Logo de Excélsior                                                        

En Yemen, millones al borde de la muerte

Esther Shabot

Esther Shabot

Catalejo

Este conflicto, originalmente detonado por la disputa por el poder entre las fuerzas sunnitas dominantes en Yemen y los rebeldes hutíes de identidad religiosa chiita, ha venido escalando dramáticamente en su letalidad sin que se registre en el mundo una alarma proporcional a la magnitud de la tragedia en que se encuentra sumido el país.

Yemen es la nación más pobre del mundo árabe y su geografía impide la huida de millones de civiles desesperados, quienes, por lo tanto, no tienen la más mínima alternativa de encontrar asilo en algún lugar, como sí ocurrió en cambio con los casos de Siria, Irak o Afganistán. Además, es evidente que Yemen ha sido la arena donde miden sus fuerzas Arabia Saudita e Irán, enemigos acérrimos que se han encargado de atizar el fuego del conflicto mediante el apoyo de cada cual a su respectivo aliado: Arabia a los sunnitas de Yemen, e Irán a los chiitas hutíes.

Especialmente a partir de 2015, cuando la monarquía saudita inició su intervención directa apoyada por una alianza de países árabes sunnitas y por Estados Unidos, los operativos militares avasalladores y el bloqueo naval a puertos yemenitas han desencadenado una crisis humanitaria de proporciones inéditas.

Representantes del Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas (WFP), lo mismo que ONG yemenitas e internacionales acaban de demandar un cese inmediato al fuego, denunciando que 14 millones de personas están padeciendo una hambruna severa, además de los estragos de las epidemias que han cundido, en especial la de cólera, que ha diezmado a la población.

El representante del WFP, Herve Verhoosel, declaró el jueves pasado en Ginebra que su organización se encarga de alimentar a siete u ocho millones de yemenitas diariamente, pero que dado el empeoramiento de la situación, se está viendo en la necesidad de ampliar su cobertura, ya que cerca de 14 millones de civiles no tienen más alternativa que la de depender de la ayuda humanitaria para sobrevivir. 

Más recursos económicos son necesarios para paliar la hambruna, pero, simultáneamente, es urgente detener las hostilidades, encontrar una vía para la negociación y alcanzar acuerdos que pongan fin a la ordalía que ha vivido el pueblo yemenita a lo largo del último lustro. Y es que a pesar de que el caso de Yemen está teniendo más resonancia internacional ahora tras el escándalo del asesinato del periodista saudita Khashoggi, las hostilidades continúan a todo vapor: aún en estos días se registra una embestida de jets fighters sauditas y de los Emiratos contra el vital puerto de Hodeidah, en el Mar Rojo, con lo que la destrucción de infraestructura de importancia vital, y el bloqueo de las vías de abastecimiento de productos básicos para la población, siguen agudizando la crisis humanitaria.

De tal suerte que el enviado de la ONU para Yemen, Martin Griffiths, está tratando de promover pláticas entre las partes contendientes, que se llevarían a cabo a finales de este año. Ante la presión, el vocero del Departamento de Estado de EU, Robert Palladino, ha declarado que, en efecto, urge el cese de hostilidades y la instalación de una mesa negociadora. Sin embargo, el exembajador norteamericano en Yemen, Gerald Feierstein, ha reconocido que aunque las declaraciones de Pompeo, secretario de Estado, y Mattis, secretario de Defensa, han ido en ese sentido, es necesario darle al caso Yemen más atención de la que se le ha prestado y dejar de darle largas a un tema del que depende la vida de tantos millones de personas. Para ello, sería clave restaurar la colaboración con los británicos, quienes han jugado un papel muy importante al respecto dentro del Consejo de Seguridad de la ONU.

A unos días de haberse celebrado las elecciones de medio término en Estados Unidos, que resultaron en un Congreso con mayoría demócrata, ya se escuchan voces como las de Brian McKeon y Caroline Tess, de la revista Foreign Affairs, que exhortan al nuevo Congreso a actuar para que EU se abstenga tanto de abastecer a la aviación saudita que bombardea a Yemen como de proporcionarle a la monarquía apoyos de inteligencia para la operación de esta guerra que, una vez más, pone en entredicho el eslogan de “nunca más”, acuñado tras las atrocidades perpetradas durante la Segunda Guerra Mundial.

 

Especialista en asuntos de Oriente Medio

 

Comparte en Redes Sociales