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'La lucha ambiental es ahora, no dentro de 10, 30 o 50 años': Francisco Javier, activista de 12 años

Francisco, busca que la voz de los pequeños también sea escuchada en espacios donde se aborden temas sobre la crisis climática; liga a la pereza la poca acción en el combate de ésta; urge a poner en la mesa la discusión de la vida de todas las especies

Lorena Rivera | 08-08-2021
Cortesía: Francisco Javier Vera Manzanares
Cortesía: Francisco Javier Vera Manzanares

 

CIUDAD DE MÉXICO. Se dice que los niños y los jóvenes son el futuro, pero para Francisco Javier Vera Manzanares, de 12 años, activista climático y defensor de la vida, se trata de una frase trillada de discurso de adultos, porque son la generación del presente.

Para demostrarlo ha emprendido una lucha para que la voz de los niños sea escuchada y su opinión incluida en los espacios de participación relacionados con el medio ambiente y la crisis climática.

Desde mi visión, como niño, creo que nuestra voz no puede seguir siendo aplazada… en espacios de participación importantísimos deberíamos ser escuchados; sí, son conversaciones de grandes, pero también son para pequeños temas como el cambio climático y la política o cualquier otro.

La gente piensa que no somos ciudadanos, pero ser ciudadano no sólo es ejercer el derecho al voto, también lo es participar y ser escuchados, eso es un ejercicio real de la ciudadanía”, dice a Excélsior.

Francisco está cierto que actuar contra las crisis ambiental y climática debe ser “ahora mismo, no dentro de 10, 30 o 50 años y no es que no se pueda, sinceramente es la pereza humana; ya lo he dicho varias veces, que la pereza no nos deja seguir adelante, siempre es para dentro de tal tiempo o nos ponemos una meta para tal día y no la cumplimos, pero la crisis climática es algo serio, se trata de nuestra vida y la de otros seres vivos, la vida está hoy en nuestras manos, no a futuro”.

El camino hacia el activismo, del también embajador de Buena Voluntad de la Unión Europea en su natal Colombia, no inició por el medio ambiente, como podría pensarse, sino a través del amor y respeto a los animales, inculcados desde pequeño por sus padres y como resultado del entorno en el que crece, pues en Villeta, un pueblito ubicado en el departamento de Cundinamarca, donde vive, siempre ha estado rodeado de la naturaleza.

Yo creo que vivir en un país como Colombia es algo maravilloso, es un privilegio. Nací en Bogotá, pero si hubiera crecido ahí, creo que mi entorno no hubiera tenido el mismo impacto en mi conciencia, en mi corazón… desde los dos años me fui a vivir a Villeta, un pueblito muy tranquilo y lindo; tengo patos, gallinas, pavos y chivitos; puedo ver el río que está frente a mi casa; tengo a la vista la cordillera de los Andes, que es hermosa, además del páramo… Y gran parte de mis alimentos vienen de una huerta familiar.

Todo eso genera conciencia en mí, además, cuento con mi familia, creo que eso es algo importante, porque no sólo me apoyan en el tema ambiental, sino también en todas mis pasiones y en todos mis sueños”.

De entre las pasiones de Francisco, justo están las causas animal, ambiental y climática, así como los derechos humanos, “porque son factores transversales”.

Francisco cree que ya es momento de poner en el centro de la discusión la vida, no sólo la humana, sino la de todas las especies, porque también sienten y sufren.

A principios de 2019 fundó Guardianes por la vida, un movimiento de niños y niñas formado apenas por seis integrantes —ahora son más de 200 en Colombia, Argentina, México y Venezuela—, llamado así porque la vida de todos los seres importa tanto como la de los humanos y el principal objetivo “es lograr un verdadero cambio desde nuestra voz como niños”.

En marzo de ese año se realizó la primera movilización. Francisco se lanzó a la calle sin megáfono, unas cuantas pancartas y un discurso para crear conciencia sobre el cuidado del planeta y los seres vivos que la habitan; en el trayecto hacia la alcaldía, los seis niños fueron recogiendo basura.

Unos meses después, en diciembre, el Niño ambientalista, como le dicen en Colombia y otros países sudamericanos, intervino en una sesión del Senado, donde pidió a los congresistas legislar para proteger la vida al prohibir el fracking, los plásticos de un solo uso, el maltrato animal y el testeo animal.

Por supuesto, quiere que los gobiernos de su país y los de toda Latinoamérica sean conscientes de los peligros que representa la crisis climática para la vida, y lo más importante, que actúen con ambición para cambiar. Pero reconoce que no sólo es responsabilidad de los gobiernos, sino también de los ciudadanos, las empresas e industrias y la ciencia.

 

Y LLEGÓ LA PANDEMIA DE COVID-19

 

A Guardianes por la vida y a Francisco la pandemia de covid-19 no los frenó en su empeño por lograr un mundo mejor, echaron mano de la tecnología disponible y las redes sociales.

Con la pandemia de covid-19 y el encierro de las personas en sus casas en todo el planeta, dejamos de hacer actividades presenciales y pasamos a la virtualidad con los podcast y pláticas en nuestras redes, además, creamos alianzas con otras organizaciones con Fridays for Future (movimiento fundado por Greta Thunberg) y Citizen Climate Lobby, capítulo Colombia.

La pandemia ha sido una ventaja para Guardianes por la vida porque nos permitió llegar más lejos y conocer nuevas formas para esparcir nuestro mensaje en favor del planeta y la defensa de la vida y de la naturaleza”.

Si bien Guardianes por la vida es un movimiento de menos de tres años de edad y Francisco un niño de 12, su labor es reconocida a nivel internacional.

En enero de este año, a la casa de Francisco llegó, a través de una representante, un agradecimiento y felicitación de parte de la alta comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, por su trabajo y dedicación a la defensa del ambiente y los derechos humanos.

Ese reconocimiento no es sólo para mí, lo es también para todos esos niños que desde los territorios de Colombia, de toda Latinoamérica y el mundo, luchan por los derechos humanos y por el ambiente”.

Y como las buenas noticias nunca llegan solas, en febrero pasado Francisco fue nombrado embajador de Buena Voluntad de la Unión Europea y junto con algunas embajadas de ese bloque hay una agenda ambiental que incluye recolección de basura y plásticos de un solo uso, entre otros temas.

 

UN NIÑO FELIZ

Francisco se considera un niño feliz, que le gusta estudiar, hacer tareas y jugar con sus amigos. Así como se divierte con su perro Pinky y su gato Foucault, también le encanta leer, le apasionan la historia, la geografía y la física, y disfruta tomar fotografías y dibujar.

Pero aclara que ser niño no es sinónimo de juego.

Ser niño para mí es ser libre; la libertad se traduce en hacer lo que tú amas, lo que a ti te gusta y a mí me apasiona aprender de todo, amo leer y mostrar a otras personas mi entorno natural, eso me hace muy feliz”.

Y como cualquier niño también tiene héroes. Admira el trabajo de los científicos Carl Sagan —de quien ya leyó Cosmos— y Stephen Hawking. Y cuando sea grande quiere ser astrofísico.

Pero antes de seguir los pasos por el camino de la ciencia, primero debe cumplir sus sueños para así cambiar el mundo.

Para cambiar el mundo es fundamental tener buenos amigos, yo creo que la amistad es un valor importantísimo, tus amigos te puedan ayudar con las cosas buenas y malas… y un valor muy hermoso también es la empatía, algo que realmente nos hace bastante falta hoy en día”.

 

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