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Una tormenta perfecta

Federico Döring

Federico Döring

 

 

El Banco de México informó que este año difícilmente se alcanzará el .5 por ciento de crecimiento. Llevamos dos recortes de pronósticos de crecimiento económico por parte de la Secretaría de Hacienda, cuyo titular, Arturo Herrera, sonó ya las alertas y nos pidió a los mexicanos prepararnos para la recesión económica que se nos viene con inminencia.

“Austeridad y buen gobierno” son las banderas con las que se presentó tanto a nivel federal como en nuestra ciudad de México el nuevo gobierno. Quizá de un lado las banderas sean por decirlo de alguna manera una expresión bien intencionada de lo que pretendían ser y hacer como gobierno, pero en el reverso de estas banderas se aprecia la leyenda de “incapacidad y desgobierno”.

En el caso del gobierno local en su primer año, más allá de la evaluación de sus políticas públicas, que ya de por sí es difícil identificar o ubicar algún programa que hayan echado andar medianamente innovador y eficiente, está la evidente falta de capacidad de los distintos funcionarios locales para traducir en hechos sus definiciones de gobierno, y el panorama es, por decir lo menos, desalentador.

A ello debemos sumar la proclividad a mentir de los gobiernos de Morena, por ejemplo: dicen que eliminaron como política de austeridad 172 plazas de su estructura, sin embargo los números arrojan otra realidad. Su discurso de austeridad se estrella cuando se revisa el capítulo de servicios personales del gobierno de la CDMX, después de todos esos ajustes y discursos rimbombantes, representó el primer semestre un mil 063 millones de pesos más que en 2018, al pasar a 35 mil 302 millones de pesos contra 34 mil 239. Critican que las compras públicas se hacían mediante procedimientos opacos en el pasado, sólo en el gobierno de López, 74 por ciento de los contratos se ha otorgado mediante la adjudicación directa. Justo el proceso en el que se dan los sobreprecios y los beneficios a los compadres.

Pese al mal clima económico y financiero que está a la vista, a la Ciudad de México le han reducido 48 por ciento en ingresos por convenios con la federación el primer semestre, comparado con el año anterior, por cinco mil 024 millones de pesos, y la iniciativa del PAN para promover el rescate del Fondo de Capitalidad es ignorada por la tosudez de un gobierno que sigue pensando, que cree en los milagros y rechaza la evidencia y las advertencias de su propio secretario de Hacienda. Sin embargo, el indicador que convierte el mal clima en tormenta perfecta es el hecho de que este gobierno no sabe gastar y la evidencia es el grave subejercicio que presentan, y nos saldrá carísimo esperar a que aprendan.

La única esperanza para la actividad económica es el gasto del gobierno capitalino para paliar las consecuencias del fracaso económico del gobierno federal y el subejercicio de 232 mil 100 millones de pesos a agosto. Ojalá que los impuestos de los capitalinos no naufraguen y se queden a la deriva del subejercicio.

Para superar una tormenta, se requiere firmeza en el timón y la pericia de una buena tripulación, pero en su tozudez de trazar nuevas rutas desconocen las cartas de navegación, ocultan datos, temen ser fiscalizados porque actúan con opacidad, encerrados en su cabina están desoyendo las demandas y preocupaciones de los ciudadanos. La ciudad no lo merece, ni nuestro país, porque así vamos directo hacia una tormenta perfecta.

 

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