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Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Félix Cortés Camarillo

Cancionero

Te llevaste mi vida con tu prisa

 

“Griten, griten hasta que se desgañiten”, gritaba él mismo ayer, el legislador Fernández Noroña, dizque del PT: de todos modos tenemos la mayoría.

Sí, es cierto. El Presidente tiene en sus manos la mayoría del Congreso y esa realidad, nos guste o no, es esencial de la democracia. Gracias a ella, el paquete económico para 2019 ha fijado un récord: es el que, históricamente, ha sido aprobado en menos tiempo. Presentado el sábado, el próximo jueves estará en vigor, después de haber sido estudiado, discutido, en lo general y en lo particular, votado y aprobado.

“Despacio, que tengo prisa”, es un viejo adagio que los integrantes del nuevo gobierno debieran recordar, encarrerados en su afán de agradar al Presidente, aprobando a todo vapor cuanta disposición manda al Congreso y poniendo en práctica cuanta sugerencia venga del titular del Ejecutivo. La prisa ha provocado que ya dos aspectos graves del paquete económico vayan a ser revisados; en el afán se satisfacer al amo, los maquiladores del paquete económico se cepillaron millonadas de lo destinado a universidades y a los servicios consulares que atienden a los paisanos en el extranjero. Es deseable que se meta reversa en esos y otros aspectos, como el de la cultura. Dos errores graves en dos días.

Tomemos, por ejemplo, el nuevo sistema de seguridad, suponiendo que podemos entender el galimatías del secretario del ramo, el señor Durazo, quien pretende desmilitarizar los cuerpos de seguridad… militarizándolos.

La eficiencia no está necesariamente casada con la premura. Por algo Dios nos puso dos ojos, dos oídos y una boca. Es necesario mirar dos veces, oír dos veces, antes de hablar una.

PILÓN.- En su momento se dijo aquí que los que vivimos de nuestro trabajo y dependemos de un salario encontramos inaceptable que nos reduzcan un peso de la paga. De la misma manera, pero con mayor intensidad, a quienes reciben salarios mínimos les ha causado singular contento el aumento a más de 102 pesos lo que hoy son ochenta. La medida es, en primera instancia, inobjetable; nadie puede estar en desacuerdo con que los que menos ganan obtengan mejor paga, aunque, como es el caso, siga siendo insuficiente para solucionar las necesidades elementales de una familia.

De todas formas, es una medida populista que provoca una simpatía al que la implementa; aunque la iniciativa haya sido un madruguete de la iniciativa privada, todo mundo le atribuye el crédito al presidente López Obrador.

En lo que nadie repara es que el aumento a los salarios mínimos, inevitablemente, tendrá incidencia en el índice de inflación. Conservadoramente, el gobierno de estreno estima que la inflación del año que viene será menor al 2%. Los especialistas le llevaban arriba del tres, eso antes del incremento al salario mínimo. Sucede algo similar con el crecimiento de nuestra economía. López Obrador, el candidato, hablaba de un crecimiento al 4%; su gabinete fija el crecimiento arriba del 2 por ciento. Los expertos lo ubican en 1.7%, a lo mucho.

 

 

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