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En compañía de lobos

Clara Scherer

Clara Scherer

Ángela Carter es escritora de cuentos de terror. Una ojeada a ese cuento, En compañía de lobos, deja la sensación de que la sangre se nos hiela al recorrer los renglones, aunque sabemos que estamos ante experiencias imaginadas. Pero nada iguala a vivir la realidad de toparse con un hombre que espera de una mujer la sumisión absoluta y que, a pesar de conseguirla, su odio no se detiene y decide, en horripilante escena, terminar con ella. Sólo por ser mujer. Y después de múltiples engaños, donde el “amor eterno” es una promesa constante. Muchas, educadas en complacer hombres, “caen redonditas”, y aunque intentan defenderse, serán victimizadas. “¡Escucha!, escucha el largo y ululante aullido…, un aria de terror súbitamente audible”.

Éste es uno de los tipos de asesinatos declarados como feminicidio. No es igual a un homicidio, pues la causa, ser mujer, es la determinante. En un homicidio, la venganza, el rencor, el “cobrarse un agravio” son las causas. Adicionalmente, la fuerza entre hombres es, digamos, equivalente. En el caso de hombre vs mujer, la cosa es distinta. Ella está en desventaja en fuerza física (o, al menos, eso le han hecho creer). Y, no olvidarlo, tienen una relación de “amor”, “amistad”, concubinato, noviazgo. El engaño es brutal. “De todos los peligros que acechan en la noche, él es el peor porque no atiende razones”.

Otros de los casos de feminicidio son los que ocurren entre cárteles o bandas criminales, cuando matan a mujeres sólo por ser novias, amantes, esposas, hijas o parientes de algún integrante del cártel o de la banda enemiga. Ella es sólo un signo que sirve para dañar al rival, no una persona. Al matarla, se manda un mensaje. “Esta violencia corporativa y anómica se expresa de forma privilegiada en el cuerpo de las mujeres, y esta expresividad denota, precisamente, el esprit-de-corps de quienes la perpetran, se ‘escribe’ en el cuerpo de las mujeres victimizadas por la conflictividad informal al hacer de sus cuerpos el bastidor en el que la estructura de la guerra (no formal) se manifiesta (Rita Segato)”. “La melopea de los lobos es el trémolo del desgarro que habrás de sufrir, de suyo una muerte violenta”. Según esta autora, es en el cuerpo de las mujeres y con la violencia sexual como se destruye moralmente al enemigo. Se acabó eso del “respeto a la familia”. Destruir y asesinar a las mujeres del enemigo equivale a las amenazas de la crueldad de la que son capaces, sembrando terror y desconsuelo. Es una lección inapelable de la “pedagogía de la crueldad”, estrategia de reproducción del sistema. “Es por ello que se diría, a veces, que la fiera acoge casi con regocijo el cuchillo que acabará con ella”.

María Salguero, geofísica investigadora egresada del Instituto Politécnico Nacional, quien desde 2016 ha registrado los casos de feminicidios en el país, afirma que el 60% de éstos pertenecen a este segundo tipo. Ella los llama “feminicidios por conexión”, relacionada con la violencia que se experimenta como consecuencia de la delincuencia organizada, pues existen casos en que los asesinatos de mujeres son producto de rencillas entre grupos delictivos. “Cierta noche glacial, la noche del solsticio, el momento del año en que las cosas no engranan tan bien como debieran, la más larga de todas las noches…”.

“Estamos viendo que en realidad la violencia viene con pandemia o sin pandemia y la responsabilidad es de las autoridades. Muchos de los testimonios de familiares de las víctimas señalan que, desde que denunciaron violencia, desde que reportaron agresiones, fueron ignorados y las denuncias por desapariciones no se levantan a tiempo” (https://www.forbes.com.mx/mujeres-poderosas-2020-maria-salguero-ubica-y-...).

Concluye que es la impunidad la que sigue funcionando como palanca para que tanto los feminicidios cometidos por las parejas de las mujeres como estos otros, no se detengan. “Quiso sacar el cuchillo, pero no se atrevió a extender el brazo porque los ojos de él estaban clavados en ella: ojos enormes que ahora parecían irradiar una luz única, ojos grandes como cuencas, cuencas de fuego, fosforescencia diabólica”. El horror.

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