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Si me comprendieras…

Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Cancionero

           Si me comprendieras, si me conocieras,

           jamás dudarías; y mis condiciones

           serían las razones que tú aceptarías…

           José Antonio Méndez, Si me comprendieras

Tiempo atrás, cuando algo tenía yo que ver con los hombres que manejaban importantes capitales y proyectos de inversión, esto quiere decir cuando los grandes empresarios mexicanos se enteraron de los mercados de valores y de lo que las bolsas podrían aportarles, supe lo que era el road show.

En la traducción entendí que era la carreta de Téspis, cómicos que en la Grecia antigua iban de pueblo en pueblo para darles entretenimiento a los que se reunieran en la plaza. Luego me cayó el veinte de que más bien los que se montaban a la carreta de Téspis y el entretenimiento eran los mercaderes. Andaban buscando rutas para sus productos y socios para su negocio. En consecuencia, en ese entonces nació el negocio de la comunicación.

Traducido a otras áreas el road show es, para aceptar la verba que nos va a dominar por lo menos tres años, pisar las tres bases antes de llegar a home. En otras palabras, andar de casa en casa pidiendo lo que se pueda pedir. Te y simpatía, votos, adhesiones, lo que se quiera.

El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, agarró el road show ayer. Aunque a mi mujer le empute, en nuestra recámara no se apaga la tele, normalmente viendo noticieros. Que esos sí son noticieros, no noticiarios. Pero ése es un asunto de recámara.

El tema es de cámara. López Obrador, con la misma corbata, se plantó ante todos los periodistas fifís o no que le encendieron los reflectores.

Las graves deficiencias de los mandadores de México en los últimos 60 años han sido de comunicación. El Chino, jefe de prensa de López Mateos, ejerció en su lugar mientras el viejo se moría en el dolor de su neuralgia. A partir de entonces, en la comunicación de la presidencia de México solamente hubo redactores pobres de pobres boletines de prensa y repartidores de sobres con efectivo a aquellos periodistas que aceptaran sobres.

Alguien le dijo al oído del Presidente en puertas que su ineficiente comunicación le estaba haciendo agujeros a la sólida nave de su triunfo electoral. De repente, el presidente electo, López Obrador, elusivo a la prensa masiva —por lo menos muy selectivo hacia sus simpatizantes— se me aparecía hasta en la sopa. Con Carmen Aristegui, con Azteca, con los televisos, con Ciro Gómez Leyva, con quien quisiera tener una entrevista.

Todo ello bajo una frase que hizo famosa mi cuate Roberto Gómez Bolaños: es que no me comprenden.

PILÓN 1.- Mi opinión sobre la actitud valiente de Paco Ignacio Taibo Segundo —porque donde hay dinastía hay dinastía— cuestionando a uno de los ejecutores de López Obrador ha quedado clara. El bigotón ha sido, hasta el día de hoy, el único que no se inclina diciendo “lo que tú ordenes, Señor”.

Pero ahora resulta que Paquito no puede ser director del muy venerable Fondo de Cultura Económica por la simple razón de que no nació en suelo patrio. Yo no tengo los atributos intelectuales ni morales para juzgar si el señor Taibo reúne las capacidades para encabezar uno de los más valiosos intentos del estado mexicano —desde Vasconcelos— a favor de la cultura por el camino de la letra impresa. Pero el obstáculo que se arguye en contra de que Paquito dirija el venerable Fondo, es que él no nació en México; es mexicano, no hay duda, pero no de nacimiento.

En consecuencia, en contra de la Constitución más violada que existe en el planeta, hay mexicanos de primera y de segunda: los mexicanos por nacimiento y los otros.

PILÓN.2- Desde que pude viajar y andar por ahí, los taxis de Nueva York han sido amarillos y así creo que seguirán. En Londres, me contó mi hermano Fernando Alcalá, la altura de los taxis, que han sido siempre negros, se medía con un caballero que cupiera sentado con su sombrero de copa puesto. No le creo, pero me divierte.

Los taxis en México que yo recuerdo tuvieron que disfrazarse de cocodrilos verdes, de abejorros amarillos o de putarracos rosa mexicano. Lo que le diera la gana al vendedor de pinturas o de logotipos o de ordenamientos.

Para beneplácito de los talleres de pintura automotriz y mercaderes de los esmaltes, los taxis y cualquier actividad relacionada con la capital de la república ahora tenemos que adoptar el discutido logotipo de la ciudad Sheinbaum.

Me encanta el saber que ya no hay moches.

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