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Entre Urquiza y Palacios

Gustavo A Infante

Gustavo A Infante

Última Palabra

Una que otra persona me ha reclamado lo que dije sobre el fallecimiento de Daniel Urquiza, un señor que se autonombró algo así como el Estilista de las estrellas, siendo que el verdadero Estilista de las estrellas fue y será Alfredo Palacios, un hombre quien recientemente perdió la batalla contra la muerte, debido a problemas renales.

Daniel falleció porque, desafortunadamente, decidió quitarse la vida, ¿cómo?, no lo sé ni quiero enterarme. Son cosas muy fuertes, pero lo que sí les puedo decir es que él se metió a empujones al medio artístico, se abrió las puertas no por su simpatía ni su don con la gente, tampoco por apoyar a causas nobles ni por ser el amigo de las figuras, no. Se metió comprando tiempos de publicidad en diferentes medios de comunicación para luego ir peleando de empresa en empresa, desprestigiando a las artistas que contrató para ser su imagen o sus voceras. A todas terminó mentándoles la madre, hablando de su integridad y de su pudor. Como si el contratar a alguien te diera el derecho a escupir veneno al por mayor. 

Me tocó ver cómo les quitaba las pelucas o las trenzas que les prestaba a las famosas a cambio de menciones publicitarias: las tachaba de mugrosas, muertas de hambre y les gritaba que le regresaran sus cosas. Me tocó verlo en docenas de ocasiones. Era patán y humillante hasta decir basta.

A un servidor le lanzó varias veces patas de pollo amarradas con listones rojos y también, en el pleno foro de mi programa, un chivo muerto, así como lo leen. Más adelante le pregunté por qué lo había hecho y con la mano en la cintura me contestó que porque quería que me muriera, pero que las cosas habían cambiado.

Por supuesto que no me da gusto que se haya matado, claro que no, a nadie se le desea la muerte, pero sí les digo que era un asco el señor éste, lo dije en vida, lo dije cuando murió y lo sostengo ahora.

En cambio, Alfredo Palacios, a pesar de que tenía un carácter fuerte, fue el más amado, el más querido, el más respetado, un hombre recto, limpio, directo, cabrón, pero derecho y eso se agradece mucho. Alfredo ayudaba a quien podía, se fajaba los pantalones hasta las últimas consecuencias.

Dicen que sus manos eran gloriosas, pero su lengua y su cerebro lo eran más aún. Sin vuelta de hoja, durante 30 años se convirtió en el verdadero Rey de la radio.

Descanse en paz Alfredo Palacios, el amigo y el gran profesional. Es ésa la pequeña gran diferencia entre

Palacios y Urquiza. 

 

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