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Las adelitas

Clara Scherer

Clara Scherer

Para much@s, el recuerdo viene a la memoria con todo y canción. Pero ya tenemos dos viñetas, dos realidades muy distintas. Y como siempre han dicho, la historia se repite, pero la primera vez como tragedia y la segunda, como comedia. Estamos instalad@s en la comedia más trágica de la que pueda haber memoria, en este maravilloso país, con sus innumerables transformaciones.

“Las adelitas permanecieron olvidadas, a la sombra de una historia escrita y contada por los hombres. Sin embargo, los “valientes” camino a la gloria, fueron acompañados, amados, respetados, curados, alimentados, fortalecidos y defendidos por esas mujeres”, (http://sociedadcivil.pri.org.mx/Articulos/Articulo.aspx?y=9415) siempre fieles, leales, cual mascotas a las que sólo les importaba estar “al lado de su Juan”, aunque el tal Juan las golpeara, traicionara, olvidara. Historia melcocha que a ver quién se cree. Pero así la contaban.

La otra viñeta, menos descolorida, mucho más melcochuda, la cuenta Tania Sánchez Garrido: “Tras el presunto fraude electoral en julio del año 2006 se articuló un colectivo de personas simpatizantes con el autoproclamado “presidente legítimo de México”, Andrés Manuel López Obrador (AMLO).

https://www.redalyc.org/pdf/4195/419545116006.pdf

“Durante los eventos, las más jóvenes simulaban ser perseguidas; corrían y se detenían para alertar a la gente con gritos desesperados: “Auxilio, socorro, nos roban el petróleo”. Además del género, otra noción reiteró los significados de inferiorización y articuló prácticas de exclusión: la clase. Algunos lugares comunes en la percepción de las mujeres de la Brigada 8 acerca de las personas a quienes interpelaban en la calle —principalmente durante las acciones de brigadeo—, originó nuevas barreras. Georgina y Elvia comentaron: La gente más roñocita de aquí es la que no nos recibió el volante. Sí, esos tipos que estaban en el restaurante trabajando como valet parking, ¿cuánto pueden ganar? De sólo verles las chanclas que traían, me dije, ‘con razón se hacen los ofendidos, pues piensan que si te haces pasar por panista perteneces a la alta sociedad’. A nosotras nos miraron como diciendo ‘¡qué nacas, qué horror!’, y se burlaron diciendo, ‘ah, es que son las viejas de López Hablador’ [...]. En cambio, personas mucho muy honorables, gente de dinero, sí recibieron los volantes”.

Así fueron “entrenadas”, 5 lecciones de sumisión. No sorprende que ya en el poder, esas mujeres entrenadoras de otras, deslegitimen a quienes buscan justicia por sus hijas, hijos, ellas mismas. Lo importante es “el petróleo”. ¿Dónde conseguían los recursos para volantes, disfraces, etcétera? Quizás, las herencias de Leona Vicario se destinaron a esa “noble causa”. Por eso, acusaron a esa desconocida, que llegó en un lujoso automóvil (Leona lo haría en una calesa tirada por corceles westfalianos dirigidos por un mozo de librea) a dejar víveres a las muy desesperadas mujeres que okupan y dan buen destino a la CNDH.

A las que marcharon y pretendían llegar al Zócalo (escriturado rápidamente a los cercanos a “su Juan”), hay que enviarles policías mujeres, para que “las acompañen”. ¿Por qué, en aquellos lejanos días de defensa de “nuestro petróleo” no pidieron el “acompañamiento” de las policías mujeres? Claro, porque ellas tenían una causa legítima y nadie las iba a atacar.

¿Será? O mejor, imaginemos el escándalo que hubieran armado y los golpes a esas pobres, que sólo cumplían con su trabajo. No. La violencia no es el mejor camino, pero si en menos de unos cuantos días, la Jefa de Gobierno puede “desenmascarar” a quienes patrocinan y sostienen a las que se atrevieron a tomar la CNDH, ¿por qué no pueden detener a feminicidas, violadores, agresores de las mujeres? Ellas, las mujeres ocupantes de la CNDH han recorrido cuanta oficina asegura les dará algún resultado y lo que han encontrado es humillación, burocratismo, burlas y la recomendación de “mejor, olvide el agravio e intente ser feliz, pues ya está en marcha la 4T y todo cambiará”. ¡Auxilio, socorro, nos roban hasta el decoro! ¡Ah, y ahora nos enteramos que hay un “patriarcado nocivo”! ¿Habrá uno no nocivo? ¡Claro! El de “su Juan” obsesionado por las elecciones.

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