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¿Y usted, también tiene otros datos?

Ángel Verdugo

Ángel Verdugo

Tal cual

Es imposible, a estas alturas, que pase inadvertido el espectáculo grotesco que significa negar o rechazar sin análisis alguno los datos duros sobre el desempeño de la economía mexicana durante los primeros cinco meses de este año.

Los datos rechazados o ninguneados si lo prefiere, provienen de fuentes inobjetables; éstas, durante decenios, las han ofrecido con objetividad y profesionalismo a todo interesado en el comportamiento de la economía y también, en otras áreas como la demografía (Censos de Población y Vivienda), y en prácticamente todos los aspectos de la vida nacional y de los mexicanos todos.

¿Quién, a estas alturas, podría negar o siquiera minimizar el papel del Banco de México, institución que desde hace decenios ha convertido sus documentos en una fuente indispensable para los estudiosos de la economía mexicana, no únicamente de la política monetaria? ¿Quién intentaría minimizar siquiera la utilidad de sus Informes Anuales los cuales eran esperados con ansias cada abril? ¿Y qué decir de su área de investigación económica y su producción de alto nivel?

Por otra parte, ¿quién podría atreverse a dudar del profesionalismo de una institución como el Inegi, heredera de los trabajos de la vieja Dirección General de Estadística de la Secretaría de Industria y Comercio y del trabajo de cartografía que llevó a cabo la DETENAL?

Es más, ¿quién en su sano juicio podría pensar en analizar el comportamiento de la economía sin los indicadores que han sido el sustento de las políticas públicas desde hace muchos años, y sin la producción del Inegi y del Banco de México? Asimismo, ¿quién en su sano juicio se atrevería a señalar a ambas instituciones de falta de profesionalismo y de manipular las cifras para satisfacer al poderoso en turno?

También, no mencionarlo sería una omisión imperdonable, ¿quién se atrevería a poner en duda la utilidad de la información que proporciona la Secretaría de Hacienda mes a mes, en temas tan sensibles e importantes como la Deuda Pública y las finanzas públicas, así como los avances en materia de gasto e ingresos?

Y por allá, ¿habría algún desquiciado que negare la utilidad y oportunidad de la información y datos de la Inversión Extranjera de la Secretaría de Economía y sus antecesores? Más todavía; ¿quién se atrevería a desmentir los datos que la Comisión Nacional Bancaria da a conocer sobre el sistema financiero? ¿Y quién desmentiría o reduciría la utilidad de lo que publica la Consar? Podría seguir dando más y más elementos de lo que en México significa la captación de datos y su presentación en formatos adecuados y fáciles de leer, y faltaría espacio.

México es, se acepte o no, particularmente desde el año 1995, un país que es tomado como modelo por la calidad de sus estadísticas, y por el profesionalismo y honradez intelectual de los técnicos y directivos y del personal todo que labora en decenas de instituciones públicas y diferentes áreas del sector público, y en organismos privados que elaboran estudios sobre diferentes aspectos de la vida nacional con base, ¡sí!, en las estadísticas que aquellas instituciones elaboran.

Ahora bien; ¿sería posible aquí y ahora, que hubiere alguien con una mente tan obtusa y una visión retorcida de lo que México ha hecho en materia de estadísticas, que por encima de la trayectoria y prestigio de lo que podríamos llamar el Aparato Estadístico del Estado Mexicano, pusiere en duda la objetividad de los datos y documentos que ofrece a los interesados? Es más, ¿habría alguien en el sector público que rechazare los productos estadísticos de ese Aparato los cuales, las más de las veces son el insumo fundamental para el diseño de políticas públicas?

Por imposible que parezca, me apena reconocer que sí hay alguien así; aquí y ahora pues, lo imposible es una trágica realidad. Sí, hay alguien que por más aberrante y absurdo que fuere, afirma que él tiene otros datos y con base en ellos, agita y manipula una masa ignorante y lo peor, norma y guía su labor en el puesto que ostenta.

¿Qué desarreglo mental tendría quien así procediere? ¿Acaso es sólo su ignorancia de lo que son las estadísticas y lo que significan para la gobernación, lo que lo lleva a actuar así? ¿No sería también su desprecio por la realidad, la cual no se comporta de acuerdo con sus enfermizos deseos?

¿Necesita que le diga quién es? Para qué, usted ya lo sabe.

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