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Condición humana

Clara Scherer

Clara Scherer

 

A 47 años de su muerte,

                imprescindible Rosario Castellanos

 

Sería, verdaderamente, transformador que ahora que se impartirán clases por televisión, las niñas mexicanas aprendieran con Lección de cocina lo que esta sociedad espera de ellas; que supieran de los dolores escondidos en Balún Canán y entendieran la profunda herida de la historia de México con Oficio de Tinieblas.

Si revisaran La tierra de en medio comprenderían lo difícil que es habitarla. “Hasta ahora el grupo, demasiado reducido aún de mujeres que completaron su ciclo de educación superior, tiende a situarse en el lugar donde nació Sor Juana: Nepantla, la tierra de en medio, el lugar de la falta de ubicación”. Sí, si quieren estudiar en la universidad estarán donde no se les espera, donde no se les quiere ni se les valora. Peor, en cualquier trabajo remunerado. Quizás, con esta lectura reaprenderían a “saber-decir-no”, pues de chiquititas sabían, pero esos usos y costumbres familiares para hacer de ellas una “buena mujer”, les hicieron olvidar tan importante y cortita palabra.

Bella dama sin piedad, texto inicial del poemario, les dará claridad. Ellas sólo son un “sueño” de otro, del que sí tiene voz y al que escuchan con atención los demás. Ellas, pura evanescencia, aunque en su cuerpo se gesten l@s hij@s y el dolor intenso les dé un raro sentido de realidad.

Pueden querer ser maestras, médicas, trabajadoras domésticas, enfermeras, de cualquier modo estarán ausentes de los discursos políticos, subsumidas en el masculino, y, peor aún, de los presupuestos, de los que sólo tendrán migajas, cual aves canoras. Y hoy, subsumidas en “héroes” que hacen trabajos esenciales para atemperar los terribles estragos de la pandemia. Sin embargo, seguirán siendo figuras imprescindibles de la ausencia, de la esperanza o de la nostalgia. Habitarán un vacío llamado “eternidad”. Deberían leer El eterno femenino, para entender de qué va ser mujer en este mundo. 

Y que no olviden reflexionar sobre el poema Meditación en el umbral, en cuyo final afirma: “Debe haber otro modo que no se llame Safo ni Mesalina ni María Egipciaca ni Magdalena ni Clemencia Isaura. Otro modo de ser humano y libre. Otro modo de ser”. Sí. Sí hay otro modo de ser humana y libre. Ya no más Lupitas que crean que su destino es ser “el prototipo de la mujer mexicana abnegada, quien sólo anhela el día de su boda para realizarse como mujer”. No, ya no.

En su maravillosa obra El eterno femenino, Rosario denuncia a la institución de la familia, y lo que ésta conlleva: matrimonio, maternidad, abnegación, infelicidad, monogamia, como muy eficiente mecanismo de dominación femenina. Y hay quien dice que esa es “la condición femenina”. No. Ésa es la situación de muchas mujeres que creyeron esos cuentos de príncipes y princesas. Mejor irse a vivir a ese Nepantla, que por lo menos les hará posible disfrutar de sus capacidades. Además, presenta a algunas de las grandes maestras de México, quienes dan su versión de su experiencia en esa historia nacional: Juana Inés, la Malinche, Rosario de la Peña, Josefa Ortiz, Carlota y la Adelita. Y en verdad, nos abren los ojos para no irnos derechitas al abismo de perdernos a nosotras mismas.

Y sería recomendable también hablarles de algunos maestros mexicanos que han destacado en ese difícil arte de poner en pocas palabras, verdades irrefutables sobre eso llamado condición humana: “Como se lleva un lunar, todos podemos una mancha llevar, en este mundo tan profano, quien muere limpio, no ha sido humano. Si vieras que terrible, resultan las gentes demasiado buenas…” Álvaro Carrillo.

En Mujer que sabe latín, nos da una muy útil recomendación: “No arremeter contra las costumbres con la espada flamígera de la indignación ni con el trémolo lamentable del llanto, sino poner en evidencia lo que tienen de ridículas, de obsoletas, de cursis y de imbéciles. Les aseguro que tenemos un material inagotable para la risa. ¡Y necesitamos tanto reír porque la risa es la forma más inmediata de la liberación de lo que nos oprime, del distanciamiento de lo que nos aprisiona!” Hay que estudiar y reír con la compañía de la inolvidable Rosario Castellanos. Si hay otra forma de ser humana y libre.

 

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