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Definiciones

Federico Reyes Heroles

Federico Reyes Heroles

Sextante

Un dislate más de un funcionario menor, una simple anécdota. No, el incidente delata mucho más: una forma de razonar inserta en la 4T. No es un hecho aislado. Se revivió la premisa de que, en ciertas condiciones, la violencia es válida. Suena revolucionario, pero es el retorno a la justificación de la barbarie.

“...cuando un comando de valientes jóvenes de la Liga 23 de septiembre intentó raptarlo se desató una balacera en la que perdieron la vida don Eugenio y sus escoltas... y dos guerrilleros”. Ellos sólo querían secuestrarlo y pues... salió mal. Lo mataron, ése es el hecho. Los “valientes” pertenecían a un grupo subversivo que secuestraba, mataba y lo que hiciera falta para, así, obtener recursos para sus fines superiores. Cada quien que se invente los suyos. La violencia al servicio de las entelequias. Ante la cerrazón política y la división de la sociedad, “muchos jóvenes buscaron cambiar las cosas por la vía violenta”, tal el razonamiento del hoy exservidor.

Hay un punto de inflexión. La cerrazón política era real, la división también, la desesperación merodeaba. Los hechos están allí, eso fue lo que detonó la apertura política. Pero al calificarlos de “valientes” se incorpora el discurso de justificación: se vale matar. Luego, matar es valiente; cuidado, porque en la apología de las transformaciones en que estamos inmersos hay una exaltación indirecta de que, en ciertos momentos, la sangre es necesaria. Cuidado, porque despreciar a las instituciones, mandarlas “al diablo”, es un abierto coqueteo con la violencia. Cuidado, porque pisotear el derecho de tránsito durante semanas por la inconformidad ante la elección de 2006 fue un acto violento. Cuidado, porque convertir en aliado a la CNTE, que siempre ha defendido la violencia como una de sus estrategias, se puede revertir, ya vimos los amagos a los legisladores. Cuidado, porque la simple mención de negociar con delincuentes subvierte al Estado de derecho. Ése es el contexto.

Para qué segar la vida de uno de los mayores empresarios que ha dado México, uno de los mexicanos que más ha hecho por la educación en nuestro país al fundar el Tecnológico de Monterrey. O quizá los “valientes” odian la riqueza. Hizo bien la Secretaría de Cultura en deslindarse: “No hay ninguna causa que justifique la violencia... representamos a un movimiento pacifista”. Pero la gran mayoría morenista guardó silencio. A ello agréguese premiar a los sobrevivientes del ataque al Cuartel Madera, donde hubo muertos de los dos lados, es decir, guerrilleros... y soldados. Lo mismo ocurrió durante la Guerra Sucia. Son varias las señales, de allí el resquemor nacional. Hasta dónde está dispuesta la 4T a modificar leyes y comprimir los cimientos del pacto democrático mexicano, que pasa por respetar al INE y garantizarle los recursos para su operación, por respetar a la CNDH en su autonomía y, sobre todo, por descartar la violencia como arma política. Las dudas se extienden: revocación del mandato para sí mismos, tolerancia a la Ley Bonilla, amenaza de modificación a modo de la SCJN. Hay anclajes de nuestra democracia que parecieran estar en la mira. Ése es el contexto en que el atributo “valientes” y la premiación sublevan. Qué pensarán en las Fuerzas Armadas. A Echeverría se le responsabilizó de alentar el rencor contra los empresarios. Don Eugenio murió en ese ambiente. ¿Acaso repetimos?

Ante las dudas generadas, es momento de definiciones. El Presidente y Morena deben asentar sus principios con toda claridad: creen en el “comunismo”, en la reelección, en los “valientes”, en cierta violencia o son verdaderos demócratas del siglo XXI. Representan al Estado, esas definiciones básicas les allanarían el camino. “Depurar el lenguaje” es el punto número 11 del ideario de don Eugenio Garza Sada que bien harían en aplicar en la 4T.

Casi medio siglo después de su muerte, don Eugenio sigue dando batallas. En su nombre se exige una redefinición de un régimen democrático y pacifista, sin valientes.

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