrazones de los fideicomisos

Javier Aparicio

Javier Aparicio

Esta semana, la Cámara de Senadores aprobó la reforma aprobada previamente en San Lázaro con la que se extinguirán 109 fondos y fideicomisos públicos relacionados con ciencia y tecnología, atención a víctimas de violencia, protección de defensores y periodistas amenazados, cultura, deportes, cambio climático y atención a desastres naturales, entre otros.

En ambas cámaras fue difícil reunir el quórum y los votos necesarios. Al final, la votación general del Senado fue de 65 votos a favor y 51 en contra, mientras que en la Cámara baja tuvo 242 votos a favor, 178 en contra y siete abstenciones. Sin esforzarse demasiado en matices, el Presidente ha llamado “ladrones” y “defensores de la corrupción” a quienes se han opuesto a esta medida. Sin embargo, los senadores de Morena Ifigenia Martínez y Germán Martínez votaron en contra. Siete legisladores de ese mismo partido votaron en contra, como Lorena Villavicencio y cinco más se abstuvieron, como Tatiana Clouthier.

Por su parte, la directora general del Conacyt se ha pronunciado a favor de la desaparición de los fideicomisos de Ciencia y Tecnología, al tiempo que ha sido criticada por haberse beneficiado de los fondos que hoy, sin matices, recomienda extinguir. En defensa de su persona, ha dicho que: “señalar a una científica o científico por haber recibido recursos para apoyar proyectos de investigación y a los estudiantes y colegas que participan en ellos, sólo demuestra una gran ignorancia sobre el financiamiento a la ciencia”. Tiene razón al afirmar esto. Paradójicamente, ella misma ha usado argumentos similares para apoyar una medida que lastima y agravia a las comunidades académicas de 26 Centros Públicos de Investigación. Ante la posibilidad de recomponer, digamos que para bien, el ejercicio del gasto en ciencia y tecnología, la directora de Conacyt prefirió renunciar a la gestión de recursos que han estado bajo su responsabilidad por casi dos años y confiar en la buena voluntad del Presidente o el secretario de Hacienda.

El Presidente repite a menudo que nada debe hacerse por la fuerza, sino todo por la razón y el derecho. Sin embargo, ha sido incapaz de fundar y motivar las razones detrás de esta medida. Ante un acto legislativo consumado, ha ordenado a su consejero jurídico “llevar a cabo una auditoría amplia a todos los fondos y fideicomisos”, y que procurará “tener toda esta información a más tardar en tres meses”. Hubiera sido deseable que diputados y senadores contaran o encomendaran tal diagnóstico antes de legislar al vapor. En vez de eso, hemos escuchado a líderes parlamentarios argumentar que la medida debe aprobarse porque “es un encargo del Presidente”, mientras que otros argumentan fue una promesa de campaña como si ello fuera razón suficiente para justificar la medida.

¿Eliminar tajantemente una figura jurídica como los fideicomisos ayuda a combatir la corrupción? No todos los fideicomisos desaparecerán, por supuesto. ¿Qué hace defendibles unos e indeseables otros? Como escribí en este mismo espacio hace unas semanas, todo parece indicar que esta iniciativa busca transferir arbitrariamente recursos de un ámbito plural y regulado a uno más discrecional y unipersonal. La falacia es que, por los abusos cometidos en algunos casos, hoy el gobierno ha decidido extinguir fideicomisos socialmente útiles.

Al renunciar a la Secretaría de Hacienda el año pasado, Carlos Urzúa alertó que “en esta administración se han tomado decisiones de política pública sin el suficiente sustento. Estoy convencido de que toda política económica debe realizarse con base en evidencia”. Al renunciar al IMSS, Germán Martínez advirtió que “algunos funcionarios de la Secretaría Hacienda tienen una injerencia perniciosa en el IMSS y ponen en riesgo la vocación igualitaria” del Seguro Social. Sin embargo, para que nadie se preocupe, el Presidente aprovechó su conferencia de prensa del 21 de octubre para: “reiterar que no les va a faltar recursos a los auténticos deportistas, a los auténticos investigadores, a los auténticos escritores, a los auténticos artesanos, artistas, creadores”. ¿Cuál de las razones antes expuestas le parece más convincente? ¿Cuál más preocupante?

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