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Cruel ambivalencia

Fernando Islas

Fernando Islas

 

Desde luego que el coronavirus arruinó los planes de todo mundo. En poco tiempo pasamos de la incredulidad al asombro y al hartazgo. De entrada, creímos que la cosa iba a durar unas cuantas semanas. Sin embargo, las malas nuevas llegaban día con día, principalmente de Italia y España. Escuchamos teorías conspiratorias respecto a que se trataba de un plan del gobierno para quién sabe qué. ¿Qué piensa esa gente hoy en día, 108 mil muertos después? El propio presidente Andrés Manuel López Obrador lanzó su lamentable frase de que la crisis sanitaria le cayó “como anillo al dedo” a la 4T, pero después ¿corrigió? Peor. Justificó: “Tan bien que íbamos y se nos presenta lo de la pandemia”. La ignorancia es una pésima consejera.

Así transcurrió el segundo año de la administración de López Obrador. La pandemia solamente agudizó los problemas en los órdenes más sensibles. El desempleo aumentó, la violencia no conoce castigo ni tregua, la economía, evidentemente, carece de expectativas en el futuro cercano y el sistema de salud experimentó su prueba de fuego en el peor momento posible.

“No todo es perfecto, ni aspiramos al pensamiento único ni al consenso”, destacó el Presidente en el discurso a propósito de su segundo informe de gobierno. “Estamos conscientes de que existe oposición a nuestro gobierno y eso es legítimo y normal en una auténtica democracia, máxime cuando se está llevando a cabo una transformación profunda impulsada por nuevas ideas liberales que buscan acabar con privilegios de minorías conservadoras acostumbradas a medrar al amparo del poder económico o de poder político. Sin embargo, la mayoría de los mexicanos está respaldando a nuestro gobierno”.

La realidad del covid-19 nos lastima, pero aún así Andrés Manuel López Obrador cuenta con una aprobación de más del 60 por ciento, según los resultados de varias encuestas efectuadas en el marco de estos primeros 24 meses de su administración. Llama la atención que en uno de estos ejercicios de consulta la mayoría haya manifestado estar de acuerdo con que el gobierno promueva valores de amor, perdón y redención a través de la Guía ética para la transformación de México, presentada días antes del informe de López Obrador en Palacio Nacional, (¿qué porcentaje de los encuestados leyó a conciencia este documento?).

Se trata de un texto que maldita la falta que le hace a usted y a los demás ciudadanos de este país en el contexto de la crisis económica que llegó como consecuencia de la pandemia. Cruel ambivalencia. No hay optimismo, pero el discurso oficialista se robustece. El consentimiento popular hace ver a los críticos y adversarios de López Obrador como una pandilla de diletantes.

Desde su presentación, la Guía ética se asume como un mecanismo de reinvención: “La pandemia del covid-19 puso a la humanidad y a nuestro país ante el desafío de una renovación ética…”, lo que suena a ambición desbordada. Empero, hay mucho tramo entre los dichos y los hechos de sus 20 capítulos. El apartado que aborda el “respeto a la diferencia” se refiere a la tolerancia “a la forma de ser de los otros. No pretendas imponerles tus conductas, gustos, opiniones o preferencias”.

En la práctica, llama la atención que sea el propio primer mandatario el que desenvaina la espada cuando alguien no coincide con su manera de ver las cosas, con un trato peculiarmente hostil hacia algunos integrantes de la Federación.

En ese sentido, la evidencia es vasta cuando se buscan las contradicciones en los discursos y las realidades de los dos años que lleva la 4T. Con las secuelas que ha dejado la pandemia habrá que revisar si es posible cumplir las promesas en los cuatro años que le restan a una gestión cuyos protagonistas no aguantan medias tintas: si hay diferencias con el “movimiento que llegó al poder” quiere decir, irremediablemente, que se está en contra de él. Sin embargo, en el capítulo 9 de la referida Guía ética hay un párrafo a la medida de los guardianes y promotores del gobierno: “Los errores propios suelen conducir a un padecimiento interior de difícil salida. Comprende las motivaciones de tu conducta indebida, conviértela en aprendizaje y enmienda el daño causado”. Eso. El primer paso para corregir un error es reconocer su existencia.

 

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