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Restauran el mural del Hospital La Raza icono de Siqueiros

Una de las principales obras del muralista mexicano, que pintó por 100 mil pesos en el vestíbulo del hospital del IMSS de La Raza, fue restaurada

Luis Carlos Sánchez | 25-04-2011

CIUDAD DE MÉXICO, 25 de abril.- De 1952 a 1954, David Alfaro Siqueiros (1896-1974) trabajó en el mural Por una seguridad completa y para todos los mexicanos. La obra, por la que cobró 100 mil pesos y que abarca 300 metros cuadrados del vestíbulo del auditorio Antonio Caso del Hospital de La Raza, se convirtió en una de los principales ejemplos de lo que llamó la poliangularidad.

Pintado sobre una estructura espacial hecha exprofesa por el arquitecto Enrique Yáñez, el mural cuenta con un alma metálica que crea planos verticales y esquinas curvas para otorgar a la pieza la sensación de movimiento y perspectiva. Medio siglo después de su realización, especialistas del Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble (Cencropam) del INBA han revertido los embates del tiempo en la obra.

En La Raza, señala Gabriela Gil Verenzuela, directora del Cencropam, “el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se habían acercado a nosotros para decirnos que estaban muy preocupados porque veían un gran deterioro en el mural. Los restauradores fueron, hicieron un dictamen y comenzaron la restauración el año pasado” para concluir en enero de este año.

La técnica utilizada por Siqueiros, piroxilina sobre tela y celotex, así como la estructura ideada para la obra, complicaron las labores realizadas por unos siete especialistas. “Él experimentaba mucho con distintos materiales, creativamente eso es maravilloso, pero en materia de restauración es bastante complicado porque materiales como la laca automotiva o la piroxilina tienen un alto grado de degradación según el clima, las condiciones de humedad y otros elementos”, explica.

Los problemas al restaurar a Siqueiros ya han sido conocidos en otros lugares como la Sala de Arte Público (SAPS). En la raza, agrega, “el celotex es un aglomerado de madera que sufrió muchísimo porque se infla y es muy propicio para el alojamiento de microorganismos y bacterias. En este mural encontramos paneles absolutamente hinchados que hemos tenido que llevar a su estrato original para poder hacer después toda la reintegración y rescate de capa pictórica”.

Las principales afectaciones que la obra presentaba fueron provocadas por el largo periodo que se dejó de atender, “había desprendimientos importantes de capa pictórica, tenía grietas bastante marcadas, el bastidor tenía un anclaje que hacía una especie de rebote, lo que provocaba algunas grietas y pérdidas de material”.

Los primeros trabajos consistieron en someter la pieza a una limpieza profunda, se llevó a cabo un proceso de velado o protección para que la capa pictórica no se siguiera cayendo y posteriormente se paso a consolidar estratos y soportes. Un problema más al que se enfrentaron los especialistas fue que en las juntas de los páneles, había deformaciones que debieron ser corregidas para llevar a cabo la reintegración cromática.

La obra se extiende a lo largo de paredes y techo y “es muy interesante, porque es una de las principales obras donde Siqueiros experimentó la poliangularidad o las vistas poliangulares que tiene el espectador cuando se enfrenta a la obra, ahí empezó a utilizar la técnica. Si se observa desde un ángulo se tiene la sensación de que la figura viene hacia uno, si nos damos la vuelta la figura cambia, Siqueiros era un gran experimentador en este sentido”.

Por una seguridad completa y para todos los mexicanos fue encargado por la Junta médica del hospital, quienes querían representar una alegoría sobre la medicina y la experimentación. Otro espacio del edificio fue encargado a Diego Rivera quien pintó El pueblo en demanda de salud, donde habla de la historia de la medicina en México, pero Siqueiros interesado en transmitir una idea política, habla de la necesidad de seguridad social en el mundo.

Intervienen también a Rivera

Diego Rivera también fue restaurado por el Cencropam. En colaboración con el Museo de Historia Natural de Chapultepec, especialistas han devuelto su esplendor al Cárcamo y la fuente de Tláloc que el muralista hizo en 1951. Reinauguradas en la segunda semana de diciembre del año pasado, las obras incluyeron una exhaustiva limpieza, restitución de capa pictórica y de faltantes de piedra y mosaico en el caso de la fuente.

El Cárcamo, señaló Gil Verenzuela, “se lo encargan a Diego Rivera y en ese momento le plantean que es una obra de gran envergadura que va a alojar el sistema de agua que va alimentar a la Ciudad de México, la fabrica Dupont estaba sacando una pintura resistente al agua”. Esa pintura fue utilizada por Rivera y más de medio siglo después los restauradores se encontraron con que las “paredes estaban casi intactas”. El mayor problema se encontraba en el piso del que fue almacenamiento de agua, pero pudo ser revertido.

En el caso de la fuente de Tláloc, un equipo del Taller de escultura se encargo de restituir la piedra y el mosaico faltante.

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