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Entre Xiye y Tultepec

Clara Scherer

Clara Scherer

 

 

Xiye nació y creció en el siglo XXI. Su pueblo, San Pedro Tultepec (cerro del tule), donde construyeron su casa y su comunidad los otomíes, mucho antes del siglo XIV. Palabra ésta, otomí, de origen nahua cuyo significado es “el (la) que camina con flechas”. Cuando todavía había una laguna en esa zona, Tultepec era una isla, donde crecían las cercetas verdes, azules y cafés; los patos golondrino, cucharón, panadero, tepalcate, chaparro y cuaco, y la gallareta. Y ajolotes, renacuajos, quintoniles, berros y el tule.

Tultepec fue conocido como el pueblo de los meros meros petateros. El tule se convirtió, desde antaño, en mueble de cualquier morada. Servía de cama, mesa, tapete. Se transformaba en bolsa, mecate, aventador. Canastas y canastones fueron pintados y en manos de artistas muy reconocidos dieron la vuelta al mundo. Sin tule, era imposible la vida cotidiana. Era trabajo, hobby, vestimenta. En las festividades, imposible celebrar si no había tule. Era indispensable. Pero, eso fue antes de que decidieran secar la laguna. Para 1960, el tule pasó a ser un casi recuerdo. Sólo las personas mayores saben ahora lo que fueron aquellos verdes tiempos. Hoy, el pueblo se dedica a los muebles artesanales. Muy pocos saben del cuidado y del tejido del tule. 

Ya metidos y comprometidos con la artesanía del mueble, en 2015 hubo una terrible inundación, que los periódicos reportaron: “Las inundaciones por lluvias y el desbordamiento de ríos en el Estado de México se extendieron este fin de semana para superar las mil viviendas afectadas y cientos de hectáreas de cultivo perdidas. En Tultitlán se contabilizaron 600 casas dañadas a partir del jueves”.

https://mvsnoticias.com/noticias/estados/afectan-inundaciones-a-mil-vivi...

Una de esas casas fue la de Xiye. Sus padres decidieron buscar nuevo destino y llegaron con Xiye a Nueva York. La chiquilla, de 13 años, aprendió a hablar inglés y la importancia de alzar la voz. Participar en política, luchar por los derechos que pueblos enteros, como el de ella, han sido arrasados por “el progreso”, que también ha empujado al ya famoso y lamentable cambio climático. Su vida, trastocada por el agua, siendo que su comunidad aprendió a lo largo de milenios a convivir con el agua. Paradojas que le enseñaron a no dejarse vencer.

Xiye Bastida. Joven mujer indígena-chilena, o sea, todo para no poder ni asomar la nariz. Los prejuicios, los estereotipos, no pudieron con el ímpetu de su compromiso. Por supuesto, seguidora de la muy conocida por valiente Greta Thunberg, no se confunde. Ella la ha inspirado, pero está consciente de su propia historia, de la de su pueblo a orillas de la laguna, de la tristeza enorme de quien se tiene que exiliar para poder desarrollarse como ser humano. 

Camina con palabras convertidas en flechas, disparando a un tiempo, directas al corazón y al cerebro: “Necesitamos cambiar nuestra cultura y cambiar nuestra narrativa. Durante demasiado tiempo, la narrativa ha sido que esto es algo grande y distante que sucederá en el año 2100. Pero la contaminación está aquí. Las olas de calor están aquí. Los incendios forestales están aquí. Los casquetes polares que se derriten están aquí. Las inundaciones están aquí. Los huracanes de categoría 5 están aquí. Ya está aquí”.

Debemos alarmarnos doblemente. Por lo que no haremos para aminorar la velocidad del cambio climático y por permitir tanta violación a nuestra Constitución. Y ambas alarmas encendidas por hombres de la tercera edad, nacidos pocos años después de la 2ª Guerra Mundial, cuando se luchó contra los fascismos de derecha y después, de izquierda. Alemania, Italia, Unión Soviética.

A uno de esos longevos, parafraseando a Víctor Manuel, Xiye le podría decir: “No me pesa lo vivido, me mata la estupidez de enterrar este inicio de siglo distinto del que soñé… Siempre encuentras algún listo que cree saber lo que hay que hacer”. Y, quizás, a las mujeres nos quieren encerrar en “niños, cocina e iglesia”, las tres k: Kinder, Kirche, Küche, dictadas por el Führer, salvo las “empoderadas”. Salgado ya no va. Ahora, el peligro es Zaldívar. Disparemos argumentos para evitar el naufragio.

 

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