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Nacional

En el día 12 los profesores se organizan

El Comité Coordinador, formado por maestros del Poli, fue el primer ente para estructurar el Movimiento

Andrés Becerril | 03-08-2018
En el día 12 los profesores se organizan
Fotos: Archivo histórico Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

La primera organización formal que tuvo el Movimiento Estudiantil fue el Comité Coordinador. Nació en las instalaciones del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Y estaba integrado fundamentalmente por profesores.

En la edición de Excélsior del 3 de agosto de 1968 en la parte inferior izquierda de la página 15 se publicó un desplegado de 30 centímetros de ancho por 20 de alto, donde se informaba de las acciones que emprendería este Comité Coordinador.

Este Comité Coordinador, que con los días se convirtió en Coalición de Maestros, fue el génesis de tres distintos comités de lucha y organizaciones estudiantiles que empezaron a forcejear entre ellas para llevar la voz cantante y la representatividad de los estudiantes.

Fue en esa representación magisterial donde estuvieron personajes de la talla de Heberto Castillo, Eli de Gortari, que fueron a parar a la cárcel o Luis Villoro, que se convirtió en un filósofo imprescindible en la historia contemporánea de México.

De forma discreta, a finales de julio y principios de agosto de 1968, profesores de distintas escuelas del Poli fueron trabajando en asambleas en varios planteles y acordaron la creación de una entidad que concentrara la discusión y las decisiones que se fueran tomando.

Esta entidad fue el Comité Coordinador, que en su desplegado de hoy hace 50 años arranca con el encabezado: “Asamblea General de profesores del Instituto Politécnico Nacional”.

En el documento se informó que el 1 de agosto una asamblea general de profesores politécnicos había nombrado a un Comité Coordinador para efectuar dos acciones: publicar una protesta por la represión y realizar un mitin de estudiantes, profesores y autoridades.

“Para informar sobre los dos puntos anteriores, este Comité Coordinador invita a profesores del Instituto Politécnico Nacional (IPN) a la asamblea General que se efectuará el próximo 5 de agosto, a las 11 horas en el Auditorio de la Escuela Superior de Comercio y Administración, sitio esquina de avenida Maestros y Carpio”, se lee en el desplegado, que suplica llevar credencial de maestro. Y los firma el Comité Coordinador.

Habían pasado 12 días de la primera gresca entre estudiantes (el 22 de julio), el 3 de agosto una nota intenta reflejar tranquilidad, ya que en la víspera, se lee en la nota publicada por Excélsior hoy hace 50 años, donde no se reportaba ningún enfrentamiento entre estudiantes y las fuerzas del orden.

Ese mismo día que se daba cuenta de una sola manifestación en Ixtacalco, con al menos 50 jóvenes que intentaron apoderarse de un camión, pero que la presencia de los granaderos los persuadió, se conoció la noticia de que Gilberto Rincón Gallardo, había sido consignado.

Rincón Gallardo y las otras cuatro personas –arrestadas el 31 de julio y señaladas por el gobierno de ser dirigentes comunistas–, fueron consignados por la Procuraduría General de la República (PGR) ante el juez primero de distrito en materia penal, acusados de asociación delictuosa y daño en las vías generales de comunicación.

La nota del 3 de agosto de 1968 publicada en Excélsior, también informó que la PGR iba a la caza de otros dirigentes del Partido Comunista. Con estos hechos se seguía perfilando la hipótesis gubernamental de que había una conjura comunista que llegó del exterior a México para deponer al gobierno.

En la misma información de la consignación de Rincón Gallardo y Fernando Granados Cortés, Salvador Sáenz Nieves, Adolfo Mejía y Mario H. Hernández, firmada por Manuel Campos Díaz y Sánchez, un erudito en el área de justicia, informó que seis personas identificadas como Luis Pérez Olvera o Lobera, Ricardo Mata Gámez o Gómez, Gilberto Sema Mejía, Esteban Velázquez Nicolás, Roberto Estrada Cruz y Héctor Mejía Fuentes, habían sido consignados como probables responsables de asociación delictuosa, robo, daño en propiedad ajena, resistencia de particulares y lesiones a agentes de la autoridad y que había participado en los enfrentamientos del 26 y 29 de julio anterior.

Como se fue dilucidando conforme pasaban los días, el objetivo era capturar a quienes estuvieran vinculados al Partido Comunista. Hoy hace 50 años se conoció que la PGR había ampliado la acción penal contra Gerardo Unzueta Lorenzana, Arturo Zama Escalante, Félix Goded Andrew y Rubén Valdespino, todos ellos relacionados con el PC, para que fueran acusados también por asociación delictuosa y sedición.

Con esa nueva consignación quedó sin efecto un amparo interpuesto por el abogado de estos detenidos, José Rojo Coronado, quien alegaba que sus patrocinados permanecían incomunicados y no habían sido consignados ante un juez penal.

El sábado 3 de agosto, como parte de esa aparente calma las autoridades educativas anunciaron que las clases se reanudarían el lunes siguiente, al mismo tiempo que se hacía notar que ningún plantel escolar estaba bajo la vigilancia militar.

No obstante que la UNAM hacía público que el lunes retornaría a las aulas, la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET) informó que se mantendría en paro indefinido hasta que las autoridades del Departamento del Distrito Federal dieran cumplimiento a las dos demandas que quedaron pendientes días atrás y que tenían que ver con la remoción de los mandos policiacos.

Mientras tanto, hoy hace 50 años, aproximadamente mil 500 universitarios tomaron el circuito de Ciudad Universitaria. La marcha que protagonizaron fue para rechazar el acto del día anterior del rector Javier Barros Sierra, al que calificaron de “farsa oficialista”.

También, en tierra universitaria, se publicó que en otra marcha, los estudiantes de la UNAM simbólicamente quemaron a “la prensa reaccionaria y mercenaria”.

En los dos mítines universitarios, publicitados hace medio siglo, dejaban ver que la defensa de la autonomía universitaria propalada por el rector Barros Sierra, solamente era una maniobra para llevar la protesta hacia la violación de la autonomía, pero no a la real solución de los problemas estudiantiles, que estaban en el pliego petitorio de los comités de huelga de la UNAM y del Poli.

La FNET también informó el 3 de agosto que quería tener una reunión con el presidente Gustavo Díaz Ordaz para exponerle sus puntos de vista sobre los hechos relacionados con el conflicto estudiantil.

En el contexto del Movimiento Estudiantil, las páginas de Excélsior, además de la información que se daba a conocer en forma de noticia, se convirtieron en un foro abierto de diversas posiciones, que se expresaban en desplegados.

Uno de esos apareció ese 3 de agosto de 1968. Está firmado por la Plataforma de Profesionales Mexicanos AC. En el desplegado, titulado Aquí está nuestra mano señor presidente. Aluden al discurso que Díaz Ordaz había pronunciado en Guadalajara el 29 de julio.

Y después de obviar los dos primeros enfrentamientos estudiantes, del 22 y 23 de julio, éste con la intervención de los granaderos, los profesionales egresados de la UNAM, del Politécnico y otras universidades y tecnológicos de provincia, lamentaron “la ola de violencia que sin perseguir absolutamente ningún fin constructivo, se abatió sobre la Ciudad de México, a partir del 26 de julio y convirtió las calles en escenario de motines adolescentes, punibles secuestros de vehículos de transporte y, algunas de ellas en campo y barricadas…”

Termina por apuntalar la hipótesis gubernamental de la conspiración comunista: “No se necesita ser sino un observador objetivo para percatarse de que tan deplorables disturbios fueron instigados, avivados y aprovechados por agitadores obedientes a consignas extranjeras que se infiltraron en las filas de los estudiantes y azuzaron su natural rebeldía”.

En un desplegado, el Partido Comunista Mexicano, que entonces tenía tras las rejas a varios de sus militantes, rechazó las acusaciones que el gobierno le hacía a su organismo y a su vez a sus militantes presos, además que hizo  suyas las demandas estudiantiles, “por ser la bandera y programas que reflejan con más profundidad las necesidades del desarrollo político de México”.

“Se amparaban en la autonomía”

El expresidente consideraba al rector Barros Sierra como una autoridad “romántica” que financiaba el movimiento.

En sus memorias inéditas, correspondientes al mes de septiembre de 1968, Gustavo Díaz Ordaz se refiere al incremento en los enfrentamientos entre los estudiantes y las fuerzas armadas y a la baja “moral” de la policía por su inferioridad numérica frente a núcleos de estudiantes que, según él, estaban “mucho mejor armados”.

“Se tuvo que tomar la decisión de dotar de armas a los cuerpos de policías en mítines y escándalos callejeros”, “esto revitalizó, de la noche a la mañana, la mora de la policía…  Afortunadamente, de inmediato sus jefes se dieron cuenta de que a la policía ya armada había que controlarla porque se puso agresiva, revanchista…  Hubo necesidad de aplacarla nuevamente y luego irla usando muy cautamente y explicarles sus funciones… Educándolos…  Se logró”, escribió.

En el material presentado en Imagen Noticias, con Ciro Gómez Leyva, Díaz Ordaz define las jerarquías durante el conflicto estudiantil, donde para él, Heberto Castillo era el líder máximo del Consejo Nacional de Huelga y el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra, una autoridad “romántica” pero que, en los hechos, financiaba el movimiento.

Con fastidio, asegura que los dirigentes se sentían intocables y la universidad “se estaba llenando de delincuentes” amparados en la figura de la autonomía universitaria.

“Creían que podrían constituir un ‘estadito’ con su ‘presidentito’ dentro del Estado…  Esto era inadmisible…  La soberanía radica en el pueblo que la ejerce por medio de sus representantes y abarca hasta el último centímetro del territorio patrio… No podemos ir formando ‘islas’ donde la Constitución y las leyes fundamentales del país no rijan”.

Las fiestas patrias del 15 de septiembre, donde Heberto Castillo dio el grito en una ceremonia alterna en Ciudad Universitaria, se convirtieron en el pretexto simbólico para que Gustavo Díaz Ordaz aplicara un escarmiento mayor.

“No quedaba después de tantos intentos, más que un recurso…  Darles una pequeña demostración y de hecho eso fue lo que hicimos…  Llegó el Ejército y entró a Ciudad Universitaria para demostrar que la Universidad seguía siendo un pedazo de México.

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