Logo de Excélsior                                                        

Una sugerencia a la maestra Delfina

Clara Scherer

Clara Scherer

 

Tres años son, usted lo sabe bien, muy poquitos para impactar en un sistema nacional tan enorme. Pero cuando se es mujer y se tiene claridad, el trabajo por hacer para lograr la urgente igualdad de derechos, es ocasión propicia para sembrar una inquietud en las infancias y adolescencias que hoy están bajo su responsabilidad.

Como decía Rosario Castellanos, “mujer que sabe latín, puede que no tenga marido, pero ahora ella decide su fin”. Segura estoy de que usted conoce bien la obra de esta genial mexicana y reconoce como cierto eso de que “…desde que nace una mujer, la educación trabaja sobre el material dado para adaptarlo a su destino y convertirlo en un ente moralmente aceptable, es decir, socialmente útil. Así se le despoja de la espontaneidad para actuar; se le prohíbe la iniciativa de decidir: se le enseña a obedecer los mandamientos de una ética que le es absolutamente ajena y que no tiene más justificación y fundamentación que la de servir a los intereses, a los propósitos y a los fines de los demás”.

Me dirá que las cosas han cambiado, que ya muchas mujeres han tenido y tienen grandes oportunidades, como usted misma y todas las que hoy ocupan cargos relevantes y las que ya estarán trabajando para ser candidatas en diversos partidos, pero, no hay duda, todas siguen sirviendo a los propósitos de ¿los demás, los suyos, los de uno? A saber. Lo que se mira es que no hay quién atienda los reclamos y las necesidades de más de la mitad de la población: las mujeres.

No mencionaré a las víctimas de feminicidio ni a quienes son maltratadas de forma brutal ni a las que se niega el derecho a estudiar. Sólo le recuerdo que la educación debe orientarse al servicio de la transformación social y no habrá mayor transformación en este país, que la igualdad de derechos. El objetivo de Desarrollo Social 5, tiene como finalidad “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”. https://es.unesco.org/themes/educacion-igualdad-genero

Por ello, la sugerencia es que desde 5º de primaria, niñas y niños lean y debatan sobre las ideas de Rosario Castellanos. Así, no sólo se promueve el pensamiento crítico, la igualdad de derechos, sino también, el absolutamente necesario apoyo a la lectura.

¿Qué sucedería si desde 1º de secundaria, las maestras y maestros leyeran junto con sus alumnas y alumnos Ciudad Real? ¿La discriminación hacía las personas que pertenecen a pueblos indígenas cambiaría? Difícil saberlo hasta no probarlo. Quizás, lo que cambiaría sería la comodidad de aquellos que aún se asumen superiores.

O ¿si en segundo y tercero se leyeran Balún Canán y Oficio de Tinieblas? Otra manera de narrar la historia nacional, que no la de aquellos heroicos señores que ¿nos dieron patria y libertad? Ya en la preparatoria, urgiría leer Sobre Cultura femenina, para dejar claro que no hay nada más que seres humanos con dolores, tristezas y alegrías, que ni los hombres han sido lo que cuentan, y que las mujeres no han podido desplegar sus talentos por esos estorbosos prejuicios.

De sus poemas, recordarían que: “Nunca digas que es tuya la tiniebla,/ no te bebas de un sorbo la alegría./ Mira a tu alrededor: hay otro, siempre hay otro./  Lo que él respira es lo que a ti te asfixia,/ lo que come es tu hambre./ Muere con la mitad más pura de tu muerte.” Dice Carlos Mora A. sobre Rosario: “Provocaba con su literatura hecha poesía o ensayo, porque en sus deseos estaba el querer despertar la conciencia de las mujeres y los hombres de su generación” (¡anotaría que de todas las generaciones!).

Maestra Delfina, que su labor al frente de la SEP marqué un antes y un después. Los resultados no serán inmediatos, como sucede casi con cualquier política pública, pero muchas mexicanas y mexicanos le agradecerán haber podido leer a esta escritora sin igual. Su paso por las aulas (o por los medios electrónicos) será memorable.

Y no hay manera, al menos para mí, de despedirme sin mencionar un verso del poema Meditación en el umbral”: “Debe haber otro modo que no se llame Safo/ ni Mesalina ni María Egipcíaca/ ni Magdalena ni Clemencia Isaura./ Otro modo de ser humano y libre/ Otro modo de ser”.

 

Comparte en Redes Sociales