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AMLO a Trump: Todo lo hago por ti

Cecilia Soto

Cecilia Soto

 

Los mexicanos sabemos bien cuáles son esos dichos repetidos incesantemente por Trump candidato y Trump presidente: Construir un muro en la frontera, cuyo costo de aproximadamente 25 mil millones de dólares salga de nuestros bolsillos. Hacer la vida imposible a los connacionales que viven allá, expulsándolos del país, destruyendo familias y enjaulando niños. Acabar con el Tratado de Libre Comercio, al que califica como “el peor tratado del mundo”. Castigar la inversión norteamericana en México y regresar a Estados Unidos fábricas instaladas aquí. Todo esto aderezado de insultos y descalificaciones: Los mexicanos somos violadores, violentos, criminales. Pero la torpe maniobra para intentar seducir al ocupante de la Casa Blanca no para ahí. AMLO se las arregla para insultar a sus votantes al compararlos con el electorado de Trump: “Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen predominante”. ¿De verdad López Obrador considera meritorio poner al votante xenófobo antimexicano en el centro de las políticas norteamericanas? ¿De verdad prefiere a la ultraderecha por sobre el electorado demócrata, fundamental para la defensa de nuestros migrantes, como en California y Chicago, de los dreamers y opositores al muro?
      Además de este párrafo que haría que Benito Juárez volviera a morir, el candidato triunfador exhibe su falta de oficio: Declara su prisa porque se firme la modernización del Tratado de Libre Comercio, no hacerlo “dificulta… la estrategia del gobierno que habré de encabezar”. Confiesa así a un experimentado negociador como Trump, que su futuro gobierno es vulnerable a los tiempos de la negociación.

Las siete páginas de la carta —escrita a un individuo cuyo periodo de atención sólo le alcanza para cambiar de canal de TV y tuitear— están escritas para halagar al Presidente norteamericano e intentar convencerlo de que todas sus propuestas están pensadas para detener la migración y hacerle fácil su tarea.

Así, propone desmantelar y revertir la estrategia de las últimas dos décadas de disminuir poco a poco las ventajas de las que goza el norte del país ya bien desarrollado. Poco después de la entrada en vigor del TLCAN, se quitaron las zonas libres  y las dobles aduanas: Las de línea fronteriza y las de los kilómetros 21 o 30, pretexto para la extorsión y la corrupción, y se revisaron las preferencias para limitarlas paulatinamente. Pero para que la frontera norte sea “la última cortina para retener trabajadores en nuestro territorio”, AMLO le promete a Donald Trump que restablecerá la zona libre en el norte del país. En la práctica, ello significa facilitar la llegada a México de productos chinos (o de otros países) sin que paguen aranceles. Nada cambiaría para los productos canadienses y norteamericanos, pues gracias al TLCAN no pagan aranceles. Una vez en la franja de “20 o 30 kilómetros”, será fácil ingresar textiles, plásticos y otros productos chinos al resto del territorio nacional, por vías informales o francamente, ilegales. Duplicar las aduanas va en contra de una política de exportación eficiente que acerque, coordine y unifique en lo posible las aduanas de los dos países y dificultará la comprobación de la mercancía que realmente se exporta y que, por tanto, no paga IVA y la que aprovechará la zona libre para eludir impuestos.

En vez de disminuir las ventajas de la zona norte del país, el próximo Presidente anuncia duplicar el salario mínimo sólo en la frontera (Por México al Frente lo proponía para todo el país), disminuir el IVA, el ISR, el IEPS, etcétera, lo que aumentará las ventajas del norte. Aunque ofrece zona libre para el proyecto del sureste, reserva las ventajas salariales y fiscales para el norte.

Regresarán al norte las plantas ensambladoras que poco a poco se instalaban en otras partes del territorio. La estrategia del próximo gobierno tendrá como consecuencia desintegrar la franja fronteriza norte del resto del país y remarcar las diferencias del sur.

Su propuesta de organizar la economía del país para retener a los mexicanos en sus pueblos es vetusta, plena de añoranza por un pasado romántico glorificado en las películas blanco y negro: Desconoce que el futuro está en las ciudades, en las zonas metro y megapolitanas que multiplican las oportunidades de cultura, productividad, educación, interacciones humanas enriquecedoras y actividades económicas diversificadas y complejas.

Hacia la página seis, cuando considera que ya ha demostrado su buena voluntad, López Obrador le pide recursos a Trump para desarrollar Centroamérica (“aportados de acuerdo con la dimensión” de las economías mexicana y estadunidense) y parar así la inmigración. Y termina, como se menciona en el párrafo inicial de este artículo, alabándolo por su compromiso con sus promesas de campaña. Un error de principio a fin. Nos vemos en Twitter: @ceciliasotog y fb.com/ceciliasotomx

 

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