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Normales: fortalecimiento, retórica y determinación

Carlos Ornelas

Carlos Ornelas

La retórica tiene como fin persuadir o vencer o convencer, si se quiere. Maquiavelo recomendaba al príncipe gobernar a sus súbditos mediante el miedo, la fuerza es el último recurso.
El discurso es la vía para lograr que un gobernante se haga amar o temer.

El comienzo de la semana fue rico en notas en la prensa acerca de las normales. Pero no en la misma dirección.
La Secretaría de Educación Pública, el secretario en persona, puso énfasis en la capacitación y educación continua. En el Congreso aseguran que no hay más de dónde extraer recursos para el programa de fortalecimiento de esas escuelas. En tanto, los normalistas de Michoacán liberaron —por lo pronto— las vías de ferrocarril que bloquearon para exigir plazas.

El secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma, felicitó y dialogó con 97 normalistas que participaron en el Programa de Capacitación en Mejores Prácticas sobre Inclusión Educativa en Limerick, Irlanda.
Afirmó que la capacitación para los docentes y la inclusión son fundamentales para la construcción de la Nueva Escuela Mexicana.
¡Estupendo! Así calificó, el ejemplo, a los jóvenes que asistieron al programa; sería el prototipo de estudiantes que se quiere formar en las escuelas normales.

Sin embargo, las noticias del Congreso respecto al Presupuesto de Egresos de la Federación alarman —y enojan— a los normalistas y al magisterio en general.
Los recortes perjudican su hacer y lastiman su orgullo. No hay correspondencia entre la oratoria de que los maestros son los favoritos de la Cuarta Transformación y los fondos que se asignan para el funcionamiento de sus escuelas.

Es difícil estar en desacuerdo con el fin que pregona Moctezuma Barragán, respecto a que uno de los pilares para mejorar la educación es tener buenos maestros, por lo que fortalecer la educación normal es una vía para lograrlo. Pero esas vías cuestan dinero y la SEP no puede estirar el presupuesto.

Por si fuera poco, todo apunta a que la Estrategia Nacional de Atención a la Primera Infancia nacerá desamparada, sin peculio para operar, aunque en la prédica de la SEP se le dediquen palabras de aliento y se hable de una mayor inclusión. Al menos 11 millones de niños y niñas corren el riesgo de no desarrollar las habilidades necesarias para el resto de su vida, de acuerdo con cálculos de organizaciones de la sociedad civil (Punto por Punto, 9 de octubre).

Miguel García Tinoco, corresponsal de Excélsior en Michoacán, reportó el 8 de noviembre que los normalistas egresados de la generación 2019 liberaron las vías del ferrocarril porque consiguieron que el gobierno federal los recibiera el lunes 11. Pero dejaron un ultimátum: regresarán los bloqueos si no se les entregan las plazas para 907 nuevos profesores.
“Ésta es parte de la disponibilidad que como normalistas y egresados manifestamos [porque] es necesario hacer valer nuestros derechos, ya que son compromisos que ha asumido la Cuarta Transformación y no se han cumplido en su totalidad”.

El presidente Andrés Manuel López Obrador instó al diálogo a los normalistas de Michoacán. En su conferencia de prensa matutina del jueves pasado les dijo que está dispuesto a dialogar, que no los reprimiría, pero les pidió actuar de manera responsable,
“nosotros no somos represores como antes”.

El presidente López Obrador quiere ser amado por los maestros —tal vez por todo México— no intimida a quienes bloquean el ferrocarril causando miles de millones en pérdidas, tampoco a la delincuencia organizada. Les pide una conducta responsable y a cambio ofrece garantías de que resolverá sus problemas.
No obstante, ya no tiene dinero, las arcas del Estado se vacían con becas y subsidios con escasa regulación, pero con alto valor electoral. Acaso el Presidente piensa que lo sustantivo puede esperar.

El Presidente no usará el discurso del miedo ni la fuerza del Estado contra los normalistas, pero tiene la determinación de no asignarles recursos. ¿Cuál será el desenlace?

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