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Trump y el incremento de la amenaza nuclear

Esther Shabot

Esther Shabot

Catalejo

 

La llegada de Donald Trump a la Presidencia de Estados Unidos detonó un proceso de cambio para mal en el delicado tema de la no proliferación nuclear. Desvincularse del acuerdo firmado en 2015 entre Irán, por una parte, y Estados Unidos, Rusia, Inglaterra, Francia, China y Alemania por la otra, constituyó uno de los objetivos más perseguidos por el nuevo inquilino de la Casa Blanca. Calificado por él como “un acuerdo nefasto” fue abandonado por Washington el año pasado, no obstante las evidencias presentadas por la Agencia Internacional de Energía Atómica y avaladas por los otros cinco firmantes del acuerdo, de que Irán estaba cumpliendo con lo comprometido. A partir de ahí, las sanciones contra el país persa han sido reimpuestas de manera enérgica, generando un clima cada vez más crítico y peligroso en la zona del Golfo Pérsico, donde los incidentes y confrontaciones han estado a la orden del día, con gran despliegue de sofisticada parafernalia militar.

Ante todo esto, el régimen encabezado por el presidente iraní Rohani ha anunciado que como reacción, empieza ya a dar marcha atrás en algunos de los compromisos asumidos dentro del acuerdo de 2015. Por principio ha dejado de cumplir con los límites establecidos para la producción de uranio enriquecido, invocando los artículos 26 y 36 del acuerdo, los cuales le permiten tomar esa decisión si las otras partes reintroducen sanciones relacionadas con el tema nuclear. De ahí que la caja de Pandora se haya abierto ya, con lo que el mundo regresa a vivir bajo los riesgos inherentes al desbocamiento del apetito nuclear para fines bélicos de un puñado de naciones.

Un apetito compartido, por cierto, por diversos actores regionales, el más conspicuo de ellos, Arabia Saudita. Así que no sólo está renaciendo la amenaza nuclear iraní tras la decisión de Trump de salirse del acuerdo, sino que tal medida ha sido el banderazo de salida para el impulso a la carrera nuclear del Reino encabezado hoy por el príncipe Mohamed Bin Salman. Carrera que, curiosamente, está siendo energizada por Trump, que en este caso parece tener mucho que ver con jugosos negocios emprendidos desde la Casa Blanca.

Y es que el presidente Trump ha dado ya luz verde a diversas compañías norteamericanas para trabajar en proyectos nucleares en Arabia Saudita. ¿Negocio? De acuerdo con un reporte reciente del Comité de Vigilancia del Congreso de EU “…con relación a Arabia Saudita, la administración de Trump ha obliterado virtualmente las líneas que separan las políticas gubernamentales de los intereses corporativos y foráneos… la evidencia recogida y analizada levanta serios cuestionamientos acerca de si la Casa Blanca está dispuesta a colocar las potenciales ganancias de los amigos del Presidente por encima de la seguridad nacional del pueblo norteamericano y del objetivo universal de prevenir la expansión de las armas nucleares”.

Una revisión del curso de los acontecimientos revela que las acusaciones sauditas a Irán, de pretender hacerse de armamento nuclear de manera subrepticia tras el acuerdo del G5+1 de 2015, le sirvieron al Reino para apuntalar la decisión de Trump de romper tal acuerdo. Ahora, la justificación saudita para emprender, con ayuda de compañías norteamericanas, su propia carrera nuclear, es precisamente que ya con el acuerdo violado y disminuido, el gobierno iraní declara abiertamente que está en vías de transgredir los límites a los que se había sujetado cuando firmó el acuerdo con sus contrapartes. En este contexto, el resultado está siendo que la administración Trump no sólo ha legitimado las aspiraciones sauditas de desarrollar un proyecto nuclear completo, sino que ha abierto el camino para la transferencia al Reino de la sofisticada tecnología necesaria para producir un arma nuclear y para que por añadidura aparezcan nuevos aspirantes a lo mismo bajo la justificación de la necesidad del equilibrio nuclear.

¿Cómo se detendrá ahora esta dinámica perversa? Porque cada día se vuelve más claro que las decisiones de Trump en ese terreno han estado destruyendo los mecanismos que, con amplio apoyo internacional, estaban siendo útiles para contener las ambiciones nucleares regionales. No hay que olvidar que en el Medio Oriente existen múltiples confrontaciones por motivos religiosos, étnicos, territoriales y económicos con un enorme potencial explosivo. ¡Por si al mundo le faltaran amenazas!                                                                             

 

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