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Rebasados por Bolsonaro

Cecilia Soto

Cecilia Soto

El gobierno de ultraderecha del presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, defensor del golpe de Estado de 1964 y partidario de que los militares regresen al poder, ha tenido una política económica frente a la pandemia decididamente mejor que la del actual gobierno mexicano que, según evaluó el Coneval, producirá 10 millones de nuevos pobres. El IPEA, una especie de CIDE brasileño, ya evaluó los primeros efectos de dos políticas clave implementadas en Brasil, el auxilio de emergencia, que en México hemos llamado Ingreso Mínimo Vital y el de complementación de ingresos laborales por parte del gobierno, cuando las empresas disminuyen las horas de trabajo y el salario de los trabajadores, pero mantienen el empleo, un arreglo inspirado en la experiencia alemana del kurzarbeit.

El auxilio de emergencia, que comenzó a entregarse a partir del 9 de abril pasado, transfiere 600 reales mensuales (aproximadamente 2,500 pesos) a 65.9 millones de personas y lo hará hasta diciembre, probablemente disminuyendo paulatinamente el monto de las transferencias. Para dar una idea del impacto de esta suma, vale la pena recordar que Bolsa Família, el programa equivalente a Oportunidades/Progresa, entrega 200 reales (800 pesos) mensuales a 14 millones de familias, es decir, el ingreso de emergencia triplica lo recibido por las familias más pobres. El ingreso medio familiar, incluyendo todos los programas sociales, es de aproximadamente 1,400 reales (5,600 presos), así que el ingreso por la pandemia representa un aumento repentino equivalente al 50 por ciento. Para los pobres extremos ha habido un aumento de hasta 2 mil veces en sus ingresos. El salario mínimo es de 552 reales (2,235 pesos).

En 2019 había 39.6 millones de pobres; con el cálculo del desempleo, cierre de negocios, reducción de jornada laboral, etcétera, agudizados por la pandemia pues Brasil, como México, ya estaba en crisis, el IPEA calcula que los pobres hubieran aumentado a 63.1 millones, pero en su encuesta ahora sólo encuentran 34.1 millones. Eso quiere decir que, con el auxilio de emergencia temporal, 23.5 millones fueron salvados de caer en la pobreza y, todavía más significativo, 5.5 millones salieron de la pobreza (IPEA, Boletín del Mercado de Trabajo, Red de Investigación Solidaria). Casi 40% de los hogares recibieron este auxilio y éste se concentró, según el IBGE, el Inegi brasileño, en el 80% más pobre de la población.

El IPEA calcula que el auxilio de emergencia compensó 45% de la caída de ingresos por la pandemia. Incluso hubo mejoras en el índice Gini, que mide la desigualdad (entre más cerca de 1 más desigual). En 2019, el Gini en Brasil era de 543; se calcula que sin los programas de emergencia el índice Gini hubiera llegado a 569, pero ahora bajó a 492, por lo menos temporalmente. En cuanto al programa de reducción de horas y de salarios, compensado parcialmente por el seguro de desempleo y por recursos gubernamentales, se han celebrado 16 millones de convenios y evitó despidos en masa.

Como se discutió en el seminario sobre Ingreso Mínimo Vital organizado por la senadora Patricia Mercado y la red Nosotrx, la intención del ministro de Economía, Paulo Guedes, seguidor de la Escuela (es un decir) de Chicago, era transferir apenas 200 reales a 54 millones de personas. Un poderoso movimiento de la sociedad civil con expresión en el Congreso logró triplicar esa cantidad y aumentar el universo de beneficiarios. ¿Qué pasará después de diciembre cuando se retiren esos programas? No se sabe todavía, pero lo que ya es comprobable es que éstos han permitido mitigar, con creces, la devastación económica entre los más pobres.

El estudio del Coneval, realizado a fines de abril, es optimista, pues se realiza cuando se pensaba que la caída del PIB sería de entre 2% y 6%. Ahora hay un consenso de que ésta será de entre 9 y 11%.

La actitud del gobierno federal es de inmovilidad y de pasmo, como si ignorar la catástrofe evitara sus consecuencias. El gobierno ha aumentado la dosis de la medicina que utilizaba para antes de la crisis: adelantó las transferencias para adultos mayores e ideó un miniprograma de minicréditos de hasta 25 mil pesos para microempresas. Todo mini. Pero no reconoce que el universo con el que tiene que tratar ha cambiado y, para mal, en proporciones jamás vistas. Para situaciones extraordinarias se requieren medidas extraordinarias: priorizar el gasto de la poca liquidez del gobierno en la defensa del empleo; utilización juiciosa del crédito, tanto interno como externo; medidas de apoyo y colaboración con la empresa privada, impulso al cooperativismo. Otros gustos del primer mandatario pueden esperar.

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