OAXACA, Oax.
La Madre Tierra o Nääxwiin, en lengua indígena mixe, inspiró a un grupo de mujeres de la zona norte del Istmo de Tehuantepec a defender sus derechos. La organización nació con el siglo cuando hablar de igualdad y justicia hacia las mujeres era mal visto entre personas de las comunidades e incluso podría acarrear amenazas de muerte a las defensoras.
Hace 21 años, la Casa de la Mujer Indígena Nääxwin germinó como centro de trabajo y apoyo fundado por mujeres y para mujeres en Matías Romero; una iniciativa autogestiva que en los primeros años tuvo que sortear la descalificación y varias amenazas, tras fijarse la meta de tejer la red de sororidad y apoyar a mujeres víctimas de violencia emocional, física y económica.
Zoila José Juan y Rubicela Cayetano Pesado, Leticia José Antonio, Constanza Cruz Gutiérrez, Dora Ávila Betancourt y Estela Vélez Manuel, son algunas de las fundadoras de la Casa, que hoy en día tienen el respaldo de un equipo interdisciplinario que acompaña la causa que surgió en los albores del presente siglo.
En entrevista, Rubicela o Rubí, como la nombran con cariño, recordó aquellos años cuando las mujeres de la comunidad evitaban hablar de la violencia en el entorno familiar; consideraban “normal” la violencia, no ser reconocidas en casa ni en el pueblo; eran ellas quienes utilizaban eufemismos como “malos tratos”, para no pronunciar “golpes”, e incluso, justificaban a sus perpetradores.
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Tampoco salían de casa, a menos de contar con la autorización del esposo, llevaban la compañía de la suegra o cuñada”, dijo.
Agregó que a partir de la perseverancia, poco a poco, las mujeres que vivían violencia se acercaron a platicar sus historias, aprendieron a confiar en otras mujeres, y al hablar en su lengua materna facilitó la comunicación y se estableció el lazo de compañerismo; “una labor parecida al bordado, vamos, bordando derechos”, apuntó.
La Casa de la Mujer Indígena y Centro para los Derechos Humanos Nääxwin tiene área de influencia o cobertura en los municipios de Matías Romero, San Juan Güichicovi, Santo Domingo Petapa, Santa María Petapa, El Barrio la Soledad, San Juan Mazatlán y Asunción Ixtaltepec, con población indígena mixe, zapoteca, chinanteca, zoque, huave y mixteca, informó Leticia José Antonio, actual presidenta de la organización.
Observó que algunas de estas municipalidades son parte de las 40 declaradas con alerta de género, por su alto índice de feminicidios, sin embargo, a dos años de la declaratoria “no se conseguido erradicar la violencia feminicida” y el Istmo de Tehuantepec, es la segunda región en el estado con mayor incidencia de homicidios violentos en contra de mujeres.
La Casa Nääxwin no es un refugio, pero salvan vidas, por que las niñas, adolescentes y mujeres que viven violencia llegan y se les brinda un acompañamiento integral, platican y las orientan, y están al pendiente, pues “buscan que la violencia no forme parte de ninguna persona”.
Sin embargo, en algún momento ha servido de estancia temporal para mujeres en trabajo de parto.
En su largo andar, las defensoras han documentado y acompañado casos de violencia obstétrica que viven las mujeres de esta zona; entre sus retos está exigir un acceso a la justicia, atención de calidad y calidad, y respeto.
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