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Dos años: derrotero incierto

Carlos Ornelas

Carlos Ornelas

                La primera causa que haría a un príncipe perder
                el suyo [Estado], sería abandonar el arte de la guerra.

           Maquiavelo, El Príncipe

 

Andrés Manuel López Obrador celebró ayer dos años como Presidente constitucional de México. Lo dijo y lo cumple: nada más él ejerce el poder. ¡Y faltan cuatro! Parece ser que para cuidar ese afán domina el arte de la guerra ideológica y política. No da reposo a adversarios, reales o imaginarios. E imprime tal rúbrica a la política educativa.

Sería arduo hacer un recuento de la contienda por la educación que emprendió desde los tiempos de campaña, pero pueden registrarse sus características sobresalientes: una narrativa vindicativa cuyo propósito principal es enterrar el pasado “neoliberal”. Para ello hace uso de instrumentos políticos e institucionales impregnados de una ideología ambigua donde el magisterio es la síntesis de probidad moral.

Ya con la candidatura a cuestas, AMLO comenzó a tejer alianzas con grupos del magisterio; lo mismo con seguidores de Elba Esther Gordillo que con sus enemigos jurados de la CNTE, al tiempo que tendía lazos con los demás grupos del SNTE, sin importar que éstos declararan que apoyaban a José Antonio Meade.

No obstante, privilegió la conseja ideológica de la CNTE en sus manifiestos y piezas oratorias: “no más ataques a los maestros”, acabar con “la evaluación punitiva”. En abril de 2019, con el ánimo de presionar a las cámaras para que aprobaran su iniciativa de enmiendas al artículo 3º, envió un memorándum a los secretarios de Hacienda, Gobernación y Educación Pública para dejar sin efecto la Reforma Educativa y transferir a Hacienda el control de la nómina educativa. Les ordenó no cumplir la ley y amenazó que si el Congreso no se apuraba a abrogar las leyes que impulsó el gobierno de Peña Nieto, lo haría por decreto.

La estratagema le funcionó, aunque con modificaciones de sustancia, el Congreso aprobó lo medular y enterró “la herencia neoliberal”. Quienes más aplaudieron fueron las dirigencias de las facciones sindicales, vislumbraban ganancias. Y las tuvieron. Al finalizar 2020 se habrán “basificado” a cerca de 400 mil maestros que tenían interinatos (entraron sin concurso o por palancas sindicales). Además, garantizaba a la CNTE impunidad por sus actos de protesta violenta y en perjuicio de la gente y del erario, como tomas de casetas de peaje y vías férreas.

La 4T produjo una mixtura de herramientas políticas e institucionales para expulsar la reforma de 2013. Consultas aquí y allá para construir un Acuerdo Educativo Nacional con el supuesto fin de sentar estrategias del sistema educativo. Tuvieron mucha participación —incluso, con optimismo— de innumerables actores: normalistas, profesores de la Universidad Pedagógica Nacional, docentes de base, académicos, periodistas, líderes de organizaciones civiles y hasta representantes empresariales. Dudo que el gobierno haya tomado en cuenta —o siquiera escuchado— sus mociones.

La 4T, por vía de la Secretaría de Educación Pública, inventó un artificio ideológico, más que un aparejo institucional: la Nueva Escuela Mexicana. Cierto, el secretario de Educación Pública, Esteban Moctezuma Barragán, se esfuerza en poner en la agenda ciertas de sus premisas y caminar con los docentes por un camino que no se define. A éstos el gobierno les rinde pleitesía en sus arengas, pero les quita dinero a las normales, empequeñece el presupuesto para capacitación docente y congela a la UPN.

Fuera de la prédica condenatoria al pasado y de elogios a los maestros, en 2019 el gobierno de la 4T no construyó nada importante; sólo fue eficaz para pulverizar los cambios del gobierno anterior. La pandemia agravó ese no hacer, aunque hubo destellos de oportunidad con Aprende en Casa, pero insuficientes.

Entreveo que el presidente López Obrador persistirá en su guerra ideológica y política. Dirá que todo va muy bien, quizá hasta perderá al Estado y el daño al sistema educativo mexicano será casi imposible de reparar en el futuro previsible.

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