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Iglesia y Morena, por Guadalupe

Enrique Aranda

Enrique Aranda

De naturaleza política

En los próximos días, empresarios capitalinos y del Estado de México deberán confirmar el formal arranque de los trabajos del denominado Camino de Juan Diego, un singular proyecto de desarrollo que, amén de sus innegables potencialidades de carácter económico y social, constituye una oportunidad inmejorable para cerrar la indiscutible brecha ahora existente entre autoridades de la Ciudad de México y del gobierno federal de extracción morenista, con la cúpula de la Iglesia católica.

Hablamos del proyecto de Reordenación y Dignificación de la Villa de Guadalupe, que, impulsado desde su origen por el expanista José Luis Luege Tamargo, extitular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) durante el sexenio de Fox y de la Comisión Nacional del Agua (Conagua) durante el calderonismo, consiguió atraer ya la atención y apoyo de la (cuestionada) jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, para quien el mejoramiento del entorno urbano del norte de la capital, de la alcaldía Gustavo A. Madero en concreto, constituyen una prioridad, igual que el de la Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), que lidera el arzobispo Rogelio Cabrera, y para la que, a la vista los 500 años de las apariciones de Nuestra Señora de Guadalupe en el Tepeyac, en 2031, constituye una oportunidad de indudable valía.

Se trata, en esencia, de aprovechar el incuestionable potencial económico y turístico del santuario mariano más visitado del mundo, con sus veinte millones de peregrinos anuales, entre seis y ocho millones en la primera quincena de diciembre, para avanzar en su revitalización que, entre otras cosas, implicaría la erradicación de prostitución, narcomenudeo y ambulantaje que, hoy, alientan un entorno inseguro y hostil para el visitante, para dar paso al rescate integral de la zona y su conexión, vía corredores seguros, con el Centro Histórico y Tlatelolco por ejemplo, más el impulso de alternativas de alojamiento, estadía digna –restaurantes y opciones de movilidad eficientes– y comercio en la propia zona.

Todo, insistamos, al margen la inigualable oportunidad que ofrece el proyecto para avanzar en el desarrollo de opciones de diálogo y trabajo conjunto entre el gobierno capitalino y la Iglesia católica e, incluso, con el gobierno federal donde, personajes específicos en concreto, parecen más interesados en alentar la confrontación y lejanía entre las partes que su eventual acercamiento en favor de los intereses de ambas.

El proyecto ahí está pues y, en principio, al menos, no suena mal.

 

asteriscos

* Al más puro estilo de la 4T, vale decir, el nuevo responsable de las finanzas nacionales, Arturo Herrera Gutiérrez, cumplirá ¡diez días desempeñándose como secretario de Hacienda y Crédito Público! cuando, el jueves, la Cámara de Diputados discuta y con toda seguridad (la mayoría del partido–gobierno) apruebe su ratificación. Antes, el martes, el espantado reemplazo de Carlos Urzúa comparecerá ante comisiones.

* Más tardó Andrés Manuel López Obrador en enviar la propuesta de Ángel Carrizales López a consejero de Pemex que, claridosa como es, Xóchitl Gálvez en acusarlo de buscar sorprender al Senado con la candidatura de un (¿ex?) funcionario de su gobierno, lo que la ley prohíbe que, además, fue rechazado ya dos veces, por su evidente impreparación para sumarse a la CRE, y otra a la posición que ahora lo vuelve a postular.

Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.

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