La verdad histriónica

Gabriel Reyes Orona México sin maquillaje
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El grotesco ejercicio llevado a cabo por López puede llamarse de muchas formas, pero no informe, dado que no da cuenta de hechos, sino de una delirante fantasía que sólo tiene cabida en su mente. Poco útil es ya saber si miente descaradamente, o si tanto tiempo viviendo una palaciega aventura lo hace pensar que lo que dijo, remotamente, se acerca a la realidad que viven los mexicanos.

Es claro que no ha visto imágenes, que son incontestable evidencia de la vida de boato que llevan sus hijos, ya que, de lo contrario, se cuidaría mucho al usar la palabra “fantoche”. Es ya evidente que nadie se atreve a decirle que usar la palabra fifí es profundamente clasista, y diría yo, hasta racista. No sólo ello, acude al término “conservador”, empleándolo con un notorio y ostensible alcance discriminatorio e insultante.

Se hace cruces pensando que su cuarto año termina hasta concluir noviembre, a pesar de que sabe que el día 1º de octubre le quedarán tan sólo dos años. Así es, le quedan poco más de 12 meses efectivos en el cargo. Se acabaron los años malos, vienen los peores. No sólo es así para él, histórica y estadísticamente todo presidente se derrite gradualmente a partir del 5º año.

La pieza, que difícilmente puede calificarse como oratoria, es un defectuoso mensaje que se esperaría de algún funcionario rural, pero, de esos que laboran en un poblado alejado y rústico. Se nota escasa preparación y un nivel de improvisación que asusta. Ya sólo le quedan las remesas como oropel para colgar en la solapa, a pesar de que sabe que él, y su inepto gabinete, nada tienen que ver con la evolución del aleatorio ingreso. Comienza a dar pena ajena, cuando su voz se torna trémula y chillona, como aquella con la que reclamaba complots y recuentos. La falta de potencia en la voz, y más en el mensaje, le obligan a gritonear senilmente.

Claro que ha cambiado el contenido respecto de sus antecesores; en el pasado sólo se referían a lo ocurrido en la anualidad transcurrida, en tanto que, López, a falta de materia, acumula eventos que corresponden a todo el accidentado trastabille que ha sido su administración.

Llegó al micrófono acusando a las Fuerzas Armadas de lo ocurrido en Ayotzinapa, sí, señalando a personajes que ocupan elevados rangos en la actualidad, al tiempo de decir que lo mejor que podría pasar es seguir entregando áreas y tareas de orden civil al sector castrense. Es posible que la milicia comience a advertir lo peligroso que es caer en la truculenta engañifa ideológica que se ha denominado 4T. Nada novedoso existe en el personaje, quien ya se perfila a ser uno de los peores administradores públicos que haya ocupado la silla.

Es popular, como el Santo, Resortes o la Chupitos, pero de gobernar sabe tanto como ellos. Tras 4 años, es evidente que de histórico ese movimiento tiene lo mismo que la narrativa propalada por Murillo Karam.

Era cuestión de tiempo para que, como otros que le antecedieron en el papel de dueño de la verdad, se peleara con los suyos, tanto con los que puso en el Poder Legislativo, como con aquellos que mandó como leales pajes al Poder Judicial federal. Así, como lo hizo en su tiempo Robespierre, antes de que la historia dé cuenta de él, él acabará con todo posible legado histórico, desmoronando lo que, para algunos, quiso parecerse a la redención política nacional.

Han sido 4 años que nos han regresado 40, colocándonos en el umbral del más lastimoso subdesarrollo y en el inevitable curso de tener que financiar, con el altísimo costo del endeudamiento público apresurado, el volver a la yarda 0.

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