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Visitando museos

Columnista Invitado Nacional

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Por: Luis de la Torre *


Vicente Rojo: La destrucción del arte

El próximo marzo se cumplen dos años de que Vicente Rojo abandonó este mundo. El Museo de Arte Moderno nos lo trae a la memoria con una exposición muy amplia preparada para su instalación en vida del pintor, muestra que fue suspendida por la pandemia de covid-19.

Hoy, como reviviendo la poderosa imaginación del artista, nos encontramos con una sala llena de cuadros desconcertantes empeñados en la destrucción de un orden y, a la vez, creando otro que nada tiene que ver con la naturaleza vegetal ni con la naturaleza humana. Éste, es un orden geométrico que abandona el lenguaje figurativo, un orden que sorprende con el tratamiento del óleo y el acrílico, recreando la vista como un tapete persa y, enseguida, aparecen unos triángulos o hexágonos que, de pronto, son rasgados con costuras, trazos de hule y maderas podridas, como destruyéndolo para crear un todo nuevo, un nuevo concepto del arte.

Vicente Rojo fue un creador solitario. No era ajeno al mundo en que vivía, pero vivía más en el silencio, acumulando bastidores para pintar en serie, con la visión de un mundo que nada tuviera que ver con la descomposición de la humanidad.

Desde su Barcelona natal, desde los cuatro años, Vicente Rojo presenció la violencia de una guerra civil que trajo la ausencia de su padre, exiliado a Francia y luego a México. Él permaneció hasta los 17 años en la España franquista. Estudió pintura, pero le fastidió la escuela.

Llegó a México en el 49, al filo de la ruptura artística contra la escuela mexicana que proclamaba aquella frase de Siqueiros: “No hay otro camino que el nuestro”. Ya en México, la primera pintura de Vicente era figurativa, tenía las huellas de la guerra, los cuerpos destrozados, el grito de la angustia. Rojo vivió en refugios subterráneos a la espera de las bombas, sufrió viviendo el espectáculo de la sangre y las mutilaciones, fueron años atroces, violentos para un alma infantil. Al conocer la obra de ruptura que llevaban adelante Tamayo, Felguérez, Cuevas, Vlady, Ponce y demás, todo cambió para Vicente. Aquel movimiento lo empujó a encontrarse con su arte personal. Nada figurativo. Lo geométrico sería la forma continua para expresar su inconformidad con lo establecido. Buscaría en lo lineal, en la repetición de lo mínimo geométrico, en la simplicidad de lo vertical y lo horizontal de la letra “T” pintada infinitamente, como un encuentro con la verdad del todo.

Visitar la exposición Vicente Rojo: la destrucción del arte es recorrer, con cierto escepticismo, un mundo extraño que va ganando, poco a poco, el respeto y el reconocimiento de un artista excepcional, entregado a su fe y a su integridad. Vicente Rojo ha hecho retroceder de modo sorprendente los límites del arte de pintar, descubriendo un nuevo mundo pictórico a partir de lo geométrico, como si su pintura se hubiese sublevado contra una forma de ser para ser otra forma.

 

* Pintor y caricaturista

 

 

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