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El desprecio de Gatell y el silencio cómplice

Ivonne Melgar

Ivonne Melgar

Retrovisor

El llamado que este miércoles hicieron seis exsecretarios de salud para que se rectifique sobre el manejo de la pandemia será un referente obligado en el futuro balance de la actuación del Estado mexicano.

Lo será por la dimensión de la propuesta de Salomón Chertorivski, José Ángel Córdova, Julio Frenk, Mercedes Juan, José Narro y Guillermo Soberón: concentrar, en ocho semanas, las mejores prácticas de la OMS, con uso de cubrebocas incluido; epidemiología de precisión y una campaña de conciencia a fondo, desechando el ofensivo indicador de las camas disponibles en los hospitales, cuando 79 por ciento de los muertos no llegaron a cuidados intensivos.

Y será un referente obligado por el público desdén con el que fueron tratados, por parte del subsecretario Hugo López-Gatell, esos seis extitulares de salud. 

Porque si bien estamos acostumbrados a escuchar al presidente López Obrador renegar de sus cinco antecesores, fue difícil escapar a la angustia cuando este miércoles confirmamos que ese discurso, en los hechos, significa tirar a la basura el conocimiento que la sociedad ha construido.

Esa pretensión de borrar el disco duro de lo que hemos sido también es una apuesta a la desmemoria sobre las omisiones cometidas por el actual gobierno, como lo intentó el subsecretario López-Gatell al burlarse del tiempo que les tomó a los exsecretarios formular sus recomendaciones, sabiendo que éstas vienen de tiempo atrás.

Ahí están Google, las hemerotecas, los portales, los medios para dar cuenta de la advertencia que hace cuatro meses hicieron Chertorivski, Narro Robles y Frenk sobre la falta de evidencias para emprender el regreso a la normalidad.

Convocados el 7 de mayo por la plataforma Pensando en México, instancia consultiva de Movimiento Ciudadano y que Chertorivski encabeza, los tres exsecretarios prendieron las alarmas. “La comunicación debe ser clara, concisa, consistente y creíble. No se tiene nada de esto”, alertó Frenk. Eso fue hace 128 días.

Narro Robles previó entonces lo que después sucedería: el sistema centinela funciona bien para influenza, pero no es lo mejor ante una patología nueva.

Y Chertorivski concluyó: “sin información confiable las previsiones para poner fin al confinamiento son prematuras”. Hace 18 semanas.

 De manera que es falso que ahora vengan a ofrecer recomendaciones advenedizas. Y López-Gatell lo sabe porque en su conferencia, esos y otros señalamientos de los exfuncionarios, como ahora, los ninguneó. 

¿Volveremos a ignorar a los exsecretarios que ahora son seis y que han condensado su saber en la advertencia de que podemos tener un crudo invierno, ante el riesgo de una sindemia, es decir, la combinación incierta de covid-19 e influenza, para el trimestre invernal que cerrará el año? ¿Es posible tanta indolencia?

Como periodistas y ciudadanos estamos obligados a no incurrir, otra vez, en el escepticismo, que acaso en mayo era justificable porque queríamos creer que sí existía una estrategia atada a la ciencia.

No fue así. Y, como lo señalaron los seis exsecretarios este 9 de septiembre al presentar el documento La gestión de la pandemia en México, ésta se encuentra fuera de control porque la política pública para atajarla fracasó.

¿Qué no hay una mayoría en el Congreso capaz de darle una salida digna al gobierno, asumiendo un par de las medidas propuestas por los exsecretarios, como la encuesta serológica nacional o las 127 mil pruebas semanales?

¿Es posible que los aspirantes a dirigir Morena, en vez de seguir en el grotesco canibalismo, tomen el compromiso de una campaña universal de vacunación contra influenza sin desabasto ni el pretexto de que nos dejaron un tiradero?

¿Puede la oposición, los gobernadores de la Alianza Federalista y la iniciativa privada salir de los temores a videos, recortes y amagos fiscales, para apuntalar el Comité Científico que el sexteto sugiere y cambiar el criminal mensaje de quédate a sufrir en tu casa, por el de ven pronto al hospital?

La cifra mortal puede, todavía, triplicar aquella de 65 mil decesos que López-Gatell consideró catastrófica, con 200 mil fallecimientos.

Es obvio que los expertos aún no proscritos, como el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, lo saben: sin control de la pandemia no habrá recuperación económica ni crecimiento.

Y, sin embargo, a nadie en el gabinete ni en las altas esferas del Estado parece darle pena lo que Frenk llamó “la trivialización de la tragedia”.

Taparnos los oídos ante el ruido de esa torreta prendida es síntoma de anomia en una sociedad que, con su silencio cómplice, se ha resignado a los dolores evitables, pero finalmente mortales.

Gritemos, por favor, que todavía es tiempo.

 

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