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No olvidamos: Europa sigue teniendo presos políticos

Columnista invitado Global

Columnista invitado Global

 

Por Raül Romeva i Rueda* y Bernat Solé i Barril**

*Excanciller de Acción Exterior del gobierno de Cataluña y preso político

**Canciller de Acción Exterior del gobierno de Cataluña

 

Presos en la Europa del siglo XXI por dar la voz al pueblo y hacer posible un referéndum democrático sobre la relación entre Cataluña y el Estado español. Hace casi tres años que nueve líderes políticos y sociales catalanes están presos por defender la democracia y dar la voz al pueblo con unas penas que suman un total de 100 años de prisión. Estas nueve personas, miembros del anterior gobierno catalán y de dos de las asociaciones civiles más importantes, así como la expresidenta del Parlamento de Cataluña, están encarceladas o forzosamente en el exilio, acusadas, entre otros, de los delitos de sedición y malversación. Hay que recordar que el delito de sedición implica necesariamente el uso de la violencia, a pesar de que en Cataluña no se vivió ninguna escena violenta por parte catalana. De hecho, la única violencia que se vio en todo el mundo fueron las cargas policiales contra los votantes del referéndum del 1º de octubre de 2017.

Tres años después, y con un gobierno socialista que llegó al poder definiéndose como “el más progresista de la historia”, la situación no ha cambiado. Los poderes del Estado siguen obstinados en judicializar un conflicto que sólo se puede resolver por la vía de la política. Un ejemplo claro de ello es la suspensión del tercer grado penitenciario a los presos, una decisión técnica que tomó hace unas semanas la administración penitenciaria y que fue revocada por el juez a instancias de la fiscalía. La misma justicia española impidió que los presos políticos pudieran pasar el confinamiento en casa, a pesar de la recomendación de la alta comisionada de Naciones Unidas por los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, que pidió a los gobiernos “liberar a toda persona detenida sin suficiente base legal, incluyendo a los presos políticos y otros detenidos simplemente por expresar opiniones críticas o disidentes”.

La diferencia de trato la observamos también con la actuación que ha tenido el gobierno del PSOE y Podemos con la huida del rey emérito Juan Carlos I. A pesar de las claras sospechas de corrupción sobre el monarca y que han sido destapadas por la prensa internacional, el gobierno de Pedro Sánchez facilitó la salida del país del rey emérito sin que rindiera cuentas ante la justicia.

Esta actuación por parte del sistema judicial contra el independentismo catalán demuestra que el Estado español actúa más por criterios políticos que por criterios técnicos. La propia fiscalía ha argumentado que los presos no saldrán de prisión si no reorientan su manera de pensar, una evidencia más que demuestra que las nueve personas encarceladas desde hace tres años son presos políticos.

Cualquier país tiene que velar por tener un sistema judicial independiente, neutral y justo, que no derive cuestiones políticas al ámbito judicial. El conflicto entre Cataluña y España sólo se resolverá haciendo política, tal como reclamamos desde hace tiempo. Es por esto que forzamos la convocatoria de una mesa de negociación con el Estado, porque hablar y negociar son las únicas vías para avanzar. Una mesa que, lamentablemente, sólo se ha reunido en una ocasión, a causa de la falta de voluntad del gobierno español de cumplir con sus compromisos. El independentismo catalán sigue reclamando afrontar este conflicto como hacen las democracias maduras: con diálogo y democracia. Dar la voz al pueblo es la única manera de desencallar la situación; no se resolverá nunca por la fuerza o con prisión y exilio.

Mientras tanto, los derechos humanos siguen vulnerándose en el Estado español, a pesar de las reiteradas peticiones de libertad que han hecho entidades como Amnistía Internacional o la Liga de los Derechos del Hombre. Europa no puede dar la espalda a esta situación, porque lo que vive Cataluña examina la calidad democrática en todo el continente. No olviden: Europa sigue teniendo presos políticos.

 

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