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Esperanza y dudas

Fernando Islas

Fernando Islas

Está claro que, ante la ferocidad del coronavirus, no superamos la última gran prueba de 2020, las fiestas de Navidad, y me temo que tampoco superaremos la que sigue, las festividades de Año Nuevo, y así hasta el día de Reyes… y lo que venga. Se supone que por la covid-19 y la influenza debíamos pasar la primera quincena de diciembre en casa y salir sólo para resolver lo estrictamente necesario en la fastidiosa nueva normalidad, pero a la actividad regular que se vio en las calles, por más que se haya cerrado la Basílica de Guadalupe, se sumaron imágenes que circulan en redes sociales de reuniones de fin de año de celebridades de televisión que no tienen por qué poner el ejemplo, pero bien pudieron ahorrarse el cinismo.

En nuestro país, tanto las autoridades de Salud como las estatales andan desesperadas por el aumento de contagios y de hospitalizaciones. Más de ciento veintiún mil muertos, según las cifras oficiales, son evidencia de que las cosas se están haciendo mal. Los gobiernos del planeta suplican por nuevos esfuerzos en tanto aplican a sus ciudadanos las vacunas, si es que se cumplen los cronogramas. Hay esperanza porque ya se ve la luz al final del túnel. Pero también hay dudas porque falta camino para salir de la oscuridad. Como en el boxeo, ya pedimos esquina en este largo e intenso combate.

Pero la covid-19 no cede y, junto a Santaclós, llegó al único continente que le faltaba, reportaron diversas agencias de noticias. Según la información, unas 58 personas, entre militares y civiles, se contagiaron en dos bases chilenas en la Antártida. En este caso, el impacto de los contagios puede ser desastroso debido a la proximidad de los residentes en dichas bases y sus limitados suministros médicos.

Ni más ni menos que estos días han sido reveladores. A nivel global hay más contagios, pero la gente se ha desbordado en las calles. Sin embargo, nunca hay que olvidar, y habrá gente que se encargará de recordarlo oportunamente cuando esta pesadilla termine, que hacia marzo hubo gobiernos que omitieron notificar los brotes a la Organización Mundial de la Salud (OMS), cuyo reglamento sanitario internacional establece que ésta debe fungir como un organismo central de coordinación en materia de brotes. Si se carece de información, aumentan las posibilidades de fracasar. Es decir, desde el principio el liderazgo y la cooperación tuvieron una importancia igual a cero. Los resultados están a la vista.

Ocurre que el último mes del calendario y los primeros días del año nuevo ofrecen una oportunidad única para que haya liquidez y, potencialmente, se alivien un poco las cuentas por las restricciones comerciales durante las largas semanas de 2020, nefastas para los bolsillos de cualquier ciudadano. La apuesta es arriesgada: se resuelve el presente sin la certeza de que haya futuro.

Difícil olvidar a la canciller alemana Angela Merkel cuando, ante el Bundestag, solicitó restricciones más severas debido al drama y muerte que ha dejado la covid-19 este mes: “Lo siento en el fondo de mi corazón. Si resulta que son las últimas navidades de nuestros abuelos, habremos hecho algo mal”.

Alguna vez le preguntaron a un filósofo qué es lo que más le sorprendía de la humanidad, a lo que respondió: “Las personas que pierden salud por ganar dinero y después pierden dinero por recuperar la salud”.

 

CAJA NEGRA

De acuerdo al barómetro de Reporteros sin Fronteras, tan sólo este año han sido asesinados 46 periodistas, ocho de ellos en México, y al momento hay 267 encarcelados por ejercer su labor informativa. Esta semana, un tribunal de Estambul condenó al periodista turco Can Dündar a más de 27 años de prisión por cargos de espionaje y de colaboración con una organización terrorista. Exiliado en Alemania, es improbable que Dündar, director del periódico Cumhuriyet, sea extraditado, a decir de voces expertas. En mayo de 2015, el citado diario reportó entregas secretas de armas del servicio de inteligencia turco a grupos rebeldes sirios que iban escondidas en un cargamento de suministros médicos. Pues sí, a veces el periodismo es una piedra en el zapato.

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