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Dos de dos

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

Con naturalidad, los mexicanos recorremos nuestro país entre centros ceremoniales, iglesias, monasterios centenarios, un sinfín de bienes muebles e inmuebles que conforman un patrimonio cultural fantástico. Somos, en ese sentido, unos privilegiados. Pero ese privilegio trae aparejada una gran responsabilidad: La conservación. Los sismos del 7 y 19 de septiembre pasado tuvieron un impacto severísimo en nuestro patrimonio cultural. Estamos hablando de alrededor de 2,300 bienes inmuebles y 4,000 muebles (escultura, pintura de caballete, pintura mural, piezas de arte sacro, etcétera.) con afectaciones de diferente grado, ubicados en 11 entidades. La responsabilidad es federal. Se trata de la mayor afectación en la historia del Instituto Nacional de Antropología e Historia. La conservación no sólo atañe al bien inmueble o mueble en sí, sino también al factor de identidad para comunidades, municipios, ciudades y estados de la República. Los sismos cimbraron esa identidad.

Ante la emergencia, la secretaria de Cultura, María Cristina García Cepeda, cabeza del sector auténticamente volcó los trabajos de esa dependencia a la reparación de los múltiples daños. Fui convocado, junto con un grupo de especialistas notables —yo no lo soy—, a integrar un Comité Ciudadano que diera seguimiento a las actividades. La responsabilidad directa, sobre todo, del director del INAH, Diego Prieto, ha sido enorme, compleja y muy delicada. Enorme porque los destrozos se cuentan por miles. Compleja porque cada monumento u objeto requiere de una atención especializada. No existe un universo infinito de profesionistas que puedan reparar una cúpula del siglo XVII. A diferencia de la construcción de viviendas, los trabajos de restauración requieren de mucho conocimiento y paciencia.

Delicada pues, el INAH debe tomar en cuenta a las distintas colectividades vinculadas emocionalmente con los bienes. Además, la simple restauración condena en muchos casos al bien a una destrucción futura, por ello se les debe intervenir con nuevas tecnologías respetuosas de la esencia arquitectónica y artística. En un año, la Secretaría logró, a través de seguros, de fondos especiales como Fonden, y de donaciones, cubrir con recursos  todos los bienes dañados. Por supuesto, en muchos casos, los trabajos están en curso, pero el esfuerzo ha sido consistente, incluido el de transparentar el uso de los recursos. (Ver https://restauracionpatrimonio.cultura.gob.mx.)

Las lecciones han sido varias. 1.-El patrimonio cultural tiene una gran convocatoria a nivel nacional. 2.-Gracias a que las finanzas públicas están sanas, el gobierno federal pudo brindar apoyo. 3.-Muchas comunidades, ciudades y entidades dependen económicamente de los bienes del patrimonio cultural. La responsabilidad debería ser compartida también con usuarios, la Iglesia católica, por ejemplo. 4.-Sería muy conveniente la creación de un fondo especial con aportaciones sistemáticas de los beneficiados, las empresas turísticas, de hospitalidad, de transporte, etcétera, para no depender exclusivamente del Presupuesto de Egresos de la Federación y así estar preparados para los próximos eventos que son inexorables.

La segunda reacción muy loable provino del sector privado, con la instalación del Fideicomiso Fuerza México, con un Comité Técnico tan amplio como plural. Desde la primera reunión del comité se hizo explícita la necesidad e intención de que las acciones solidarias fueran totalmente transparentes. Para comenzar, todos los integrantes firmamos una declaración de no conflicto de interés y se adoptaron las normas de transparencia del sector público, sin existir obligación alguna. La discusión de las prioridades fue clave para lograr un mayor impacto. El fideicomiso ha atendido alrededor de cinco mil viviendas, 14 escuelas, 12 clínicas, dos centros comunitarios y cuatro bienes del Patrimonio Cultural, beneficiando a más de 40 mil personas afectadas. La recaudación de más de 400 millones de pesos se multiplicó por tres gracias a las aportaciones privadas. El sitio de internet del fideicomiso (fideicomisofuerzamexico.com) es ejemplar por la transparencia de los contenidos y por la sencillez y amabilidad del diseño.

A un año de la tragedia, se puede decir que tanto en el sector público como en el privado hay experiencias serias, consistentes, transparentes y en muchos sentidos ejemplares. Profesionalismo y solidaridad reales. Se puede.

Felicidades a los responsables.

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