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Otro chivo expiatorio

Federico Döring

Federico Döring

La trama de la escandalosísima línea dorada empieza a tejer su desenlace, con una conclusión que suena más que a justicia real a una buena farsa.

A un intento de sepultar un problema más que resolverlo, a nadie le quedará duda de que algunos quisieran darle carpetazo de una vez y para siempre, cuanto antes.

Recordemos que los problemas asociados a la suspensión de la Línea 12 por sus múltiples fallas técnicas le explotaron a la pasada administración.

Un funcionario de medio pelo y sin filiación política fue puesto en bandeja para tratar de acallar un gran escándalo de corrupción de miles de millones de pesos.

Enrique Horcasitas, quien fue encargado de la construcción de la Línea 12 del Metro, pero que además, no sólo burló toda pretensión judicial del gobierno de la Ciudad de México, sino que, además, logró quitarse la inhabilitación por 20 años para ejercer cualquier cargo público y una sanción de siete millones 800 mil 130 pesos.

Un gran número de preguntas quedó sin respuesta.

Para sorpresa de todos, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México informó esta semana la detención de Salvador Trejo Nava, exjefe de Unidad Departamental del Proyecto Metro, acusado del delito de fraude en agravio al gobierno de la Ciudad de México, y quien, previamente, ya había sido inhabilitado y sancionado por mil 613 millones de pesos por supuestamente no haber supervisado la obra civil y electromecánica.

Sin embargo, no se establece el daño patrimonial o el nivel de responsabilidad.

La detención es simplemente por fraude.

¿Será que pretendan hacernos creer que con el encarcelamiento de otro personaje y de cuarto nivel, se cierra el caso?

No es menor destacar que esta acción judicial se da en medio de una coyuntura que pone al descubierto que ni las escaleras eléctricas funcionan en el Metro.

Si tuvieran un verdadero interés por esclarecer los problemas que aquejan al Metro, los grandes y los pequeños, porque todos han convertido al sistema de transporte en una coladera, podrían comenzar a echarle una buena revisada a todo.

Pero, volviendo al tema de la Línea 12, la mala señal que mandan podría ser que uno de los más graves escándalos de corrupción en la historia del Metro, pretendan resolverlo con otro “chivo expiatorio”.

Es fundamental que no estén buscando hacernos creer que con esto se cierra tantos años después el penoso episodio de la línea dorada.

El cuerpo del delito es enorme como para sepultarlo en una fosa tan pequeña.

Si la intención es legalidad, en el esclarecimiento total y la transparencia, no sólo deberíamos presenciar la captura de responsables de mediano o bajo perfil, porque falta quienes en ese gobierno actuaron con dolo y sin supervisar la calidad de la obra, y eso debe ocurrir sin importar afiliaciones políticas ni nivel jerárquico.

Así que ya quisiéramos ver esta contundencia en las acciones de la autoridad en contra de los reales responsables, al tiempo.

 

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