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Rosa Icela da el sí… pero condicionado

Adrián Rueda

Adrián Rueda

Capital político

Tal como estaba pronosticado, la duda sobre si Rosa Icela Rodríguez aceptaría o no el ofrecimiento presidencial de asumir la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana fue despejada ayer, y la respuesta fue afirmativa… pero con condiciones.

En su mañanera del viernes pasado, el Presidente sorprendió con la invitación a que la exsecretaria de Gobierno de Claudia Sheinbaum se hiciera cargo de la seguridad del país, todo vez que Alfonso Durazo renunció a ese cargo para buscar la gubernatura de Sonora.

Desde entonces el inquilino de Palacio Nacional advirtió que Rosa Icela no sabía de la invitación y que a lo mejor en esos momentos se estaría enterando, pero que esperaba que aceptara el encargo, a pesar de estar superando algunos problemas de salud.

Y el tabasqueño no mentía, pues la funcionaria había sido afectada por el covid-19 y lleva ya mes y medio tratando de recuperarse. Aunque ya va saliendo de ese duro trance, aún no está al cien e incluso había bajado el ritmo a su chamba como encargada en Puertos y Marina Mercante. Sin importar que aún no hubiera confirmación, en el propio gabinete pejista se desató la cargada y Rodríguez empezó a recibir felicitaciones, pues consideraron que el anuncio oficial sería un mero trámite, pero no fue así.

El caso es que la exsecretaria de Gobierno estuvo deshojando la margarita, pues su salud era en realidad un impedimento. El problema se saldó con la propuesta presidencial de poner a un encargado de despacho mientras ella se recupera completamente del covid-19 para asumir el cargo.

Esta decisión tiene su lógica en el sentido de que en realidad Rosa Icela Rodríguez no llegará ni a implementar estrategias ni a planear operativos, pues la responsabilidad recae en las Fuerzas Armadas y el encargo de ella es más de corte político. El Presidente necesitaba a alguien de su entera confianza, que entendiera perfectamente de operación política y de consensos, que es lo que se necesita en una institución que está cien por ciento controlado por la Marina y el Ejército.

Por eso es que no se considera vital que la funcionaria no sea especialista en el tema, pues los que saben del tema están ahí desde el principio, sino que sepa procesar datos y concertar. Y eso quizá debería preocupar a políticos de todos los colores, incluyendo morenos, pues desde sus anteriores responsabilidades Rodríguez pudo conocer vida y obra de la mayoría de ellos y esa información cobra relevancia al llegar a este supercargo.

Con esos datos y el acceso a tantos recursos y tecnologías, qué no se podría hacer…

 

 centavitos... En primera instancia se podría pensar que la iniciativa del diputado Fernando Aboitiz para elevar a 21 años la edad mínima para poder comprar bebidas alcohólicas en la CDMX es loable y hasta buena, pero ni es nueva ni resuelve problema alguno, pues el control sobre los jóvenes bebedores debe estar en sus familias y en ellos mismos. Además, si hasta los 21 años se les considera aptos legalmente para tomar decisiones importantes, ¿por qué permitirles entonces votar a los 18?

El hecho de que se les prohíba la compra es una propuesta incompleta, pues no faltará un mayor de 21 años que haga las compras por ellos o que se vayan a beber a una casa o incluso a un antro o restaurante. ¿O tampoco les servirán tragos en esos lugares? Como que hay varias lagunas, ¿no?

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