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Signos vitales: alarmas y una salida

Ivonne Melgar

Ivonne Melgar

Retrovisor

Horas antes de que el subsecretario Hugo López-Gatell se jactara, este jueves, de que en México algunos se quedaron esperando escenas dramáticas, Signos Vitales confirmó que el riesgo de morir de los médicos mexicanos que atienden a los pacientes con covid-19 es cinco o seis veces mayor que el enfrentado en países como China y Estados Unidos, tres veces más que en Perú y más del doble que en Brasil.

Tan sólo ese dato podría darle sustento al subtítulo del reporte de esta asociación civil: La pandemia en México: La dimensión de la tragedia.

Porque, como bien se afirma en el informe, las protestas y los temores de médicos y personal sanitario de morir a causa del virus no eran infundados, sino que respondían a una realidad de falta de condiciones ideoneas para atender a los enfermos.

Cifras de junio indican que 463 de ellos habían perdido la vida.

Para colmo, “la pandemia está fuera de control”, concluye Enrique Cárdenas, presidente de Signos Vitales, al resumir los datos compilados.

En la presentación, el exsecretario de Salud, Salomón Chertorivski, advirtió que de no fortalecer con pruebas y uso de cubrebocas la estrategia gubernamental, los fallecimientos ascenderán a 90 mil en octubre.

Luis Foncerrada, del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado aseguró que el T-MEC será una ilusión mientras no se revierta la caída de 37% de la inversión privada y la falta de certeza jurídica.

La crítica de fondo de este grupo de expertos —entre los que figuran María Amparo Cásar, Federico Reyes Heroles, José Ramón Cossío, el exsecretario de Salud, Julio Frenk— es que “el gobierno asumió la falsa disyuntiva entre lo sanitario y lo económico”.

De manera que hoy, sin haber resuelto la pandemia, en el regreso a una pretendida nueva normalidad, el desempleo, la falta de ingresos, la incertidumbre y el rezago educativo marcarán la vida de millones de mexicanos en el prólogo de una nueva década pérdida.

La alerta de Signos Vitales de que la pobreza se profundizará se sustenta en el hecho de que el perfil de los afectados por la crisis de empleo es de trabajadores de bajos ingresos tanto del sector informal, como asalariados en entidades que dependen del turismo y otros servicios, así como de empresas pequeñas y medianas.

También este jueves 9 de julio, el día en que el subsecretario López-Gatell presumió que aquí no había escenas dramáticas, en el Congreso, por primera vez en lo que va de la emergencia sanitaria, se abrió la posibilidad de revisar las rutas de salida de una crisis que ya resulta innegable, con el reconocimiento del coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, de emprender el análisis de la iniciativa del Ingreso Mínimo Vital de emergencia.

El compromiso del morenista de revisar el esquema de la política social y la viabilidad financiera para esa propuesta se dio en el foro convocado por la bancada de Movimiento Ciudadano, donde Patricia Mercado y Clemente Castañeda vienen empujando la propuesta de establecer este apoyo de 3 mil 696 pesos, que se otorgaría durante tres meses, para los descobijados durante la emergencia, una población que oscila entre los dos y los cuatro millones personas y que, además, no son beneficiarios de las transferencias del gobierno.

Impulsada originalmente por Mauricio Merino, coordinador nacional de Nosotrxs, la propuesta que ya germinó en España, Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Chile y Costa Rica, ha sido abanderada por legisladores del PAN, PRI, PRD y los dos diputados morenistas que no se someten a la línea: Porfirio Muñoz Ledo y Lorena Villavicencio.

Ambos legisladores desobedientes se sumaron a la iniciativa de ingreso mínimo de emergencia que mayor consenso ha alcanzado, con más de un centenar de diputados firmantes y la cual fue promovida desde abril por la presidenta de la Mesa Directiva, Laura Rojas Hernández (PAN), Martha Tagle (MC) y Verónica Juárez Piña (PRD).

Si bien en San Lázaro el coordinador de Morena, Mario Delgado, consideró interesante la idea, los rudos de la bancada, como Dolores Padierna, alegaron que los programas del gobierno son equivalentes al ingreso básico universal y que la propuesta no tenía sentido.

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Pero los buenos deseos y la propaganda gubernamental —como la que tarde a tarde abandera el subsecretario de Salud— están siendo rebasados por una pandemia sanitaria, económica y social, cuyos signos de alarma obligan a políticos experimentados, como el diputado Porfirio Muñoz Ledo y el senador Monreal a intentar, al menos, parar el desastre que se asoma.

Hacen bien. Porque ya fallaron ante el grito de auxilio de los médicos y las enfermas.

Y si en lo que resta del 2020, el Congreso no es capaz de construir una ruta de salida, todos, con el Presidente de la República incluido, habremos perdido el último puente hacia la realidad.

 

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