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El año perdido

Federico Döring

Federico Döring

 

La actual administración al frente del gobierno de la Ciudad de México, a cargo de Claudia Sheinbaum acaba de cumplir su primer año, y su arranque no podía ser peor.

Fuera de los márgenes políticos, la fotografía del actual gobierno es desalentadora, incluso hasta preocupante, por los pobres resultados que entrega en un ejercicio de rendición de cuentas a la ciudadanía.

Es un año de nada, de fracaso tras fracaso, de una decepción tras otra. Es quizá el peor inicio de una administración desde 1997, año en el que la vocación política de la ciudad cambió.

Desde dinamitar los modelos de participación ciudadana, pasando por los escandalosos incrementos a la violencia, así como la inestabilidad de un Gabinete que no termina de consolidarse, la Jefa de Gobierno cierra un año de frustraciones a los ciudadanos y de malogros en la política.

En sólo unos cuantos meses , la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum,  mostró la ineficiencia para armar un equipo de trabajo, con bajas en el Gabinete, reacomodos con los que se busca alinear una estrategia que no encuentra su camino, al dar bandazo tras bandazo.

Los titulares de las secretarías de Desarrollo Económico, de Seguridad Ciudadana y del Órgano Regulador de Transporte, fueron algunos de los funcionarios que no lograron cruzar el umbral del primer año, que fueron destituidos por falta de resultados, por no estar en línea con sus prioridades, cualesquiera que estas sean.

Falló también la planeación presupuestal de la ciudad, con un subejercicio de casi 47 mil millones de pesos para el cierre del año.

Demasiado dinero como para pensar que sólo fue un año de propedéutico. No saben cómo ejercer el presupuesto, cómo planear su aplicación ni cómo hacer el mejor uso de él en beneficio de los ciudadanos.

El actual gobierno también ha dejado asomar su lado más oscuro. Tiene rasgos autoritarios, evidentes al querer imponer un “fiscal carnal” al frente de la Fiscalía General de Justicia, en el marco de un incremento desproporcional de la violencia en la ciudad, especialmente la de género, lo que contrasta con la llegada de la primera mujer a la Jefatura de Gobierno.

Tampoco le apuesta a la participación ciudadana, con una consulta de presupuesto participativo y elección de comités aplazado, en espera de una nueva ley a modo que no garantizará la representatividad ni inclusión de los capitalinos.

Hay únicamente dos aciertos que reconocer: en una realidad de violencia desbordada, la llegada de Omar García Harfuch a la Secretaría de Seguridad Ciudadana es un paso en la dirección correcta; asimismo, la designación de mujeres abogadas dentro de las agencias del ministerio público para dar asesoría especializada a mujeres víctimas de delitos de género.

En resumen, la realidad no es de interpretación partidista, mucho menos un grito vacuo lanzado desde la oposición, es el franco reclamo de lo poco que hay que celebrar en la ciudad y de la frivolidad con la que las actuales autoridades festejan su primer aniversario.

 

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