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#SíHayDeOtra

Cecilia Soto

Cecilia Soto

Hay una corriente de psicología infantil que está en contra de edulcorar los cuentos infantiles a los niños. Los infantes necesitan contrastes y saber que existe la maldad y que ésta debe ser castigada y que el bien no siempre triunfa. De tal manera que, bajo esta propuesta, las hermanastras de Cenicienta eran realmente unas malvadas, su padre un debilucho castrado y no, no hubo reconciliación familiar después de la boda con el príncipe. Si quieres ir al bosque con tu hermanita y se te ocurre la tonta idea de dejar migajas de pan para orientarte al regreso, te arriesgas a que los pájaros se las coman, a perderte y a que una bruja miserable te cocine; así que mejor dedícate a terminar bien tu tarea de biología. ¿Y Pedro y el Lobo? El pobre Pedro terminó en la panza del lobo, pero aquí no estuvo todo tan triste, pues ahí se encontró a Caperucita Roja. Y mientras los jugos gástricos del cánido los deshacen, ambos repasan los errores que cometieron e imaginan distintos finales a su triste historia.

En este cruel relato que les voy a contar, una boa sin sentimientos, pero con mucho apetito, se despachó un escapulario que se creía todopoderoso, pues había salido vencedor en mil batallas. Ni «detentes» ni jaculatorias sirvieron al caballero que lo enarbolaba. El poderoso halo que detuvo embestidas y transformó ataques en éxitos, se rompió, evocando a Machado, como pompa de jabón.

Hay muchas interpretaciones a la  presentación en Palacio Nacional  del documento sobre el supuesto Bloque Opositor Amplio (BOA). Unas musicales y de chunga, otras que merecieron acudir a tribunales, algunas más que avizoran signos ominosos contra la libertad de expresión y la simple actividad política. Todas tienen algo de razón. Pero para mí la más significativa es que, víctima de su propia fórmula, el Presidente ha pasado a ser apenas uno más de los protagonistas de la gesta política que vive México. Se acabó el efecto teflón que parecía eterno. La espada de La Fuerza se ha revelado de plástico y sin baterías. La invención de la BOA ha pasado a ser un chiste con dimensiones nacionales y jacarandoso fondo musical, una carcajada liberadora que recorre múltiples conversaciones, satura las redes sociales de memes a cuán más creativos.

Esto es sano. Para el Presidente, para los partidos políticos, para las y los legisladores, para todos. Un síntoma claro de cómo cambió la percepción de la batalla política es el mensaje de la reunión de gobernadores de Acción Nacional este sábado: #SíHayDeOtra, antecedido de un “No estás solo”. Esta última frase siempre se había dedicado al Presidente por sus seguidores ante pretendidas o reales amenazas; ahora se la roba el bloque de gobernadores azules y se la entrega a sus gobernados: “No estás solo” ante la catástrofe que representa la crisis sanitaria del covid-19; “no estás solo” ante la brutal caída de la economía y la respuesta inadecuada y corta del gobierno federal. Este efecto búmeran fue lo que vimos decenas de veces en sentido inverso durante la campaña electoral de 2018: acusaciones o cuestionamientos fundados al candidato López Obrador eran devueltos a los acusadores en forma casi siempre devastadora. La creatividad de su campaña tenía la fuerza de la ilusión. ¿Y quién puede contra la ilusión? Sólo la realidad cuando ésta es apabullante.

El activismo de los gobernadores panistas así como la alianza regional de por lo menos cuatro expresiones políticas que ha hecho convergir a los gobernadores de Jalisco, Tamaulipas, Durango, Colima, Coahuila, Michoacán, Nuevo León y Guanajuato y la simpatía explícita del gobernador de Chihuahua, Javier Corral,  muestra lecciones de enorme importancia. Los mandatarios estatales han sido probados al borde del abismo de la doble crisis que afecta al país y han encontrado que pueden no sólo sobrevivir, sino que sus políticas contrastan y se comparan favorablemente con las que llegan de la capital de la República. Ello no borra su dependencia de las finanzas de la Federación, pero han encontrado confianza en sí mismos y en las organizaciones sociales y en los  empresarios de sus estados. No están solos.

Reitero que esto es bueno tanto para el Presidente y su partido como para las demás fuerzas  políticas. Piensan mejor dos cabezas que una y la emergencia de contrapesos potentes, con fuertes raíces en lo local, amparados por experiencias exitosas en sus estados, es sano para el país y para la contienda política que se avecina. Esta historia sólo puede tener un final feliz con una democracia más profunda, más actuante, más fortalecida por una participación ciudadana amplia, informada e incluyente, en la que jueguen todas las fuerzas, por cierto, reales, ninguna invencible.

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